Kimberly Alarcón Rojas | EDUCACCIÓN
Se acerca un nuevo inicio de año escolar y pronto empezaremos a hablar con más frecuencia sobre escuelas preparadas con materiales educativos, docentes contratados y primeros días de clase. En esta oportunidad quisiera poner los reflectores en la preparación de las Instituciones Educativas (IIEE) para los estudiantes con Necesidades Específicas de Atención Educativa (Neae) asociadas a discapacidad.
Como se sabe, hacia el 2006 se empezó a incorporar el enfoque inclusivo en la educación en el país, en todas las IIEE de educación básica regular. Cumplir con el propósito de la educación inclusiva que persigue el sector presenta grandes retos pedagógicos y de gestión a todos los niveles, desde el espacio del aula, hasta las instancias de toma de decisión en el gobierno central y subnacional. El sector educación cuenta con diversos modelos de atención para estudiantes con necesidades de atención asociadas a discapacidad, pero todavía queda un trecho importante por recorrer para mejorar la calidad del servicio educativo brindado a este sector de la población.
En primer lugar, para hacer realidad la educación inclusiva, los docentes necesitan contar con mayor preparación para ganar confianza en el tratamiento dentro del aula a los estudiantes con necesidades específicas de atención. El Servicio de Apoyo y Asesoramiento a las Necesidades Educativas Especiales (SAANEE) aún tiene limitado alcance y mientras esta intervención se va potenciando, los docentes van a necesitar empezar a autogenerar y gestionar ese apoyo dentro de la comunidad educativa en sus escuelas.
En segundo lugar, es muy importante la sensibilización y el cambio de perspectiva en el enfoque del trabajo colaborativo con personas con necesidades específicas de atención en las escuelas. Nuestro sistema educativo, está cargado de incentivos individuales a quien cumple las tareas o retos más rápido, equivocándose lo menos posible; por eso no debe llamarnos la atención que, en contextos de diversidad educativa, se formen grupos que dejen de lado la incorporación de estudiantes con habilidades diferentes. Considero que este nuevo año escolar es una oportunidad para que los docentes de escuelas inclusivas fomenten más el trabajo en grupo diversos, donde también se premie el proceso, no solo el logro del objetivo. Si solo los mejores de una clase se juntaran para hacer un trabajo en grupo, es posible que este resulte muy bueno y muy rápido, pero es tiempo de enfatizar que tales “triunfos” son más enriquecedores si cuenta con la participación de estudiantes con necesidades específicas de atención, igualmente talentosos, pero de una manera diferente.
Sí, nuestras escuelas inclusivas requieren más adecuaciones de infraestructura, de materiales y recursos educativos, además de adecuaciones pedagógicas, para ser amigables a los estudiantes con necesidades específicas de atención asociadas a discapacidad. Sin embargo, esto no debe impedirnos ver que una adecuación igual de urgente está en nosotros mismos y nuestra percepción sobre estos estudiantes y sobre la educación inclusiva. Hay que lograr que los docentes ganen confianza en el tratamiento de estudiantes con necesidades específicas y empiecen a dialogar entre ellos para darse ideas, orientaciones, generar conocimiento sobre estos estudiantes presentes en la institución educativa.
De la misma manera, es necesario que los estudiantes empiecen a valorar la importancia del trabajo colaborativo con aquellos compañeros con necesidades específicas. En este pronto nuevo inicio de año escolar no solo preocupémonos por la suficiente preparación física de las escuelas, preocupémonos también por la preparación de muestra mentalidad para acoger la diversidad y consolidar, cada vez más, la educación inclusiva que tanto anhelamos.
Lima, 11 de febrero de 2019