Edición 51

Aprender a leer: ¿Entonar o no entonar?

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A FAVOR

Manuel Valdivia Rodríguez | EDUCACCIÓN

No se puede conseguir un buen aprendizaje de la lectura si no se trabaja desde el principio con la entonación, tanto en oraciones como en párrafos

A propósito de mi artículo sobre la repetición en primer grado, varios amigos han planteado interrogantes.

Uno de ellos, Fernando Llanos Masciotti. Estando de acuerdo con mi resistencia a la repetición del primer grado, Fernando expresa algunas divergencias: una se refiere a la necesidad de conseguir que los niños de segundo grado lean con buena entonación.: “… no estoy muy de acuerdo –dice Fernando- con que la lectura en un nivel inicial contemple la entonación”. Como este reparo puede ser compartido por otros amigos, prefiero explicar lo que dije sosteniendo mi voto por la entonación desde el primer momento.

1) La entonación es un recurso del habla, del uso oral de la lengua. Cuando las personas se comunican, confían en el sentido de las palabras para decir lo que piensan o sienten, pero con esa intención se apoyan en la entonación, la mímica corporal, el ritmo de la elocución, los gestos, los silencios y pausas. Hasta la situación ayuda a la expresión y comprensión de lo que se dice. En la comunicación escrita no pasa lo mismo: el texto está solo, con las palabras en fila y algunos signos de puntuación. Nada más. Frente a eso, el lector tiene que concentrase en los sentidos que van siendo expuestos por las frases, las cuales no están señaladas por alguna marca: que tienen que ser armadas por quien lee, y en eso ayuda la entonación.

2) El problema es dilucidar a qué tipo de entonación nos referimos, pues se podría hablar hasta de dos tipos. Una es la entonación expresiva, que busca revivir la emoción, el sentimiento, la angustia o la alegría de quien escribió el texto que se lee. Es la entonación con que se puede leer, por ejemplo, este poema de Bécquer: “Hoy la tierra y los cielos me sonríen;/ hoy llega al fondo de mi alma el sol;/ hoy la he visto…, la he visto y me ha mirado…/ ¡Hoy creo en Dios!”.

Para conseguir esta entonación se requiere de dos condiciones: comprensión e interpretación. Por ello no podemos exigirla a niños de los primeros grados de primaria, que todavía están formando habilidades para alcanzar la comprensión literal de los textos y están lejos todavía de los niveles que requiere la interpretación, tan compleja que demanda una enseñanza explícita.

3) Pero hay otra entonación que podemos llamar entonación de intención cognoscitiva, que cobra importancia cuando se lee textos de uso funcional. Esta entonación opera siempre que leemos, y se hace notoria cuando examinamos textos difíciles. De esta entonación es de la que hablamos y se comienza a formar desde el momento mismo en que comienza el aprendizaje de la lectura.

Observe lo que usted hace cuando lee. Lea el siguiente enunciado. Léalo, musitando para usted lo que ve escrito: “En las ciudades, el tránsito vehicular se ha complicado debido al incremento incontrolado de unidades motorizadas”.

Observe que durante la lectura ha descompuesto mentalmente el enunciado en unidades menores, unidades portadoras de parte del significado total de la oración: “En las ciudades / el tránsito vehicular se ha complicado / debido al incremento incontrolado de unidades motorizadas”.

Esta descomposición es ya obra de la entonación. Observe cómo resuena en su mente la pronunciación de las frases, cómo hace una pausa brevísima luego de “En las ciudades…” y deja como suspendida la entonación para continuar con la siguiente unidad; observe cómo, al final, cierra la oración con una cadencia que corresponde al término de la oración. En ese breve instante usted se ha apoyado en la entonación para desvelar el contenido de la oración.

4) Durante la lectura, el análisis de las oraciones no se hace palabra por palabra, sino conformando frases, que ya tienen un mayor sentido. Hay que identificaras mientras se lee. Y para la identificación de las frases intervienen dos arcos convergentes: la entonación y la intelección del contenido. Lo uno no se da sin el otro.

Observe que entre las frases del enunciado que nos sirve como ejemplo hay una que se yergue como la portadora del concepto central de la oración: “… el tránsito vehicular se ha complicado…”. Esta frase da sentido a las demás ¿Dónde se ha complicado el tránsito? “En las ciudades”. ¿Por qué se ha complicado? Por “el incremento incontrolado de unidades motorizadas”. De ese modo quedan captados los conceptos vertidos en la oración, organizados en una estructura, no en el papel sino en la mente del lector. Así, podemos decir que se ha dado un primer paso para la comprensión literal.

Por este camino podríamos seguir examinando lo que sucede en la lectura, pero lo dicho es suficiente para lo afirmar que no se puede conseguir un buen aprendizaje de la lectura si no se trabaja desde el principio con la entonación, tanto en oraciones como en párrafos.

5) Por eso es tan importante iniciar el aprendizaje y enseñanza de la lectura con procedimientos metodológicos de base oracional, que organizan cada unidad de aprendizaje partiendo de una oración, que ya es una estructura significativa. Esos procedimientos no descuidan la descomposición en morfemas y sílabas para conseguir un mejor reconocimiento de las palabras, pero regresan a la lectura de oraciones y párrafos. Trabajando con oraciones y párrafos (trabajando, no solo leyéndolos) se llega a ejercitar la entonación, tan importante para la comprensión en la lectura.

6) Pero la entonación hay que ejercitarla simultáneamente a la ejercitación de otras dimensiones de la lectura. La lectura en voz alta, la lectura coral, el empleo de carteles léxicos, la construcción de cuadros gramaticales, etc., son recursos que los docentes tienen a la mano para impulsar diversas parcelas de la lectura inicial, una de las cuales es la entonación.

7) Entre los recursos didácticos que he mencionado en el párrafo anterior, he destacado la lectura en voz alta. ¿Por qué? En primer lugar, porque es un medio para formar y mejorar la entonación. Al avanzar en el aprendizaje, llegará un momento en que la entonación se interioriza y se presenta siempre, incluso cuando leemos en silencio. Y, en segundo lugar, la lectura oral es importante en el aula porque es porque nos permite observar si el aprendizaje de los niños va por buen camino. La lectura oral vacilante, con tropiezos, nos dice que el alumno no reconoce las palabras (o porque no está formando un buen vocabulario visual o porque no tiene la habilidad de decodificar palabras); una lectura plana, sin entonación, nos dice que no consigue reconocer las unidades significativas del texto y que no está comprendiendo lo que intenta leer.

8) Hasta los lectores avanzados recurren a la lectura detenida, lenta, frase por frase, para explorar, apoyándose en la entonación, textos que les resultan difíciles. Procediendo así, ponen en obra la entonación con intención cognoscitiva. Y cuando leen un poema o un párrafo de prosa especialmente bella, recurren a la entonación expresiva para apreciar mejor la calidad del texto. Las dos formas de entonación deben ser enseñadas en la escuela, aunque en tiempos diferentes. La primera en el tiempo, sin duda es la cognoscitiva.

EN CONTRA

Fernando Llanos Masciotti

La lengua escrita tiene sus propias marcas. No tiene por qué recurrir a las marcas orales, pues son de otra naturaleza y cumplen otra función.

Con respecto al primer punto de Manuel Valdivia, claro, la entonación que le damos a nuestro discurso es relevante para la expresión oral.

La entonación es uno de los elementos o marcas que contribuye a que lo que decimos verbalmente se entienda mejor. Pero no estoy de acuerdo en que lo escrito no tenga marcas. Sí las tiene: las separaciones de palabras, los signos de puntuación, los párrafos, en fin, la disposición visuográfica son marcas elementales a un nivel inicial de lectura.

Con respecto al punto 2, no todo poema adquiere su real sentido cuando es leído oralmente. A lo que voy. Hay poemas tipo Walt Whitman o Ginsberg o los beatniks, que son adecuados como para leer oralmente, casi como himnos u odas. Me imagino la poesía de los trovadores, los cantares de gesta también. Pero también hay otros poemas intimistas, donde se juega con los encabalgamientos, los espacios en blanco, lo caligramático, que al ser oralizados pierden algo del sentido que el poeta le quiso dar. Bécquer tiene poemas intimistas, que me parecen más para leerse interiormente, algo así como que cada quien se construye sus propias imágenes. Cada quien le pondrá el tono interior que quiera; ya el poeta le puso el ritmo y la cadencia. Eso no quiere decir necesariamente que la entonación va a reflejar ese ritmo. Nuevamente en este párrafo se cuela lo “literal” como lo máximo que puede alcanzar un niño. Los niños muy pequeños pueden ser capaces de hacer lecturas inferenciales y reflexivas. Eso depende, por supuesto, del texto. Un texto literario, claro, y más un poema como Bécquer, le va a ser difícil interpretarlo a esos niveles. Aunque si escogemos otro poema de Bécquer, sí podríamos llegar a ciertos niveles inferenciales y reflexivos. Sin embargo, no me metería con poesía a ese nivel.

Con respecto al punto 3, querido Manuel, temo discrepar totalmente …Tu razonamiento es consecuente: si lo escrito no tiene marcas para darle sentido, debo agarrarme de la marca oral, como la entonación, para darle sentido. Y de allí se sigue que la entonación tiene que ver con pausas y separaciones. Nuevamente hay algo de fondo en esto: creer que la lengua escrita es una copia huérfana de la lengua oral. Que lo escrito es el patito feo calco de la lengua (oral). De hecho, muchos lingüistas minimizaron la lengua escrita: Saussure, Benveniste, Hockett (todos los estructuralistas franceses y americanos de principios hasta bien entrado el siglo XX). Es más, lo escrito no era lengua. Cuando se hablaba de lengua, siempre se refería a lo oral. Pero desde los años ochenta, hubo varios estudios franchutes que reivindicaron la escritura y se atrevieron al fin de llamarla “lengua escrita” (Catach, Lentin, etc.). Emilia Ferreiro es una fiel seguidora de esta corriente, pues coincide con su propuesta de alfabetización lectora.

El punto es este. No necesito de la entonación (ni los más pequeños) para comprender un texto. Si los niños lo necesitan, es porque se les creó la necesidad y se les hizo creer que así podría leer mejor. Entonces se les entrena en que entonen bien. Por otro lado, para leer (no hablar) oralmente para otros tampoco necesito de ciertas normas para hacer las pausas:

“En las ciudades / el tránsito vehicular se ha complicado / debido al incremento incontrolado de unidades motorizadas” es tan bueno como “En las ciudades el tránsito vehicular se ha complicado / debido al incremento incontrolado de unidades motorizadas”. No hay una norma positiva. Lo que pasa es que hay una herencia gramaticalista: creer que la estructura gramatical tiene aparejada un patrón de entonación. Cierto que sería extraño decir “En las/ ciudades el / tránsito vehicular se ha complicado / debido al incremento / incontrolado de unidades motorizadas”. Algo así como norma negativa. Pero creo que sería complicado. Y esto trae otro problema mayor: los chicos creen que las pausas orales tienen que ver con los signos de puntuación. Como cada quien, en oraciones más largas y complejas, tiene distintos modos de marcar las pausas, creen que allí es donde deben poner comas o puntos. Y esa no es la función de la puntuación. Pero ese es otro tema.

En otras palabras, la lengua escrita tiene sus propias marcas, como ya lo dijimos anteriormente. No tiene por qué recurrir a las marcas orales, pues son de otra naturaleza y cumplen otra función. Claro, alguien puede decir “Pero cuando entras a un salón y les dices que lean, todos los chiquitines leen en voz alta. O sea, sí lo oral los ayuda”. Lo que puedo responder es lo siguiente: 1) Es legítimo, pues están en un proceso de transición de lo oral a lo escrito; es algo que también les da seguridad 2) pero no por eso los niños van a dejar de descubrir y elaborar hipótesis de que lo escrito tiene sus propias marcas y no por eso, creo, se los va a entrenar en la entonación 3) cuando este proceso de transición dura mucho es porque los profes los han acostumbrado a seguir esa dinámica que prioriza la pronunciación, la entonación y no la comprensión.

En cuanto al punto 4, sí temo discrepar consecuentemente. Nuevamente se minimiza el poder y la naturaleza del lenguaje escrito. Cuando se dice por ejemplo que la estructura de las oraciones no está organizada en el papel, sino en la mente del lector, se está olvidando o relegando la función que juegan las marcas de lo escrito, incluso para un niño que está en proceso de incorporar el sistema escrito.

Otro punto que quizás interfiera en la objetividad de lo discutido es el texto literario, en especial, el poema. De hecho, puede haber poemas que motiven a leerlo incluso con entonación interna y externa. Finalmente, cada quien es libre de leer como desee un texto literario. Pero no creo que se pueda extender esos modos particulares de leer a la inmensa diversidad textual a la que están expuestos los niños y niñas. Algo así.

Lima, 20 de mayo de 2019

* Diálogo sostenido entre ambos profesionales en sus muros de Facebook y reproducido con autorización de ambos

Fernando Llanos Masciotti
Consultor independiente en la didáctica de lectura, escritura y evaluación en la educación básica regular y educación superior. Ha sido especialista de Evaluación del área de Comunicación y Coordinador de Evaluación en Educación Intercultural Bilingüe (EIB) de la UMC en el Ministerio de Educación. Fue profesor del área de Comunicación en la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) y es docente de Posgrado de la enseñanza de lectura y escritura en la Universidad Peruana Cayetano Heredia.