Edición 53

Educación a lo largo de la vida: la vía tecnológica

Una buena alternativa para alcanzar el máximo nivel educativo a lo largo de la vida

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Facundo Pérez-Romero | EDUCACCIÓN

La educación técnica se encuentra y se utiliza en las dos etapas del sistema educativo. Habitualmente no somos conscientes de ello, porque pensamos la educación siempre vinculada a la institución y no como una herramienta al servicio de las personas, independientemente de la institución en la que la oferta formativa se desarrolle. Pensamos que la primaria se estudia en Escuelas, la secundaria en Colegios, la universitaria en Universidades. Y para completar el razonamiento cabe que nos preguntemos ¿dónde se estudia la formación técnica?

Pues bien, la educación técnica tiende a romper la regla, porque se estudia en varias modalidades de servicio de la secundaria, dentro del área de Educación para el Trabajo en la Educación Básica Regular; en los Centros de Educación Básica Alternativa (CEBA), en Institutos y Escuelas de Educación Superior Tecnológica y en Centros de Educación Técnico-Productiva (CETPRO), en el ámbito de la educación formal, pero también en el de la no formal.

En consecuencia, pensar la educación técnica con perspectiva de largo plazo nos conduce, casi obliga, a concebirla como un recurso para la educación de las personas a lo largo de su vida, un recurso articulado a otros que debe generar las posibilidades para que las personas logren el mayor nivel de desarrollo personal y profesional a lo largo de toda su vida.

Esta centralidad en la persona, implica “deslocalización” y “desinstitucionalización” de la educación técnica, lo que le confieren un valor agregado, versatilidad y transversalización respecto al sistema educativo (e incluso fuera del sistema educativo). Pero a la vez genera una complejidad importante para garantizar la calidad y establecer mecanismos adecuados de comparabilidad que permitan el establecimiento de equivalencias.

Esta idea abarca un conjunto importante de desafíos de la Educación Técnica a largo plazo que podemos ubicar en diferentes planos. Quisiera resaltar tres de ellos: uno en el plano de la intersectorialidad, otro en el propio campo educativo y un tercero en la conexión de la educación con los territorios.

En relación a la intersectorialidad

En el plano de la intersectorialidad, se debería instalar en el sistema un conjunto de reglas e instrumentos que permitan el citado establecimiento de equivalencias entre las diferentes formas de aprender, que disponga de fiabilidad garantizada, fomente la diversificación de las trayectorias formativas y sea un instrumento para favorecer la equidad mediante el reconocimiento de aprendizajes previos.

Esto permitiría que la certificación de un conjunto de competencias, identificadas como una cualificación, sirva tanto para la continuación de estudios como para la adecuada inserción o mejora de la inserción en el mercado laboral, independientemente del medio utilizado para lograr esos aprendizajes.

Este instrumento articulador con reglas es el Marco de Cualificaciones, que, por cierto, no es sólo un instrumento para la educación técnica sino de todo el sistema educativo y para la articulación entre el sistema educativo y el mundo del trabajo.

En relación a la educación en general

Ya dentro del sistema educativo, en un escenario de masificación de la educación superior, comprobamos que el 75.7% de la matrícula de educación superior se concentra en carreras universitarias y el 24.3% restante en educación superior tecnológica, pedagógica y artística (calculado a partir de datos del ESCALE del MINEDU y de SIBE de SUNEDU[1]). Sin embargo, según la Encuesta de Demanda Ocupacional del año 2015, sólo un 8% de la demanda de mano de obra de las empresas peruanas de los sectores más dinámicos es de nivel universitario, mientras que el 30% de esta demanda se focaliza en egresados de la formación técnica.

Con estos datos es claro que existe un proceso inflacionario a la educación superior universitaria. Como consecuencia, resulta necesario fortalecer el discurso de la Educación Técnica articuladora del sistema educativo, como modalidad educativa sin techo, no necesariamente terminal y de doble propósito, que permita la inserción adecuada en el mercado laboral y también promueva la formación a lo largo de toda la vida.

Por ello la definición de la vía tecnológica para el bachillerato y la posibilidad de continuar estudios de postgrado supone un “parte aguas” en el tiempo, que antes, consideraba la educación técnica como la hermana menor de la universitaria y después, que ya es hoy, caracteriza una doble vía: la tecnológica y la académica. Este es el segundo gran desafío que resulta adecuado plantear, pues el desarrollo de un subsistema de educación técnica que articule secundaria con formación técnica a CETPRO, IEST y Escuelas y vincule cada uno de estos niveles con sus paralelos en la vía académica está aún pendiente de desarrollo, aunque ya está en marcha.

Tomará aún una serie de años y contará, sin duda, con obstáculos que enfrentar y desafíos que afrontar, como por ejemplo el de evitar la competencia del Estado contra el Estado de la que se acusa de manera incipiente a las Escuelas de Educación Superior; o el de vincular, quizá integrar las instituciones y procedimientos de regulación para licenciamiento o como el de instrumentalizar las pasarelas entre ambas vías (tecnológica y académica).

En conexión con los territorios

El poder de la educación técnica y la mayor de sus perdiciones reside respectivamente en la existencia de pertinencia o su ausencia. Este es un problema que se ubica en el plano que conecta la oferta de formación técnica con la realidad de los territorios. Es un problema reconocido por todos, ampliamente repetido en foros especializados, referido en medios de manera recurrente y recientemente cuantificado a nivel nacional.

Según la Encuesta de Habilidades de Trabajo (ENHAT), una de cada tres empresas advierte que la falta de habilidades es uno de los principales obstáculos que afectan el crecimiento y productividad de la empresa. De acuerdo a ello, existe una brecha externa de habilidades que se refleja en un 47% de empresas que tienen dificultades para ocupar sus vacantes. “Las empresas encuentran mayores dificultades para cubrir las vacantes de profesionales técnicos y empleados administrativos. La principal causa de esta brecha es la falta de experiencia laboral (48%) y de habilidades socioemocionales (32%)… trabajar en equipo, comunicación, responsabilidad, estabilidad emocional, resolución de problemas, liderazgo y manejo de tiempo son las cualidades más escasas entre la mano de obra del país” (Novella et al, 2019). En el ámbito de la educación técnica recién se están iniciando procesos institucionalizados de búsqueda de pertinencia.

El proceso de optimización recogido en la Ley N° 30512 para Institutos y Escuelas de Educación Superior y también en el DL N° 1375 para CETPRO es en realidad el primer intento de institucionalizar una manera de identificar la pertinencia de la oferta de las instituciones de gestión pública y tomar decisiones como consecuencia de ese diagnóstico. Es un proceso recientemente iniciado en el marco del desarrollo de las normas referidas que involucra la participación de actores nacionales y regionales, públicos y privados. Un esfuerzo que tomará varios años completar y que cuando se finalice habrá que comenzar de nuevo, porque la pertinencia de hoy no es la de mañana y porque identificar las actividades económicas pertinentes para el desarrollo de un territorio es una cosa y aterrizar esa pertinencia en las instituciones y sus programas formativos es otra.

Este análisis configura otro gran desafío que reside en la identificación de mecanismos y estrategias que hagan sostenible esa pertinencia, que toman forma, a nuestro entender, en dos tipos de acciones fundamentales, por un lado la creación e instalación de Consejos Sectoriales para la identificación de competencias que demanda el mercado laboral y servirían para poblar el Marco de Cualificaciones y, por otro, la participación de las Direcciones Regionales de Educación con capacidades instaladas que hoy no tienen en el aterrizaje de la pertinencia en programas formativos.

Gráfico 1: Esquema lógico para la sostenibilidad de la pertinencia de la oferta de la educación superior y técnico productiva
Fuente: Elaboración propia

Los tres planos referidos y las líneas de acción planteadas configuran las condiciones necesarias para la pertinencia y la articulación de la educación técnica. Estas son dos patas del sistema. La tercera agrupa las variables que inciden en la calidad, y que incluyen un sistema solvente e integrado de aseguramiento de la calidad, un sistema de financiamiento solvente, el abordaje del desafío vinculado a la brecha de Infraestructura y equipamiento, y el desarrollo del servicio docente. Estas las abordaremos en otra oportunidad.

El futuro

Pensando en la oportunidad que genera el proceso de formulación del PEN al 2036, imaginamos un potente y posible escenario en el que se ha instalado la vía tecnológica de manera integral en nuestro sistema educativo, que incorpora mecanismos para la transitabilidad entre los diferentes tipos de instituciones del sistema y entre las dos vías de desarrollo formativo (tecnológica y académica) que operan con normalidad, cuenta con un Marco Nacional de Cualificaciones ordenador y articulador con un sistema de reconocimiento de aprendizajes previos y un mecanismo para poblarlo de manera permanente que se articula a las necesidades de desarrollo de los territorios de manera que garantiza la sostenibilidad de la pertinencia. Que ese sea nuestro horizonte.

Lima, 13 de setiembre de 2019

BIBLIOGRAFÍA

Novella, R., Alfredo Alvarado, A., Rosas, D. y González-Velosa, C. (2019). Encuesta de habilidades al trabajo (ENHAT) 2017-2018: Causas y consecuencias de la brecha de habilidades en Perú. Lima, Perú.

[1] El último dato de matrícula universitaria de pregrado disponible en el portal de SUNEDU es del año 2016. Se tomaron los datos de ese año del ESCALE para establecer la comparación