Franco Mosso Cobián | EDUCACCIÓN
Estoy sentado en un cuarto con varias personas, en una localidad rural, lleno de inspiración. En cada una de las cuatro mesas se sienta un “popurrí” de todos los roles en educación: estudiantes de varios colegios públicos, madres de familia, docentes, funcionarios locales de educación, directores de colegio. Estamos viendo un video de cómo generar proyectos donde los estudiantes trabajen en equipo para contribuir con las personas de su comunidad. En este cuarto, en un colegio, no hay cámaras, no hay micrófonos, sólo el deseo colectivo de entender la perspectiva del otro y mejorar la educación juntos.
En medio de esta escena leo las noticias sobre PISA 2018 y la diversidad de opiniones. Algunas se focalizan en que el Perú es uno de los 7 países que más ha avanzado en los puntajes, ciertamente el que más ha avanzado en Latinoamérica en los últimos 10 años; otras opiniones se focalizan en el ranking de la prueba, donde somos puesto 64 de 79. Otras opiniones cuestionan la prueba PISA, como un instrumento muy escueto como para entender el progreso educativo. Sumando a esto quisiera agregar dos preguntas para ver cómo podemos hacer sentido de estos resultados.
La primera pregunta que les invito a hacernos es ¿quién está hablando y aprendiendo de esta información? Sentado aquí en el colegio con todo este liderazgo colectivo local, me pregunto qué tan alejada es la prueba PISA y sus resultados de una comunidad educativa rural que podría beneficiarse de tener un diálogo profundo. Quizás para comunidades como esta no es suficiente sólo saber del ranking o que progresamos bastante en la prueba. Quizás podríamos crear algún tipo de producto de aprendizaje que nos habilite en cualquier lugar del Perú a tener un diálogo y luego plantear qué acciones podríamos tomar para mejorar.
La segunda pregunta que les invito a hacernos es ¿qué significa PISA para nosotros? ¿A qué aporta? A mí me ayuda mucho recordar que PISA así como otras iniciativas son parte de un esfuerzo colectivo de la humanidad para re-imaginar y transformar la educación de los estudiantes. Para ir del modelo de una escuela tipo “fábrica” donde lo académico y rutinario es lo único que importa a un modelo donde los niños puedan contribuir con su sociedad en un mundo más volátil, más incierto, más polarizado. Por eso, les invito a ver más allá del ranking y más allá de los scores básicos de lectura, matemática, o ciencia, porque hay más para aprender. Por ejemplo, a nivel mundial: 1 de cada 10 niños puede distinguir opiniones de hechos. Hay un porcentaje de estudiantes que se sienten solos en el colegio. La mayoría de estudiantes piensa que su inteligencia puede crecer a través de los años. Todo esto también lo recoge PISA, y más; no es sólo lo académico.
Entonces, si usted ya escuchó sobre el ranking, pregunte algo más. Porque para la educación excelente y equitativa que queremos alcanzar, nos va a ayudar que más gente en más lugares aprenda sobre lo que ha ocurrido.
De vuelta a este cuarto, en esta comunidad rural, me imagino: que vemos el video sobre proyectos, además vemos el video sobre los principales hallazgos en la prueba PISA y otras evidencias relevantes de diversas fuentes. Que tenemos una conversación para celebrar que somos el país que más avanza, pero también miramos la información para entender realmente qué significa nuestro score. Que nos preguntamos qué podemos hacer juntos por esos estudiantes que en esta comunidad quizás se sienten solos, o que no se sienten inteligentes. Que surge un proyecto de la comunidad en base a ese aprendizaje. Que todos los presentes son parte de ese liderazgo, y que aprendemos, conectamos, nos inspiramos, y actuamos.
Lima, 20 de diciembre de 2019