Crónica desde el vórtice de una desgracia global

Fueron 32 horas en total las que estuvo Jaime en una silla esperando atención, después de una semana de fiebre, con el cuerpo destrozado

Print Friendly, PDF & Email

Gabriela Wiener | El Diario

Desde que todo esto empezó, imagino a cada persona acudiendo a una ficción distópica, apocalíptica o alguna epidemia letal en su cabeza que le sirva para hacer paralelos absurdos, reírse solo o desconectar de la que estamos experimentando en la vida real. A mí la que me persigue es la de Ben Hur. Cuántas veces he querido obviar la posibilidad del contagio y entrar a esas cuevas pestíferas, levantar a mi marido y a mi hije en brazos y sacarlos de ahí, como hace Judá con su madre y hermana, reestituyéndoles la humanidad, alejándolas de la marginación y el estigma. Pero no lo hago. Las “impuras”. Así les decimos a Jaime y a Coco para bromear un poco. La mitad de nuestra casa es el Valle de los leprosos. La otra mitad es aún “el país de la salud”, como llamó Cristopher Hitchens a ese lugar del que se había alejado para internarse definitivamente en el territorio de la enfermedad… Leer más