El nuevo orden tras el coronavirus

Retomaremos nuestros hábitos tras el confinamiento, pero en la lucha contra el cambio climático el Covid-19 tendría que suponer un cambio radical en nuestro modo de producir, comerciar y consumir

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Cándido Méndez y Gregorio Martín | El País

Estamos bajo un ritmo de acontecimientos que dificultan una meditación tranquila sobre prioridades factibles, en un futuro cada vez más cercano. Desde 2007, fecha en la cual podemos datar el origen de la transformación digital (entonces nació el i-phone y la G-4 se empezó a instalar), ésta empezó a alterar el empleo, que hoy sabemos que tiene efectos duales: sueldos muy altos para una minoría y cada vez más bajos para la mayoría de los trabajadores. Al mismo tiempo, proporciona una gran sensación de bienestar a los usuarios que ya viven en ella. Años después nos dimos cuenta de lo poco que sabíamos sobre el efecto que puede tener en el empleo la incipiente e imprescindible descarbonización.

La conclusión hasta la aparición del coronavirus fue que, al menos en Europa, los análisis tecnológicos y políticos de ambos procesos no podían desligarse, razón por la cual acuñamos el acrónimo 3D (digitalización, descarbonización y trabajo con derechos). En su enunciado estaba el rechazo implícito de las posibilidades relacionadas con el fin del trabajo y otras tendencias planteadas en este sentido. En este contexto nos ha explotado la gran crisis del coronavirus, con todas sus incertidumbres y con la única certeza que el ‘día después’ de la urgencia sanitaria no será un regreso al ‘día antes’. Muchas certidumbres y convicciones estarán en una profunda tela de juicio, y en el resto de nuestro ciclo vital viviremos cambios propios de una postguerra, aunque es demasiado pronto para atisbar su profundidad… Leer más