Al entrar a Zoom no solo perdimos el salón de clases

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THE NEW YORK TIMES | KAREN STRASSLER

Cuando la vida era normal, mis estudiantes y yo nos reuníamos en aulas.

Mis favoritas son las pequeñas y acogedoras donde nos sentamos de frente alrededor de una mesa de seminario y la conversación fluye con facilidad. Los grupos de tamaño mediano se reúnen en un aula cuadrada con ventanas a lo largo de un costado. Más o menos por esta época del año, hace un calor insoportable por la tarde, a medida que entra la luz primaveral. Mis alumnos se encorvan soñolientos en esos incómodos mesabancos, dispuestos en hileras desordenadas, mientras yo camino en la parte frontal del salón, tratando de despertar su interés en algún tema antropológico oculto. En ocasiones tengo éxito. Las clases introductorias se imparten en un salón de conferencias grande y, desde mi perspectiva privilegiada al fondo del salón, veo hileras de estudiantes sentados organizadamente ante mí. Hace poco empecé a utilizar gafas oftalmológicas para poder distinguir sus rostros, que habían empezado a verse borrosos a consecuencia de mi entrada a la mediana edad… Leer más