Kimberly Alarcón Rojas
Una reflexión sobre los instrumentos para la mejora de la gestión educativa:
incentivos monetarios y sentido de propósito, dos caras de la misma moneda
El Plan de Incentivos Municipales (PIM) y los Compromisos de Gestión y Asignación de Recursos son instrumentos de Presupuesto por Resultados que buscan impulsar reformas dirigidas a mejorar la gestión de la educación, en el marco del proceso de descentralización. Estos instrumentos funcionan según la lógica de los programas de transferencias monetarias condicionadas, en los que se asigna una cantidad de dinero luego de la verificación del cumplimiento de una determinada condición.
Cabe señalar que los programas de transferencias monetarias condicionadas se han extendido por América Latina en los últimos años con una fuerte aceptación, sustentada por evaluaciones de impacto positivas que demuestran su efectividad. No obstante, se están realizando actualmente algunos análisis interesantes sobre la sostenibilidad de los buenos resultados alcanzados inicialmente.
Para el caso de la gestión de la educación en el Perú, es necesario no solo incentivar económicamente el logro de metas altas sino también procurar el compromiso de las autoridades y funcionarios de los gobiernos sub-nacionales a fin de garantizar resultados sostenibles. Si se perdiera esto de vista, podríamos estar en el camino de los que lograron rápidamente buenos resultados, pero por las razones equivocadas. Diversas investigaciones sostienen que las personas no solo actúan motivadas por el incentivo económico, sino también (y hasta con mejores desempeños) por el sentido de propósito y compromiso hacia la tarea encomendada. Vale la pena prestar atención al mensaje del siguiente video sobre un estudio realizado en Estados Unidos sobre cómo afectan los incentivos monetarios a las personas, así como incentivos de naturaleza distinta, como el sentido de propósito:
¿Por qué es importante considerar esto? Porque las metas esperadas tanto en el PIM como en los Compromisos de Gestión implican no solo el cumplimiento mecánico de una tarea, sino que demandan también creatividad, voluntad y desarrollo de habilidades por parte de los funcionarios en las regiones, a fin de que las mini reformas esperadas puedan materializarse. Sabemos lo difícil que puede ser para algunas regiones contar con el servicio de distribución de material educativo a todas las Instituciones Educativas de su circunscripción a fines de cada año. Si se quiere revertir esa realidad, los funcionarios tendrán que ser capaces de hallar soluciones creativas dentro del marco de la ley, para poder garantizar el cumplimiento de la meta.
Es ahí donde se presenta el riesgo. ¿Qué pasaría si la lógica de cumplimiento va sólo por el lado de la obtención del incentivo monetario y se pierde de vista la necesidad de garantizar el derecho a la educación de calidad, con incentivo monetario o sin él? Es por ello que se necesita realizar un trabajo simultáneo, que apunte a la mejora de la gestión no solo por el lado del cumplimiento de condiciones que generan una transferencia monetaria, sino también por el lado de fortalecimiento de capacidades y la concientización sobre la urgencia de la mejora educativa. Esta consciencia y esa mayor capacidad deben quedar instaladas no solo en los funcionarios, sino en las instituciones.
Finalmente, es propicio destacar la importancia de una mirada de largo plazo sobre las herramientas señaladas a manera de ejemplo. Como país, desde el gobierno nacional, estamos ahora en la capacidad y contamos con las condiciones para ofrecer este tipo de incentivos monetarios para generar cambios. Pero, ¿qué pasará cuando la situación no sea igual de buena en el futuro?, ¿por cuánto tiempo planeamos trabajar en función a transferencias condicionadas y cuáles son los cambios que se esperan logran en ese horizonte? Son preguntas que motivan la reflexión.
Artículo: Kimberly Alarcón Rojas
Fotografía (c) Ioce
Lima, 30 de setiembre de 2014