Alex Ríos Céspedes | EDUCACCIÓN
Entre el 20 al 29 de marzo realizamos una encuesta en línea donde le preguntamos a las personas cómo les afectaba el aislamiento obligatorio y el toque de queda que había establecido el gobierno peruano como medida para contrarrestar el crecimiento exponencial del covid-19. Cuando se inició el aislamiento obligatorio el 16 de marzo, el gobierno incluyó un “toque de queda” que se iniciaba a las 20:00 y duraba hasta las 5:00 horas. El 26 de marzo, las medidas se extendieron hasta el 12 de abril y se endurecieron aún más con un toque de queda que se extendió desde las 18:00 horas hasta las 5:00. En las regiones de Lambayeque, Piura y Loreto donde el crecimiento de contagios se hacía exponencial, el toque de queda empezaba a las 16:00 horas. El 8 de abril, el gobierno vuelve a extender la cuarentena por tercera vez hasta el 26 de abril. En ese momento, entre el 14 y 19 de abril, volvimos a realizar la misma encuesta utilizada en marzo. Para entonces ya habían pasado 5 semanas de aislamiento. El toque de queda continuaba desde las 18:00 hasta las 5:00 horas y habían pasado alrededor de 5 semanas de aislamiento.
No existe duda que el aislamiento obligatorio y el toque de queda han sido medidas indispensables para controlar el contagio exponencial del covid-19, de la misma manera como no existe duda de su efecto en la salud mental, cuánto más prolongado sea el aislamiento. Se menciona mucho que, en Perú, se han aplicado las medidas más severas de aislamiento. Varios especialistas han ofrecido sugerencias para afrontar los efectos del aislamiento que van desde establecer horarios, definir tiempos para actividad física, contar con espacios de privacidad, evitar la sobreinformación de noticias sobre el covid-19, entre otros. Considerando lo extraordinario y sin precedentes de las medidas, muchas de las recomendaciones se han basado en sucesos aproximados.
Con lo mencionado, ¿Cómo nuestra salud mental estaba siendo afectada luego de cinco semanas de aislamiento obligatorio y toque de queda? En el siguiente gráfico, mostramos la percepción de las personas que respondieron el cuestionario sobre cómo se sienten en comparación a sus vidas previas al aislamiento.
Algunos alcances:
- Desde el primer momento del aislamiento, la principal fuente de preocupación ha sido la situación de los familiares, algo que con el paso de los días se ha ido incrementando. Alrededor del 74% afirma tener una preocupación por sus familiares. El riesgo de contagio de aquellos familiares, muchos de ellos a quienes no se puede ver, ha sido una razón constante de intranquilidad y desasosiego para las personas.
- El efecto en la salud mental se ha incrementado notoriamente entre la primera y la quinta semana de aislamiento. Los principales efectos se presentan en los sentimientos de frustración y rabia que se incrementó de 28% a 49% en relación a lo que se vivía previo al coronavirus; la sensación de tristeza trepó de 28% a 47%; la sensación de estrés de 36% a 55%; y la sensación de soledad de 12% a 26%.
- En el ámbito de la familia, el efecto del aislamiento en las relaciones familiares no es tan dramático. Los problemas relacionados con la crianza de los hijos se han incrementado con el paso de los días, pero no representa aún un problema mayor en comparación al que ocurre, por ejemplo, con el trabajo.
- En el ámbito del trabajo, ha existido un cambio sustancial que se ha convertido en una fuente de preocupación y estrés. Como se observa, luego de pasado las primeras semanas, se ha pasado del 30% al 51% de personas que afirman que perciben una mayor carga de trabajo, lo que está relacionado a percibir una mayor presión laboral de 21% al 37%.
Aunque la información recolectada tiene un sesgo al ser voluntario, se puede tener una mejor claridad y certeza de la forma como afecta el aislamiento en las personas. Posiblemente las palabras de una persona entrevistada por Mauricio Saravia reflejen mejor lo inexpresivo de los porcentajes: “¿Qué siento por el Coronavirus? Rencor, odio. Nos ha afectado: a mis papás no los veo, viven en SJL. La enfermedad aleja a la familia. También puede ser miedo, a contagiar, los que no tenemos tanta capacidad económica podemos contagiarnos y morirnos. Así como el caso que tuvo dinero y buena clínica se aisló y salió airoso, adecuadamente, los de escasos recursos vivimos hacinados y no podemos pagar por la atención. Mis suegros son mayores de 70 y con mayor riesgo: hipertensa y obeso.” [1]
Para la quinta semana, el efecto en la economía y el trabajo empezaba a recrudecerse[2]. También es altamente posible que, en la actualidad con 12 semanas de aislamiento, los efectos se hayan incrementado. El prolongado aislamiento, la situación laboral y los casos de covid-19 en personas conocidas confluyen para socavar la salud mental de las personas.
La información recolectada también coincide con estudios realizados en China. En ese país, del 31 de enero al 2 de febrero de 2020, se realizó una encuesta en línea que incluyó a 1210 encuestados de 194 ciudades en China. En total, el 53.8% de los encuestados calificó el impacto psicológico del brote como moderado o severo; 16.5% reportaron síntomas depresivos moderados a severos; 28.8% reportó síntomas de ansiedad moderada a severa; y 8.1% reportó niveles de estrés moderados a severos. 84.7% de los encuestados pasó de 20 a 24 horas por día en casa y 75.2% estaba preocupado de que sus familiares contraigan covid-19[3]. Basado en estudios similares, EsSalud ha concluido que los problemas de salud mental más frecuentes detectados en la población en aislamiento por covid-19 son (i) Ansiedad; (ii) Depresión; (iii) Estrés agudo; y (iv) Calidad del sueño disminuida. El tamizaje establecido por el MINSA incluye, además, diagnosticar transtorno de adaptación, transtorno postraumático, maltrato, abuso de alcohol u otras sustancias, o conducta suicida. La Organización Panamericana de la Salud ha recomendado algunas simples estrategias:
- Mantener redes de contactos;
- Establecer rutinas o nuevas actividades
- Actividades de relajación, distracción y ejercicio físico
- Control de la cantidad de la información sobre el virus
Pero el covid-19 y el aislamiento obligatorio no sólo han generado efectos negativos. Desde el primer momento también han generado una sensación de unión desde el nivel familiar hasta el nivel nacional como lo muestra el siguiente gráfico. La integración familiar se ha fortalecido comparado a lo que ocurría antes de la pandemia, lo mismo que la solidaridad con los demás y la identidad con el país dispuesto a vencer la adversidad.
De los mencionados, la identidad con el país ha decaído con el paso del tiempo, pero se mantiene un capital aún. Los embates de la pandemia y la pobreza corroen una mirada en conjunto, pero quedan reservas. El camino que resta todavía es largo. Esperemos paliar el efecto en nuestra salud mental y apoyarnos en los lazos familiares y la empatía por aquellos que más son afectados.
[1] Saravia, Mauricio (2020) El Golpe del Martillo. Lima: In Target https://drive.google.com/file/d/1c_wvWUft3jiJ6A-Up-0j94cCGg1ENXGU/view?fbclid=IwAR3DFcBXInQnA7WcgRMHtgcPwym2oq5PELwX5AOC3IjVb09yraXdKCm4m-k
[2] Parte del sesgo en la muestra es que posiblemente se trata de una muestra de quienes no fueron afectado en su trabajo, pero también es posible que en ese momento aún no había afectado en el trabajo.
[3] Wang C, Pan R, Wan X, Tan Y, Xu L, Ho CS, et al. Immediate Psychological Responses and Associated Factors during the Initial Stage of the 2019 Coronavirus Disease (COVID-19) Epidemic among the General Population in China. International Journal of Environment Research and Public Health. March, 2020, 17, 1729
Lima, 08 de junio de 2020