Kimberly Alarcón y Jeroen Aarssen | EDUCACCIÓN
Rafael es un niño de 5 años, cariñoso y muy activo en casa, estudiante de educación inicial de una institución educativa pública en Ventanilla, Callao. Él, al igual que muchos estudiantes de las escuelas públicas del país, sigue las programaciones de Aprendo en Casa por la televisión y tiene una maestra que no ha desmayado, durante estos casi 90 días de confinamiento, en la tarea de seguir acompañando el aprendizaje de sus estudiantes de manera remota.
Rafael tiene un espacio en casa destinado a las tareas del jardín: ahí están sus dibujos, sus rimas, su línea de tiempo, su teatro con personajes, la bandera del Perú hecha por él mismo. Este espacio creado con el apoyo de su familia y fomentado por su maestra le ha permitido continuar con su dinámica escolar en un espacio formativo no formal. Desde luego, la tarea no es sencilla y demanda esfuerzo y tiempo tanto por su maestra, como por la familia y el mismo Rafael. Sin duda alguna, Rafael no ha dejado de aprender en todo este tiempo, y aunque no sea exactamente lo mismo o como en el aula de su jardín, de ninguna manera este aprendizaje es menos importante.
Entonces, ¿qué están aprendiendo estudiantes como Rafael resguardados en sus casas en tiempos de COVID – 19? Pues están aprendiendo a adaptarse a situaciones nuevas e inesperadas, desarrollando actividades mentales complejas necesarias para alcanzar metas; es decir, están fortaleciendo sus funciones ejecutivas. Las funciones ejecutivas (FE) son procesos en el cerebro que controlan sus actividades, de modo que, si estos procesos funcionan bien, tendremos personas con un comportamiento autorregulador bien desarrollado.
Cuando un niño o niña está en el jardín o la escuela, se espera diferentes comportamientos en diferentes momentos: en un momento se espera que se sienten en silencio y escuchen un libro que se les lee, en otro se les permite correr y hacer mucho ruido; en algunas actividades se pide a los niños que cooperen, discutan y tomen decisiones compartidas; en otras se les pide que trabajen individualmente, sin ser distraídos por otros. Este cambio de un tipo de comportamiento a otro requiere una autorregulación sólida. Cuando los niños saben qué esperar en ciertas situaciones y qué hacer, estarán más cómodos en situaciones nuevas. Experimentar estas nuevas situaciones y, al mismo tiempo, ser guiado por adultos, es extremadamente útil para desarrollar la función ejecutiva.
En la nueva situación de la crisis de covid-19, los niños y niñas se enfrentaron a un nuevo conjunto de normas y reglamentos como mantener la distancia social, permanecer en casa, lavarse bien las manos; pero también tuvieron que darse cuenta de que estar en casa no es equivalente a estar de vacaciones. De ese modo, tuvieron que reconocer y diferenciar los momentos dedicados a hacer las tareas de la escuela, o las tareas del hogar, o los momentos de recreación o vida cotidiana. Así como los adultos, los niños y niñas también tuvieron que adaptarse a una nueva rutina diaria, pues la que incluía ir a la escuela cambió por completo. Esto ha puesto una carga tremenda en su flexibilidad cognitiva (que es uno de los elementos de la autorregulación) pues, así como repentinamente tuvieron que dejar de ir a la escuela sin saber exactamente cuánto tiempo duraría este cambio, así también algunos estudiantes tendrán que acomodarse a una nueva rutina ahora que el gobierno opte por la apertura de algunas instituciones públicas en el país.
¿Es extraño preguntar si el desarrollo del lenguaje y las habilidades matemáticas se ve afectado por el tiempo en cuarentena? No, no lo es. Sin embargo, sí es extraño que en las discusiones sobre los efectos educativos de la crisis apenas se preste atención a la función ejecutiva y la autorregulación. La situación de confinamiento, de recibir algún tipo de educación en el hogar (ya sea a través de la computadora o la televisión, y a veces de los padres) crea una situación particularmente retadora y útil para estimular la función ejecutiva de niños y niñas; les enseña a los niños que las situaciones, incluso las que parecen inmutables, pueden cambiar y pueden requerir comportamientos diferentes.
En esta tarea, el rol de los padres, madres o cuidadores es crucial como guías y mediadores de estos aprendizajes. Desafortunadamente, habrá un grupo de ellos que no podrán responder efectivamente a esta demanda, principalmente por los que más sufren la crisis actual con problemas como la pobreza o el desempleo. Frente a esta realidad, la respuesta del Estado no debería ir principalmente por el camino de la recuperación de clases durante el verano donde los estudiantes puedan poner al día sus habilidades de lectura y matemáticas, sino por buscar mecanismos que permitan a los padres y madres de familia contar con tiempo para fortalecer sus competencias parentales y así puedan ayudar a sus hijos a comprender el nuevo mundo post crisis sanitaria y guiarlos para el desarrollo de sus funciones ejecutivas.
A pesar del contexto retador en el que le ha tocado vivir a Rafael, él tiene la fortuna de contar con una familia que está cuidándolo y guiando su aprendizaje más allá de solo aprender a escribir su nombre y a contar. Él es uno de los casos que ilustra el esfuerzo conjunto de las familias y docentes para el logro de aprendizajes de los estudiantes, aún en contexto de cuarentena. Estos aprendizajes que no se miden con evaluaciones estandarizadas, son tan importantes que tienen impacto no solo ahora sino también a futuro. Es momento de que también hablemos de ellas, para que, reconociendo su importancia, podamos dedicarle más esfuerzos para desarrollarlas.
Lima, 8 de junio de 2020
Jeroen Aarssen (1964). Maestría en lingüística aplicada (Universidad de Tilburg) y turco (Universidad de Utrecht), y doctorado en desarrollo bilingüe de niños turcos en los Países Bajos. Trabajó 11 años como investigador del desarrollo multilingüe del lenguaje en la Universidad de Tilburg. Entre 2001-2019, en Sardes (Utrecht) fue gerente de proyectos, asesor de educación inicial y primaria, formador de docentes, desarrollador de materiales de aprendizaje y cursos de capacitación. Trabaja en la Función Ejecutiva en niños pequeños desde 2009. Dirigió varios proyectos internacionales de educación primaria y la primera infancia. En 2020 comenzó su propio negocio (AllesindeWind) como consultor de educación de la primera infancia y es miembro de la Junta de la International Step by Step Association, ISSA.