Paul Barr Rosso | EDUCACCIÓN
Dos jóvenes asesinados, varios heridos y, hasta el momento en el que escribo este artículo, más de cuarenta desaparecidos. Este es el saldo de una de las manifestaciones más grandes que ha visto el Perú desde los inicios del 2000. Sin embargo, esto no es lo que reflejaron la mayoría de canales de señal abierta. Varios periodistas denunciaron censura. Vimos que, para deslegitimar una expresión ciudadana mayoritariamente pacífica, las notas periodísticas se centraron en rejas caídas y otros daños materiales. Ayer, cuando la gente marchaba a oscuras por el centro de Lima, la televisión peruana pasaba dibujos animados. A los que tenemos cuarenta años, o más, esta historia ya nos es conocida.
La construcción de relatos es importante. Lo que recuerda la gente y el juicio que hacen de los acontecimientos depende de cómo se contó la historia. Orwell, en su novela 1984, nos describe las distintas facetas que caracterizan a los regímenes totalitarios, entre ellas, la construcción artificial de noticias y la eliminación de personajes y hechos incómodos. Posverdad le llaman, pero, para ser claros, es la mentira deliberada a través de medios de comunicación.
La diferencia entre las marchas de hoy y las de hace veinte años es la existencia de celulares inteligentes al alcance de la mayoría de las personas que asistieron. Según Marco Sifuentes, durante los últimos días las interacciones en Instragram y Tik Tok crecieron exponencialmente. Las redes sociales son algo más que fotos de viajes y videos cortos de pasos de baile, son potentes instrumentos de movilización ciudadana. Muchas de las manifestaciones recientes, en el Perú y en el extranjero, han sido organizadas a través de estos medios. Recordemos la primavera árabe, Black lives matter, Ni una menos, entre otras.
Es interesante cómo las personas podemos informarnos a través de estos medios para acceder a lo que realmente está pasando en las calles. Esta capacidad abre muchas posibilidades. No somos más espectadores pasivos, somos productores de contenidos. Durante estos días, por ejemplo, Amnistía internacional difundió guías para grabar a los policías en el ejercicio de sus funciones y así poder denunciar arbitrariedades. Así nos enteramos del uso indiscriminado de gases lacrimógenos, del apagón en el Centro de Lima, de los disparos contra civiles y, lamentablemente, de los heridos y muertos. Así también se articularon las respuestas a todo nivel: asistencia a las calles, cacerolazos, advertencias sobre rutas y cuidados, reacciones frente a los abusos y búsqueda de los desaparecidos. A través de las redes, toda esta información llegó a gran parte del país y a la comunidad internacional. El domingo 15 estuvimos juntos sin estar en el mismo lugar, sin importar nuestra procedencia, sexo, edad, orientación sexual o cualquier circunstancia más allá de nuestro amor por este país y su gente.
Las redes son un instrumento potente que todos/as deberíamos saber y poder usar. Para informarnos o comunicar a través de estos espacios es importante tener en cuenta algunos elementos esenciales, como el usar fuentes serias y verificar las noticias, ser consciente de la existencia de sesgos (propios y ajenos) y evitar las burbujas de filtro, buscando información más allá de lo que nos sugieren los clásicos motores de búsqueda en internet. Además, es importante no perder de vista que las redes sociales están diseñadas para que pasemos mucho tiempo en ellas, por lo que nuestra intención al usarlas y el tiempo y presencia que les asignemos en nuestras vidas deben estar definidos.
Escribo estas líneas con un tono distinto y sentimientos encontrados. Realmente esperaba no tener que estar sumido en la pena por los muertos y heridos, pero esta es nuestra realidad. Al mismo tiempo, siento un gran orgullo por todos los que, de una u otra forma, alzaron sus voces, especialmente por los y las jóvenes que nos enseñaron que este país tiene un grupo importante de personas que buscan un futuro mejor y están dispuestos/as a reclamarlo. Esta vez las redes fueron decisivas y es importante ser conscientes de su potencial para construir y sumar de una manera muy efectiva. Este aprendizaje debe ser la base para recorrer el camino que nos queda para construir el proyecto país.
Lima, 16 de noviembre de 2020