Ana María Guerrero | Plataforma Mujeres
Hace algunas décadas se viene hablando sobre la proliferación de trastornos mentales, tanto en el diagnóstico, en el negocio farmacéutico como en la enunciación del malestar subjetivo. Con menos frecuencia, en cambio, de su relación con el funcionamiento de la sociedad. Pensar salud mental, antes de apuntar a la patología, es pensarla primero como ese más o menos intento que todos hacemos por conciliar nuestros deseos y voluntad con las múltiples exigencias del entorno. Se trata de una noción ampliada sobre salud mental, que nos permite pensar al sujeto y sus contextos. No basta, entonces, hablar de lo preocupante que es la prevalencia de los trastornos mentales ni de lo extendido y agudo o grave que se presenta el padecimiento hoy. En el precario contexto de nuestro país, marcado por golpes de estado, ofensivas conservadoras, fragmentaciones políticas, precarización en los servicios que garantizan el acceso a los derechos, olas de protestas, etc., lo que toca es notar ese inmenso desfase que hay entre la política y la salud mental en su sentido más cotidiano del término. De qué manera nos hemos respondido, quién somos y quiénes somos delante de otros, o si acaso nos lo hemos podido preguntar dentro de este horizonte estable en nuestro país que ha sido, y sigue siendo desde hace 40 años, el proyecto neoliberal… Leer más