Angela Zelada Vereau | EDUCACCIÓN
Marco es un adolescente de 16 años que vive en Villa María del Triunfo, tenía algunos planes para su futuro, solía conversar con sus amigos sobre sus sueños de emprender alguna actividad, estudiar y viajar. Pero desde que se inició la pandemia sus sueños se truncaron: se ha visto sólo, encerrado, sin amigos, sin colegio, sin salidas. Tuvo que dejar de estudiar hace casi un año, porque nunca pudo conectarse a sus clases: en su casa sólo su mamá tiene un celular y lo usa para trabajar.
Como Marco millones de niños, niñas y adolescentes fueron perjudicados por esta pandemia, están emocionalmente afectados, con problemas de salud mental, ansiedad, depresión, con miedo ante su situación, no dejan de sentir temor por su futuro. Si no hacemos algo por estas generaciones, indefectiblemente vamos a tener una sociedad enferma, compuesta de personas cuyos trastornos van a repercutir en las familias y las escuelas.
Ante esta situación, la Asociación Educativa Convivencia en la Escuela, que este mes cumple 8 años al servicio del bienestar socioemocional de niños, niñas y adolescentes de nuestro país, plantea una alternativa de solución: el Programa Educativo Convivencia, a través del cual y en base a las experiencias previas realizadas de modo presencial (Jóvenes Voluntarios en Acción contra la Violencia Escolar y el Bullying) y Virtual (Ciudadanía Digital) permite desarrollar un modelo para prevenir la violencia a través de ejes tan importantes como la educación para la paz, la educación para los Derechos Humanos y la educación en valores.
Nuestro programa desarrolla estos ejes en determinados espacios de intervención que tienen que ver con las prácticas docentes y de clase; las prácticas directivas y de gestión administrativa y la participación de padres de familia, además de otros miembros de la comunidad local que apoyen la labor de la escuela en favor del aprendizaje y la formación integral de los estudiantes.
A lo largo de este tiempo Convivencia en la Escuela ha generado espacios de escucha y atención para cientos de estudiantes, que han podido encontrarse a sí mismos. Fructífera experiencia que es motivo de orgullo para nuestra institución. Sabemos que tenemos el mejor programa para atender esta problemática. Pero también somos conscientes de los enormes desafíos de sostenibilidad que afrontamos y la imperiosa necesidad de involucrar más protagónicamente al empresariado, además desde nuestra práctica y experiencias, esperamos poder aportar al diseño de una política pública que promueva el desarrollo de las condiciones favorables para el retorno a clases.
El voluntariado universitario especializado, que promueve hace ocho años nuestra institución, adaptado al contexto actual en el que vivimos, y que nos hace estar al día de hoy presentes en 51 colegios de Lima Metropolitana, es la fórmula para abordar desde temprana edad los problemas de violencia en un contexto de vuelta a la clases presenciales.
El programa Convivencia va generando procesos que desencadenan la adopción de nuevos patrones de conducta entre los estudiantes. Lo que además de mejorar su relación, repercute también significativamente en el aprendizaje y disminuye los índices de violencia escolar. Represalias, ciberacoso, ansiedad, depresión, son condiciones negativas que se controlan y disminuyen originando un mejor clima escolar.
Nuestro propósito es enseñarles a los niños y adolescentes a convivir pacíficamente, mediante diversas estrategias a nivel del alumno, de la clase, de la escuela. La vuelta a clases en un entorno post pandémico configura un escenario complejo y diferente para salvaguardar la salud mental y el bienestar emocional de los y las estudiantes. En este sentido, Convivencia propone un modelo social para prevenir y erradicar el bullying, ciberbullying, grooming y prácticas nocivas para niños, niñas y adolescentes.
Lima, 15 de septiembre de 2021