Fernando Llanos Masciotti | EDUCACCIÓN
El concurso de nombramiento docente no se reduce -como dicen algunos- a una prueba escrita. No es así. Hay dos etapas: una prueba de lápiz y papel, cierto, llamada también Prueba Única Nacional. Quizás lo de “única” puede llevarnos a pensar que es la única prueba que se aplica. Pero no. Lo de “única” parece referirse a que es la única prueba que aplica el Minedu a todos los docentes. Porque hay otra segunda evaluación: la evaluación descentralizada, que se da en cada una de las regiones.
La evaluación descentralizada incluye observación de aula, entrevista y trayectoria profesional. Hay quienes cuestionan la prueba escrita y señalan que más bien debería evaluarse la capacidad de planificación del docente y la puesta en juego en una sesión de clase, es decir, su desempeño docente. Pero esto sí se evalúa en la evaluación descentralizada; incluso hay una rúbrica que permite mirar con detenimiento no solo lo que planifica el docente sino como la sustenta.
También hay quienes manifiestan que debería tomarse en cuenta los concursos y méritos ganados en innovaciones educativas, la especialización en formación bilingüe, su trabajo en escuela rurales. Sin embargo, esto también se toma en cuenta en la evaluación descentralizada en el rubro de Valoración de la Trayectoria Profesional: qué grado tiene, títulos de especialidad, si es ganador del concurso nacional de buenas prácticas docentes, proyectos de innovación docente, si ha tenido experiencia docente en escuelas ubicadas en zona rural, de frontera, Vraem, entre otros.
Entonces la discusión no va por el lado de que alguien sea un buen docente porque responde correctamente una prueba escrita. Sabemos, claro, que no es suficiente. Y, por eso mismo, la evaluación docente del Ministerio de Educación sí contempla la evaluación del desempeño docente en su práctica, y su recorrido profesional y méritos en concursos.
¿En qué consiste la prueba escrita?
El objetivo de la prueba escrita es medir habilidades mínimas que cualquier profesional debería tener para desempeñarse, por ejemplo, como docente que tiene niños, niñas y adolescentes a su cargo. Para enseñar comprensión lectora a los estudiantes, el docente debe ser un buen lector; para enseñar matemática o cualquier otra materia que implique razonamiento, deducciones y resolución de problemas, el docente necesita ser un buen razonador lógico. Digamos que son prerrequisitos básicos. En esa lógica, esta primera evaluación escrita (prueba única nacional) es una condición o filtro para que los postulantes puedan rendir la segunda etapa de evaluación, la descentralizada, en la que se mediría su desempeño en el aula o la sustentación de su planificación y su trayectoria profesional.
Entonces lo que se podría discutir y reflexionar es:
- ¿Qué tan difícil es esta prueba escrita que solo el 10% de postulantes aprueba?
- ¿La prueba escrita debería ser un filtro para rendir la siguiente etapa de la evaluación?
¿Qué tan difícil es esta prueba escrita que solo el 10% de postulantes aprueba?
La prueba escrita está dividida en tres partes o subpruebas: Comprensión lectora (25 preguntas), Razonamiento lógico (25 preguntas) y Conocimientos pedagógicos de la especialidad (40). Tiempo de evaluación: 4 horas y media (270 minutos). Tiempo promedio de 3 minutos por pregunta. Todas las preguntas son de opción múltiple y de tres alternativas.
La parte de Comprensión lectora comprende 5 textos: uno narrativo y los otros cuatro, entre expositivos y argumentativos, artículos de divulgación científica. En el año 2019, entre estos últimos, tres versan sobre temas de educación (sobre el uso de celulares en las aulas, sobre el proyecto indigenista de educación de Arguedas y Encinas, sobre la educación y la diversidad) y uno sobre otro tema (sobre el impacto ambiental de la extracción minera del litio). Son textos medianamente complejos con una extensión promedio de 850-1000 palabras. Son 5 preguntas por texto. Hay preguntas sencillas, como las de ubicar datos explícitos en el texto y reconocer secuencia temporal de hechos. Otras preguntas medianamente complejas como las de deducir propósito, ideas principales, conclusión, significados y sentidos de frases o párrafos, contrastar opiniones. Por ejemplo:
Las preguntas de Razonamiento Lógico indagan por la capacidad del postulante para resolver situaciones, proponer premisas y secuencias lógicas para hacer deducciones, inducciones, interpretar datos cuantitativos y evaluar relaciones y combinaciones.
En la parte de Conocimientos pedagógicos de la especialidad, las preguntas no se refieren a la memorización de conceptos, sino al uso de principios pedagógicos fundamentales (de acuerdo a los documentos curriculares y a teorías pedagógicas vigentes) para resolver ciertas situaciones o casos posibles que pueden ocurrir en el aula.
Para ver toda la prueba de nombramiento del 2019 AQUÍ.
De la subprueba de comprensión lectora (25 preguntas) y de razonamiento lógico (25 preguntas), se requiere que al menos los docentes respondan correctamente 15 preguntas por cada una de esas dimensiones. De la subprueba de conocimientos pedagógicos (40 preguntas) se requiere la resolución mínima de 20 ítems. Es decir, se debe responder mínimamente entre un 50% y 60% de las preguntas de la prueba escrita para pasar a la segunda etapa de la evaluación.
De acuerdo a los resultados de la evaluación de 2019, un promedio de 60% aprobó la parte de comprensión lectora, 18%, la de Razonamiento Lógico y un 26%, la de Conocimiento Pedagógico. Pero solo un estimado de 8% alcanzó el puntaje mínimo de la Prueba única Nacional en su conjunto y llegó a la segunda parte de la evaluación.
A mi parecer, la prueba escrita es medianamente compleja: los textos y los temas son apropiados. Estos últimos aluden al mundo de la educación. Las preguntas indagan por los aspectos más relevantes de la comprensión lectora (en especial, las habilidades inferenciales globales y críticas); las preguntas de razonamiento lógico aluden a situaciones en las que se necesitan hacer cálculos elementales (regla de tres simple, por ejemplo) o enfrentarse a algunas otras situaciones que en un principio pudieran parecer desconcertantes, pero que luego de un proceso de revisión y análisis, son alcanzables de resolver; las preguntas de Conocimientos pedagógicos resultan apropiadas: los casos y situaciones presentadas son pertinentes y ofrecen la oportunidad de ser resueltas desde una mirada pedagógica cercana a un enfoque curricular por competencias.
Sin embargo, también es necesario reconocer que toda prueba escrita de opción múltiple no solo mide -como en este caso- la habilidad lectora, el razonamiento lógico y los conocimientos pedagógicos, sino la capacidad de análisis y discriminación entre las alternativas y entre cada una de las alternativas y el texto, caso o problema. En otras palabras, hay que tener cierta habilidad para responder pruebas de este tipo, cierto grado de familiarización con estos formatos y prácticas evaluativas. El uso equilibrado del tiempo. Cómo evitar errores. Deducir alternativas correctas en comparación con otras. Cierto grado de velocidad para resolverlo en un tiempo determinado. Estimación.
Quizás una de las formas de mejorar las condiciones de la evaluación escrita, sería otorgar al postulante un poco más de tiempo, pues no se trata de medir la velocidad en que se desarrolla la prueba. Para ello, por supuesto, habría que indagar si el problema es el tiempo. Me preguntaría: ¿Les queda corto el tiempo a los docentes? ¿Hay cierto efecto de cansancio al resolver las últimas preguntas? ¿Será que, presionado por el tiempo, algunas preguntas las responda al azar? ¿Podría la prueba escrita ser más corta?
En todo caso, independiente de la extensión, el tiempo y el probable efecto cansancio, la prueba no parece difícil en sí misma.
¿La prueba escrita debería ser un filtro para rendir la siguiente etapa de la evaluación?
Creo que no. Un peso determinado en el conjunto de la evaluación, sí. Un peso importante, además. Esto nos llevaría a reflexionar sobre los pesos que le podríamos otorgar a cada una de las dimensiones a evaluarse. ¿Qué peso debería tener una habilidad de razonamiento lógico en comparación a la sustentación de una planificación? ¿Cuánto peso debería tener una habilidad lectora frente al desempeño del docente en el aula? ¿Puede un docente dar una muy buena clase y con estrategias pedagógicas apropiadas a pesar de tener una baja habilidad lectora y lógica? Si la respuesta es NO, para qué evaluar la lectura o el razonamiento lógico en otro momento de la evaluación.
Por otro lado, no estoy tan seguro de que la parte de conocimientos pedagógicos de la prueba escrita tenga que ser parte del filtro. ¿No podría ser más bien complemento de la observación de aula en la segunda etapa de la evaluación? Además, pareciera que esta subprueba estuviera evaluando también y de forma implícita la comprensión lectora.
Por otro lado, ¿hay alguna profesión en que el postulante tenga que dar una prueba escrita de 90 preguntas? ¿no es demasiado larga? Es que es tan extensa que el tiempo asignado es el de cuatro horas y media. Es casi como rendir un examen de admisión.
Con esto, no quisiera decir que los docentes no deban pasar por una evaluación para su nombramiento. Deben hacerlo. Pero por qué no plantear una prueba escrita de Lectura y Razonamiento Lógico, algo más corta: 20/20, pero no como filtro, sino más bien como complemento importante de la llamada evaluación descentralizada (o segunda etapa de la evaluación docente). Esta última sí contempla la evaluación del desempeño docente: la planificación de clase sustentada y de las actividades de aprendizaje puesta en práctica, es decir, en lo que todos estamos de acuerdo. Se analiza y valora a través de una rúbrica que indaga por cómo el docente desarrolla en una sesión acciones en que se promueve el razonamiento, la creatividad o el pensamiento crítico (¿se puede hacer esto sin contar con habilidades lectoras y de razonamiento lógico?), involucrando a los estudiantes en el proceso de aprendizaje y acompañándolos en un clima de respeto y confianza. Asimismo, en esta segunda etapa descentralizada, para evaluar la planificación se observa el diseño de experiencias de aprendizaje que responden a las características de los estudiantes y sus expectativas curriculares, así como el diseño de una propuesta de evaluación que le ayude a valorar el progreso de los estudiantes. A esta parte de la prueba de desempeño docente, se podría añadir la prueba de conocimientos pedagógicos (que inicialmente es parte de la prueba escrita PUN), pero quizás con menos preguntas.
Evaluación docente sí, con algunos ajustes también, no para que nadie apruebe más fácil, sino para que sea lo más transparente y justa posible ante los ojos de cualquiera, blindada ante cualquier cuestionamiento.
Lima, 09 de noviembre de 2021