Edición 84

CADE Educación 2022: «El espacio y la comunidad revolucionando los aprendizajes»

Colaborar, abrir las escuelas, vencer los miedos, quitarnos los chalecos y romper los muros: es ahora

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Muchos de quienes hemos crecido en ciudades, recordamos con nostalgia, lo que significaba el camino de casa al cole y del cole a casa (cuando quedaba cerca claro), de la mano de nuestros padres, hermanos o junto a los amigos, descubriendo el barrio en cada esquina, deteniéndonos en el parque un momento, en la cancha, saludando a los vecinos, aprendiendo a crecer y a vivir. Ya dentro, el colegio no era tan divertido, pues se encerraba (o protegía) de la calle, se convertía a veces en un espacio monótono y rígido, “ahí dentro aprendíamos las cosas importantes, pensábamos”.

“En cambio, la calle fue un día el reino de la chiquillería, un orden de espacios en los que cualquier sitio – incluyendo descampados y solares, podía ser bueno para jugar a no importa qué con no importa qué objetos presentes, a los que la imaginación asignaba funciones y significados. El más insospechado rincón urbano podía devenir un escenario de aventuras, marco natural para lo que Jane Jacobs llamada, juegos no dirigidos” (Jane Jacobs, 1961)[1]

En el mundo rural, la relación entre el territorio y la escuela si bien es distinta y existe una conexión más estrecha con el entorno y la comunidad; los estudiantes, sus familias y la escuela afrentan otro tipo de complejidades: dispersión, difícil accesibilidad, docentes que no viven en la comunidad, trabajo familiar en el campo, entro otros.

Los últimos tiempos antes de la pandemia, esos circuitos y vínculos entre la escuela y el barrio/comunidad se fueron perdiendo, creció la pobreza y la inseguridad, el colegio tuvo que encerrarse y “protegerse” de la calle y tuvimos que desplazarnos mucho más para ir al colegio. Cuando llegó la pandemia y se cerraron las escuelas, tal vez nos dimos cuenta que ya habían estado un poco encerradas desde antes. Y aquí aparece esa frase que siempre se repite, toda crisis es una oportunidad para cambiar, para revolucionar, para repensar nuestras escuelas, los espacios que compartimos y cómo nos vinculamos con nuestro entorno, no para volver a ese pasado bucólico pues es claro que los tiempos cambian y no siempre todo tiempo pasado fue mejor, si no para innovar y conectarnos de otra forma, pensar juntos en nuevos espacios educativos que promuevan imaginación y libertad para jugar, recuperar lo esencial de la vida en comunidad para aprender, para cuidarnos, tanto adentro como afuera del colegio.

 “Acuartelándolos en la casa o en la escuela, concentrándolos en espacios singulares para el consumo y la estupidez, les protegemos de la calle, al tiempo que protegemos a esa misma calle-ahora más desierta de niños, de la dosis supletoria de maraña que los niños siempre están en condiciones de añadir. Negándoles a los niños el derecho a la ciudad, se le niega a la ciudad a mantener activada su propia infancia, que es la diabólica inocencia de que está hecha y que la vivifica” (Manuel Delgado. En busca del espacio perdido[2]).

Foto: Ezequiel Collantes y el proyecto Extramuros en Comas, Lima.

Como hemos señalado en un artículo anterior junto a Javier Vera[3] La escuela que abre sus puertas puede convertirse en el corazón de un ecosistema territorial que convive y colabora con otros servicios, espacios, recursos; que se vincula con las dinámicas locales, que se preocupa porque ningún estudiante tenga anemia o esté mal nutrido o sufra violencia en casa o esté en riesgo de abandonar sus estudios, sino que potencia sus habilidades y aprendizajes, cuida, identifica, refiere y sigue a todos los miembros de su comunidad educativa bajo un esquema de protección social local. Como dijo la ex ministra del MIDIS, Ariela Luna en una de las mesas del CADE Educación: “La escuela tiene que convertirse en la plataforma multiservicios de protección social infantil”.

En este retorno a las clases presenciales y luego de casi 2 años con la mayor parte de escuelas cerradas, hemos constatado que es posible construir esa conexión espacio-escuela-comunidad en las más complejas situaciones. Las más de 300 experiencias de Aprendo en Comunidad en todo el país nos lo demuestran y es ahí desde donde tenemos que trabajar, aprender y potenciar la política educativa.

Ahora, hay que decir también colaborar, abrir las escuelas, vencer los miedos, quitarnos los chalecos y romper los muros, para todo ello se requiere algo muy básico: capital social, confianza, y como sabemos y sentimos día a día, la confianza es un bien escaso en el Perú. Según una reciente encuesta de IPSOS, el Perú es el segundo país de Latinoamérica donde menos se confía en la gente: Solo 17% de peruanos conectados cree que se puede confiar en la mayoría de gente[4]. Ahí tenemos un gran reto, y de hecho la escuela y sus posibilidades pueden darnos pistas importantes de por dónde caminar juntos.

El CADE Educación 2022

De estos y varios temas más, conversamos en el CADE Educación 2022, un espacio organizado hace ya 14 años por IPAE y que reúne a destacados líderes nacionales e internacionales para construir y aportar juntos agenda educativa para la transformación. Este año, el CADE Educación tuvo como slogan, “La revolución educativa es ahora”, frase provocadora que intenta generar sentido de urgencia y acción inmediata, porque efectivamente y vistas ya las primeras evidencias del impacto de la pandemia en la educación, aprendizajes, bienestar socioemocional, entre otros, no hay tiempo ni espacio que perder.

En la sesión “EL ESPACIO Y LA COMUNIDAD REVOLUCIONAN LOS APRENDIZAJES”, donde tuve el honor de conversar con Jorge Raedó[5], Jimena Payet del colegio Aleph y Ezequiel Collantes del proyecto Extramuros, confirmamos la importancia de que la escuela esté conectada con su comunidad, con su barrio, con sus vecinos, con su territorio. Esa interacción estudiante-docente-comunidad es clave para explorar, construir y afianzar aprendizajes para la vida.

Aprendimos también de lo revolucionario que puede ser innovar y repensar los espacios educativos para dejar volar la imaginación, fortalecer autonomías y construir espacios de convivencia democrática y diversa entre estudiantes, docentes y comunidad educativa, y que para ello no se necesitan grandes recursos económicos (siempre importantes) sino imaginación, voluntad y compromiso político y gestión.

Foto: Jorge Raedó

El decálogo

Uno de los objetivos del CADE Educación 2022, fue aportar en la agenda pública educativa en un contexto electoral donde vamos a tener nuevas autoridades regionales y locales el 2023. Para esto, se elaboró el decálogo “La Revolución educativa es ahora”[6] organizado en 3 ejes: 1. Prioridad a lo socioemocional y a la recuperación de aprendizajes. 2. Autonomía para un trabajo colegiado y colaborativo. 3. Mayor resiliencia e involucramiento de todos para poner en marcha la revolución desde las escuelas. Los 3 ejes agrupan 10 medidas concretas para recuperar aprendizajes, bienestar socioemocional y transformar desde los territorios y sus actores, el sistema educativo.

A continuación, un breve resumen de los puntos señalados en el decálogo, el cual fue elaborado en base a las diversas reflexiones en el equipo organizador, pero también dialogado y co-construido con voces de distintos sectores, roles, territorios y miradas, aportando diversidad y realidad a las propuestas.

  1. Prioridad a lo socioemocional y a la recuperación de aprendizajes.
  • Atención emocional:
  • Foco en la primera infancia:
  • Sosteniendo la adolescencia:
  • Espacios y entornos de aprendizajes:
  • Aprendizaje autónomo para entornos híbridos
  • Educación superior a prueba de futuros
  1. Autonomía para un trabajo colegiado y colaborativo.
  • Escuelas integradas y autónomas
  • Directivos que inspiren y lideren
  • Docentes “revolucionarios”
  1. Mayor resiliencia e involucramiento de todos para poner en marcha la revolución desde las escuelas
  • Un llamado a todos los actores.

El decálogo hace un llamado a los diversos actores, autoridades, líderes, empresas y sociedad civil para que acompañen a las comunidades educativas en este proceso de transformación que priorice lo socioemocional y la recuperación de aprendizajes, la autonomía para un trabajo colegiado y colaborativo y una mayor resiliencia e involucramiento de todos, para devolver a la educación y a nuestros estudiantes, el protagonismo que se merecen.

Es también una oportunidad para enfrentar los retos estructurales de nuestro sistema como desigualdad, segregación, abandono escolar, violencia, discriminación y pobreza de aprendizajes, sobre todo en las poblaciones más vulnerables de nuestro país.

La #RevoluciónEducativa empieza AHORA en las comunidades educativas de todo el país y poniendo siempre en el centro a los estudiantes.

Lima, 05 de octubre de 2022

NOTAS

[1] Jacobs, Jane. Muerte y vida de las grandes ciudades. 1961
[2][2] Delgado, Manuel. En busca del espacio perdido. Universitat de Barcelona
[3]https://www.educaccionperu.org/el-muro-y-el-chaleco/
[4] https://www.ipsos.com/es-pe/peru-es-el-segundo-pais-de-latinoamerica-donde-menos-se-confia-en-la-gente
[5] https://www.linkedin.com/in/jorgeraedo/
[6] https://www.ipae.pe/cadeeducacion-diez-propuestas-para-revolucionar-la-educacion-del-peru/

 

José Carlos Vera
Director Ejecutivo de V&C Analistas, miembro del comité de evaluación de Reto Ruralia 2023 y Ex Director General de Gestión Descentralizada de MINEDU. Es licenciado en Sociología por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y realizó estudios de posgrado en Gestión Pública en la Universidad del Pacífico y en la Escuela Nacional de Administración Pública de SERVIR. Cuenta con más de diez años de experiencia en cargos de dirección en el sector educación, inclusión social, así como en la PCM y ANGR. Ha liderado procesos de relacionamiento intergubernamental, modernización y fortalecimiento de capacidades institucionales y diseño de modelos territoriales para impulsar la gestión descentralizada de los servicios públicos para la ciudadanía.