Por Eduardo Cazenave | LA NACION (Argentina)
¿Qué sabemos? ¿Cómo podemos repensar la educación? ¿Qué tenemos que cambiar? ¿Hacia dónde nos llevarán esos cambios? Estas preguntas atravesaron el seminario de aprendizaje con educadores de más de 20 países del mundo en la Escuela de Educación de Harvard
¿Qué sabemos? ¿Cómo podemos repensar la educación? ¿Qué tenemos que cambiar? ¿Hacia dónde nos llevarán esos cambios? Estas fueron las preguntas que atravesaron el seminario de aprendizaje con educadores de más de 20 países del mundo en la Escuela de Educación de Harvard coordinada por la argentina Verónica Boix Mansilla con Howard Gardner y David Perkins como consejeros. A través de plenarios, talleres, grupos de aprendizaje, paneles (en uno de ellos Luis Moreno Ocampo nos hizo reflexionar sobres los derechos humanos y la política internacional) alrededor de 250 personas nos reunimos durante la última semana de julio para aprender hacia el futuro.
Nos hicimos las preguntas fundamentales, abiertas y con respuestas diversas, todas igual de válidas. Esto que enseñamos: ¿Vale la pena aprenderlo? ¿Nuestros alumnos nos prestarán su atención a cambio de esto? ¿Qué impacto tiene en sus vidas? ¿Trasmitimos conocimiento o transformamos personas?
Los educadores del mundo podemos seguir haciendo lo mismo que venimos haciendo hasta ahora agregando tecnología, como si en ella misma estuviera el cambio, cuando en realidad sólo la hemos incorporado para seguir enseñando como antes.
O bien podemos elegir hacer una transformación interna, disruptiva, coyuntural. ¿Cómo ayudo a los alumnos a encontrarse a sí mismos? ¿A construir un ser interior, a darles herramientas, como las redes sociales, para que hagan escuchar y valer su propia voz? ¿Cómo enseñar en la diversidad, respetando los distintos modos de interpretar la realidad y las capacidades de cada individuo?
No se trata de pensar que enseñamos mal sino de elegir enseñar mejor, de un modo radicalmente distinto, rompiendo nuestra propia resistencia al cambio para responder así a los alumnos del siglo XXI, la “generación App”.
El mundo se transforma a pasos agigantados y cada vez más las distancias se acortan, las culturas se mezclan, las fronteras se diluyen. La globalización, la tecnología, los descubrimientos sobre neurociencias son realidades que ya impactan y constituyen herramientas que están a nuestro alcance.
El seminario The Future of Learning nos impulsó hacia el futuro invitándonos a hacernos más presentes: dentro de nosotros mismos, presentes en la mente de nuestros alumnos, presentes en los problemas del mundo y presentes con la seguridad de que vivimos en un momento histórico magnífico en el que la educación se ha convertido en la herramienta más poderosa para construir el porvenir.
Fuimos seis argentinos los que participamos de este encuentro, representando instituciones de la ciudad de Buenos Aires, San Isidro, Salta, Tierra del Fuego, Boston y Pamplona. Nos reunimos con cientos de educadores del mundo, con una escuela de Harvard que investiga e invita a pensar liderando el cambio. Pero sobre todo, nos encontramos con nosotros mismos para descubrir que ahí está la clave de la educación. En el encuentro de mente a mente, de corazón a corazón se realiza el click emocional, el alumbramiento de las nuevas ideas.
Podemos seguir como antes y generaremos más bulímicos del aprendizaje. Estudiantes que degluten conocimientos y los arrojan, los vomitan en exámenes y escritos pero no los procesan ni asimilan porque no lo sienten propio. Cumplen con el deber formal externo de estudiar pero realizan su acto de rebeldía devolviendo ese conocimiento hacia fuera para olvidarlo a los pocos días. Y entonces nada cambiará. O podemos ser agentes del conocimiento que se saborea, que nutre, que transforma. Hoy lo llaman aprendizaje significativo, los antiguos filósofos lo llamaban sabiduría, saber con sabor. Lo que aprendo, lo hago mío, compartido lo hacemos nuestro y, publicado con las poderosas herramientas de Internet, lo hacemos de todos. Sólo para terminar preguntándonos una y otra vez, ¿para qué aprendemos? ¿A quién le enseñamos? En ese interrogante está la esencia de todo educador y de todo aprendiz. Cada lector deberá contestarla pero con el compromiso de que debe volver a hacerse la misma pregunta todos los días. De nuestra respuesta depende el futuro del aprendizaje..
FUENTE: La Nación / 27 de agosto de 2015