A nivel internacional, existen dos fechas de conmemoración de las Altas Capacidades. Una es el 14 de marzo, onomástico de Albert Einstein y también conocido como el día de Pi (3.14); y otro el 10 de agosto, propuesto por la World Council of Gifted and Talented por ser esa la fecha de la primera reunión de este organismo en el año 2010.
Es interesante que hasta en una cuestión tan protocolar como un día de celebración, en el caso de las altas capacidades, se tengan dos fechas. Eso resulta muy propio, puesto que no existe una sola definición de lo que son las altas capacidades, sino muchas. También existen muchos parámetros distintos para identificar a los estudiantes que presentan características de altas capacidades.
Por ejemplo, cada región de España, en el marco de su autonomía regional siendo un país federado, tienen legislaciones diferentes y procedimientos particulares así como criterios diferenciados para identificar a los estudiantes con altas capacidades: algunos se basan en el puntaje de CI, otros en el promedio de notas del estudiante, y varían también en los puntajes mínimos. Sin embargo, a pesar de tantos métodos y fórmulas, lo cierto es que en España, como en México, apenas se cubre al 5% de los estudiantes con presuntas altas capacidades.
Un alcance del 5% a nivel nacional puede parecer muy poco, pero comparado a nuestro país es una gran ventaja, sobre todo si se tiene legislación y políticas educativas de respaldo. En el Perú apenas se tienen 5 servicios complementarios que atienden las altas capacidades, que en su conjunto apenas cubren a unos 300 estudiantes. Si estimamos que la población de estudiantes con altas capacidades a nivel nacional está entre el 2 y el 15% (según autores como Mensa, Gagné o Renzulli) del total de estudiantes matriculados, tenemos un margen entre los 160 mil y más de 900 mil estudiantes, por lo que los 300 atendidos sería prácticamente nada.
Es necesario atender a los estudiantes con altas capacidades porque son parte de la diversidad del aula. Porque es su derecho, principalmente. Según la Constitución Peruana, la Ley General de Educación, su Reglamento y las normas vigentes, determinan que a cada estudiante le corresponde ser atendido según sus necesidades educativas.
Pero también la atención de estudiantes con altas capacidades deviene en necesaria y conveniente: el enriquecimiento curricular es un elemento que fomenta la “radiación de la excelencia” (Renzulli) a todos los estudiantes. Además, el desarrollo de las potencialidades de los estudiantes con altas capacidades puede significar la retención del talento (en lugar de la fuga del mismo) y el desarrollo social, económico y productivo de diversas ciudades y regiones del país.
La atención de los estudiantes con altas capacidades puede darse tanto en el aula regular de cualquier institución educativa a nivel nacional, pública o privada, como también a través de programas extracurriculares complementarios. El enriquecimiento curricular es la principal estrategia de intervención con los estudiantes con altas capacidades, lo que les permite desarrollar sus potencialidades, y puede ser utilizada tanto en el aula regular como en los programas específicos.
Para que esta estrategia pueda ser efectuada en ambos ámbitos, requiere de un abordaje integral desde el Ministerio de Educación, desde las Direcciones de Educación Inicial, Primaria y Secundaria como también de la Dirección de Educación Especial, así como también de las instancias descentralizadas en las diferentes regiones del país. Es decir, que coordinen juntos en lugar de escudarse y trasladar la responsabilidad a otras oficinas.
Pero también es imprescindible la sensibilización de funcionarios y comunidades educativas, la capacitación de docentes tanto en formación inicial docente como en servicio, la oferta de servicios formativos desde las universidades, la organización de una masa crítica de representantes que abogue por los intereses de los estudiantes con altas capacidades y la viabilización de políticas públicas específicas para esta población.
Año a año, decenas de miles de estudiantes con altas capacidades ingresan al sistema educativo peruano, otros tantos comienzan un largo periodo de desatención de sus características particulares, lo que les causará problemas académicos, emocionales y actitudinales. Otros tantos buscarán becas u oportunidades en el extranjero al egresar del sistema educativo o incluso antes, engrosando las cifras de fuga de talentos. ¿Cuándo, si no es ahora, será urgente y necesario invertir tiempo y recursos en la atención de las necesidades de estos estudiantes?
Lima, marzo de 2024