En nuestro país existen varias brechas educativas importantes. Una de esas grandes brechas es la escasa cobertura asociada a la diversidad funcional en el aula. Muchos estudiantes se perjudican al no ser identificados ni atendidos según sus necesidades educativas particulares, tanto los que presentan discapacidades sensoriales, cognitivas o relacionales.
Sin embargo, hay casos especialmente complejos, poco comprendidos y desatendidos, como los estudiantes con doble excepcionalidad, es decir, la combinación de alta capacidad con otra forma de diversidad funcional. Hoy exploraremos una de las formas más comunes de doble excepcionalidad, la de alta capacidad y el autismo de alto funcionamiento o de nivel 1, anteriormente conocido como el síndrome de Asperger.
Estos estudiantes enfrentan un contexto especialmente desafiante, lejos de ser identificados por su potencial y apoyados adecuadamente, suelen ser desatendidos y desamparados en los sistemas educativos, lo que provoca que sus necesidades particulares se invisibilicen y su pleno desarrollo se vea gravemente limitado.
Los estudiantes con altas capacidades y autismo de nivel 1 presentan un perfil cognitivo y conductual único, marcado por una combinación de habilidades excepcionales en determinadas áreas y dificultades significativas en otras, sobre todo en aspectos sociales y emocionales. Por un lado, destacan en áreas como las matemáticas, las ciencias o las artes, poseen un pensamiento divergente, creativo y una capacidad de resolver problemas de manera innovadora. Sin embargo, simultáneamente, enfrentan dificultades en la interacción social, la comunicación no verbal, la interpretación de emociones ajenas y la gestión de la ansiedad, que son características del autismo de nivel 1.
Este perfil dual presenta una paradoja para los educadores: mientras que los docentes pueden percibir y valorar las capacidades académicas excepcionales de estos estudiantes, suelen malinterpretar las conductas derivadas del autismo como falta de interés, indisciplina o desafío a la autoridad. Además, las dificultades sociales y de comunicación de estos alumnos a menudo conducen a que sean etiquetados como “problemáticos” o se los aísle de sus compañeros, lo que refuerza un ciclo de exclusión social y emocional.
Desatención en el sistema educativo
El principal problema que enfrentan los estudiantes con doble excepcionalidad es la desatención por parte del sistema educativo.
Por un lado, es común que las escuelas enfoquen sus esfuerzos en las necesidades socioemocionales y académicas de los estudiantes con autismo, pero ignoren o subestimen las capacidades cognitivas sobresalientes. En estos casos, se centran en gestionar los comportamientos relacionados con el autismo, sin ofrecer estímulos suficientes para desarrollar el potencial intelectual del estudiante. Es más, varios de estos estudiantes, según reportan sus preocupados padres, reciben ajustes curriculares en el sentido contrario a sus potencialidades: en lugar de plantearles retos mayores, reciben ajustes como si tuvieran otros tipos de autismo.
Por otro lado, los programas diseñados para estudiantes con altas capacidades rara vez abordan las dificultades sociales, emocionales y conductuales de aquellos que también presentan autismo. Como resultado, estos estudiantes suelen quedarse fuera del alcance de intervenciones educativas efectivas y diferenciadas que podrían potenciar su desarrollo integral.
En muchos países, los programas de educación especial y los programas de enriquecimiento para estudiantes con altas capacidades operan en sistemas separados y rara vez se interrelacionan. Esta figura ocurre también en el Perú en los PANETS: dado que la forma de ingreso a estos programas implica una evaluación psicológica de inteligencia, los estudiantes con este perfil suelen fallar en ciertos componentes que afectan su funcionamiento general, por lo que su resultado suele ser menor, y no son aceptados.
Como consecuencia, estos estudiantes no encajan en los programas convencionales de atención a la diversidad, ni en los dirigidos a los estudiantes con discapacidad ni en los diseñados para los estudiantes con altas capacidades, es decir, están desamparados.
Impacto del desamparo escolar
Este desamparo que experimentan los estudiantes con doble excepcionalidad tiene graves consecuencias en múltiples niveles. En primer lugar, desde un punto de vista académico, los estudiantes no logran desarrollar todo su potencial debido a la falta de ajustes y adaptaciones adecuadas en el currículo. Sin un enfoque personalizado que reconozca tanto sus fortalezas como sus debilidades, estos alumnos suelen sentirse frustrados o desmotivados, lo que puede llevar a un bajo rendimiento o incluso al abandono escolar, siendo su riesgo mayor al de otros perfiles de altas capacidades.
En segundo lugar, el impacto emocional y psicológico de la desatención es considerable. Los estudiantes con autismo de nivel 1 ya enfrentan dificultades significativas en el ámbito social, y el aislamiento o la falta de comprensión por parte de sus compañeros y profesores exacerban sus sentimientos de soledad y ansiedad. A menudo, estos niños y adolescentes son víctimas de acoso escolar o exclusión social debido a sus comportamientos inusuales o a su falta de habilidades para interactuar con sus pares. Este tipo de situaciones puede llevar a problemas emocionales como la depresión, la ansiedad severa o la baja autoestima, afectando gravemente su bienestar y su capacidad para enfrentar los desafíos del entorno escolar, y a largo plazo, pueden representar verdaderos problemas de adaptación para el desarrollo de vínculos signicativos de pareja, amistades, así como afectar su desarrollo académico y profesional. No es extraño casos de adultos con estas características que han abandonado el mundo académico, profesional y/o han tenido varios problemas de pareja.
Propuestas para una atención integral
Para superar la desatención y el desamparo de los estudiantes con doble excepcionalidad, es fundamental que los sistemas educativos adopten una perspectiva integradora que reconozca tanto las altas capacidades como el autismo de nivel 1. Se necesitan políticas educativas que favorezcan la identificación temprana de estos alumnos y un enfoque pedagógico que atienda de manera equilibrada sus necesidades cognitivas, emocionales y sociales.
El desarrollo de programas individualizados de apoyo, que integren tanto estrategias de enriquecimiento cognitivo como intervenciones socioemocionales, resulta clave. Además, la capacitación docente en temas de neurodiversidad y doble excepcionalidad es crucial para que los educadores puedan identificar y apoyar adecuadamente a estos estudiantes. Finalmente, es esencial promover una cultura escolar inclusiva que fomente la aceptación y la comprensión de la diversidad en todas sus formas, facilitando la integración plena de los estudiantes con doble excepcionalidad en la comunidad educativa.
En conclusión, los estudiantes con altas capacidades y autismo de nivel 1 son un grupo vulnerable dentro del sistema educativo que requiere una atención específica y diferenciada. La desatención y el desamparo que actualmente sufren pueden ser superados si se implementan políticas inclusivas y programas integrales que promuevan su desarrollo académico, social y emocional. Solo así podrán alcanzar su máximo potencial y contribuir plenamente a la sociedad.
Lima, octubre de 2024