Olga R. Sanmartín / El Mundo
Un educador español ha recorrido el planeta en busca de colegios que se replantean la forma tradicional de enseñanza. Del viaje se ha traído 50 proyectos educativos (cuatro de ellos en España) que, sin invertir más, han logrado mejorar sus resultados
Hay una escuela en Copenhague con escaleras sinuosas como toboganes y cojines tirados por el suelo en plataformas elevadas de chillout. Allí los adolescentes daneses deben de sentirse como si estuvieran dando clase en mitad del Sónar. Junto a la futurista Arne Jacobsens Allé se encuentra uno de los edificios más vanguardistas de la ciudad, que no alberga ni un centro de arte ni la sede de un fondo de inversión, sino un simple -o no tanto- instituto de Secundaria: el Ørestad Gymnasium.
«El edificio tiene aulas normales para la difusión de las verdades del profesor, como tiene espacios para trabajo fuera del aula, en la que los alumnos formulan o intentan formular sus propias verdades», explica a EL MUNDO en un correo electrónico Morten Smith-Hansen, profesor de Español de este centro público.
El mundo está cambiando y la educación también. Las palabras de este docente danés expresan una idea que corre por algunos ambientes pedagógicos: por un lado está la verdad del profesor y, por otro, está la verdad del alumno. La escuela inteligente es la que consigue adaptarse a los nuevos tiempos tejiendo un hilo invisible pero consistente que conecta ambas verdades.
De cómo el paradigma educativo se está transformando a pasos de gigante ya lleva tiempo hablando el educador, psicólogo e investigador Alfredo Hernando en su blog escuela21. Pero un día se propuso ir más allá y decidió conocer sobre el terreno casos prácticos. Durante nueve meses, se recorrió medio mundo buscando las experiencias más innovadoras y todo ello lo ha recogido en un libro,Viaje a la escuela del siglo XXI. Así trabajan los colegios más innovadores del mundo, que la Fundación Telefónica presenta este miércoles en Madrid y este jueves en Barcelona. El trabajo proporciona claves de innovaciones y planes de acción que cualquier colegio puede seguir basados en el funcionamiento de 50 proyectos educativos de 20 países.
El canon Hernando lo forman centros públicos, privados y concertados deFinlandia a Japón, pasando por Argentina, Indonesia o Ghana. Incluye al Ørestad Gymnasium de Dinamarca, pero también a las Escuelas Barco de Bangladesh, que escolarizan a más de 80.000 niños de los manglares adaptándose al calendario de cosechas, o las Barefoot College en la India y Sierra Leona, sin exámenes y sin profesores titulados, con clases nocturnas y de formación agraria. O la Tienda de Recambios para Superhéroes de Nueva York y la Tienda para Piratas de San Francisco, inventos del escritor Dave Eggers que ayudan a estudiar a los niños más vulnerables del barrio.
Cuatro españoles
¿Y en España? Aquí hay cuatro colegios innovadores, según este libro. Son elCentro de Formación Padre Piquer de Madrid; el colegio Montserrat de Barcelona; el colegio Santa María la Blanca de Madrid, y el centro público Mare de Déu de Montserrat, en Tarrasa (Barcelona).
¿Por qué ha escogido estas escuelas y no otras? «Estos centros han demostrado ser innovadores porque son creativos en sus soluciones y porque los resultados lo demuestran», responde Hernando. «La buena noticia es que, con los mismos recursos que tienen las escuelas que les rodean, han llegado a eliminar el fracaso escolar y logran el éxito de todos sus alumnos sin importar su procedencia».
Es el caso del Padre Piquer, ubicado en el barrio popular de la Ventilla y con un 45% de alumnado inmigrante. Desde que se pusieron en marcha las aulas cooperativas multitarea, se ha reducido el absentismo hasta hacerse «casi inexistente» y «el 85%» de sus estudiantes tienen un alto rendimiento académico.
«Los alumnos han recuperado sus ganas e ilusión por venir al colegio», recalca su director, Ángel Serrano, que explica que «el aspecto del aula es muy diferente al habitual». «Es un aula abierta sin barreras interiores, que permite múltiples agrupamientos. Existen espacios multitarea para combinar la explicación del profesor, el trabajo individual, el trabajo cooperativo, la orientación y la tutoría. Existe un despacho acristalado integrado en el aula, donde los alumnos pueden acudir como centro de recursos y para la atención individualizada. Siempre hay al menos tres profesores a la vez en el aula».
Las 50 experiencias innovadoras seleccionadas por Hernando tienen varias cosas en común: «En lo metodológico, comparten herramientas como el aprendizaje porproyectos, las aulas cooperativas, las herramientas de evaluación variadas, los compromisos de aprendizaje entre alumno y profesor, lo natural e invisible de susedificios digitales, la autonomía que conceden a los alumnos en paisajes de aprendizaje…».
Enseñar a pensar
No es educación-ficción, sino una manera de enseñar por la que hasta instituciones tan antiguas como la de los jesuitas -los de Barcelona, eso sí- están apostando. Derriban tabiques y eliminan tarimas y libros de texto. Agrupan las asignaturas o las reemplazan por proyectos. Se cargan la clase magistral y los exámenes. El cambio podrá contemplarse con cierto recelo, pero hay una realidad incuestionable: el sistema en el que los estudiantes repiten como loros la lección del maestro no está funcionando lo bien que debiera.
¿Por qué? «En un aula tradicional, el énfasis está puesto en la enseñanza. El profesor copia en la pizarra información que luego el alumno vuelve a copiar en el cuaderno y reproduce en exámenes que evalúan generalmente situaciones de baja demanda cognitiva: aprendizaje memorístico de hechos, fechas, datos; o aplicación, no razonada, de algoritmos, fórmulas y procedimientos. En otras palabras, toda aquella información que hoy en día nos brinda, en cuestión de segundos, el buscador más utilizado de internet. Este método ya no funciona», responde Jorge Izusqui, gerente general de Innova Schools, una red de colegios privados de Perú en los que el 70% del horario se realiza en grupo y el 30% restante es aprendizaje individual.
Izusqui explica su modus operandi: «En el aprendizaje en equipo involucramos a los estudiantes desafiándolos con preguntas que cuestionen sus saberes previos. Las clases deben ser hechas por el alumno, no por el profesor. En el aprendizaje individual se incentiva la autonomía del alumno con software para Matemáticas, Ciencias, Comunicación e Inglés y cada uno avanza a su propio ritmo de aprendizaje».
La clave, por encima de todo lo demás, es enseñar a los alumnos a pensar por sí mismos. Se trata, según resume Hernando, de plantearles preguntas cuyas respuestas no se puedan googlear».
Agentes del cambio
El colegio Montserrat «conecta los objetivos académicos con los intereses de los alumnos» trabajando por proyectos y en ‘teaching teams’ en los que el profesor tiene el rol de ‘coach’. «Los resultados son unos alumnos no sólo preparados para tener éxito académico, sino personas de mentalidad abierta, capaces de ser agentes de transformación, a las que les gustan los retos y prefieren llegar a las metas con otros», cuenta su directora, Núria Miró. El colegio Santa María la Blanca, ubicado en el nuevo barrio madrileño de Montecarmelo, tiene el Proyecto de Educación Básica Interactiva, que se basa en atender las necesidades individuales de sus estudiantes y en medir en tiempo real los resultados. Los roles de los docentes cambian, los espacios educativos son distintos y se incorpora la actividad extraescolar «como parte del desarrollo».
Fuente: El Mundo / Madrid, 3 de febrero de 2016