Gustavo Yamada / El Comercio
La competitividad del país y la empleabilidad de su fuerza laboral depende cada vez más de un nivel adecuado de educación superior, la cual debe ser provista con calidad y pertinencia.
Asimismo, toda sociedad debe aspirar a que ningún joven preparado sea privado de acceder a una educación superior de calidad por falta de recursos económicos suficientes. En este sentido, los programas de becas y créditos de largo plazo son mecanismos adecuados y necesarios en todo sistema de educación superior en el mundo.
Durante muchos años, el Perú estuvo a la zaga en este campo. En el 2008, con el auspicio de Universia y el BID, Arlette Beltrán, Juan F. Castro y yo realizamos una de las primeras propuestas de sistema de crédito a largo plazo con garantía tanto del Estado como de las propias instituciones educativas.
En el último quinquenio, cobró fuerza “Beca 18”, programa de becas focalizado en jóvenes en pobreza. Sin embargo, el acceso de jóvenes talentosos de clases emergentes a educación superior privada de calidad carecía de un apropiado instrumento financiero de mediano plazo.
Pronabec acaba de iniciar “Crédito 18”, esquema de préstamos de largo plazo que se nutre de varios de los principios de sostenibilidad financiera propuestos en los últimos años.
De hecho, Crédito 18 sería uno de los primeros programas en el mundo que establece una co-garantía financiera de repago a cargo de la propia institución educativa, lo cual alinea sus incentivos para la formación con calidad y empleabilidad. Asimismo, Pronabec ha seleccionado universidades y carreras de la más alta y reconocida calidad y empleabilidad.
Varios sistemas de financiamiento educativo en el mundo han tenido problemas a causa de una falta de alineamiento de incentivos entre el Estado, los centros de estudios y los beneficiarios.
Otro punto débil que los ha llevado a la insostenibilidad financiera –e incluso política- ha sido la ausencia de criterios estrictos en relación a la selección de carreras e instituciones que garanticen el repago de los préstamos. Felizmente, este no será el caso de Crédito 18.
En un reciente trabajo con Nelson Oviedo utilizamos datos de “Ponte en Carrera” y encuestas de hogares, para estimar los flujos de caja futuros de los universitarios beneficiarios de Crédito 18. Con estas simulaciones, se comprobó que, a pesar de que los beneficiarios enfrentarán el repago del préstamo al terminar su carrera, su perfil de ingresos netos se recuperará rápidamente.
La cuota de repago como porcentaje del salario mensual fluctuaría entre 18% al iniciar el repago hasta 10% al terminar de cancelar su deuda. De hecho, ¡la tasa de retorno esperada (TIR) estimada para el beneficiario promedio asciende a un elevadísimo 19.7% anual!
Crédito 18 está teniendo un inicio expectante con resultados potenciales muy auspiciosos. Esperamos que se convierta en política de estado, que continúe en sucesivas administraciones, y que conforme incremente su cobertura, mantenga los estándares de calidad y exigencia, tanto para postulantes como para instituciones invitadas, a fin de sostener los indicadores tan positivos estimados para esta primera generación de beneficiarios.
Así, el país estará invirtiendo y obteniendo la mayor productividad posible de sus mejores talentos a lo largo de todas las escalas sociales.
Fuente: El Comercio / Lima, 2 de marzo de 2016