Dánae Rivadeneyra / La Mula
“No es arte ni literatura”, “sus páginas deben arrojarse a la basura” ,”el autor es un marxista rabioso”. La presencia de personajes homosexuales y la utilización del lenguaje popular desataron los más grandes temores en los años 60.
Oswaldo Reynoso fue un revolucionario para su tiempo. En años en los que el lenguaje popular o personajes de barrio no tenían cabida en las obras literarias, Reynoso los incluyó, les dio vida, espacio y cuerpo. Personajes como El Príncipe o Cara de ángel no habían pasado de las crónicas policiales hasta entonces. Mucho menos escenas con personajes homosexuales o jóvenes bellos que se prostituían con señores adinerados.
Esas características hicieron a mediados los años 60, su obra causara revuelo o espanto en algunos críticos que veían a Reynoso como un pornógrafo, si bien su primer libro Los inocentes había sido elogiado por José María Arguedas.
Martín Adan a Reynoso: Usted va a sufrir mucho en un país como el Perú
Según una anécdota recogida por Editorial Santuario, así se produjo el encuentro entre Martín Adán y Oswaldo Reynoso, el día de la presentación de Los inocentes:
Cuando Oswaldo Reynoso presentó Los inocentes (1961) en el bar Palermo del centro de Lima, vio que en la mesa que daba a la ventana de la calle se encontraba –completamente solo— Martín Adán. Oswaldo se acercó a él, intentando no romper ese silencio místico que parecía envolverlo junto con la luz de luna, y le dio su libro. El poeta agradeció el gesto y prometió leerlo. Desde entonces Martín Adán —que, como el mismo Oswaldo, era un habitual del bar— empezó a mostrarse incluso más distante, esquivo, se diría, con el escritor recientemente publicado.
Pasaron unas cuantas semanas y todo seguía igual, entonces Oswaldo tomó la determinación de encararlo, se sentó a su mesa y le preguntó si había leído el libro y Martín Adán le respondió:
“No le quería decir nada porque después de leerlo he sentido miedo por usted. Un escritor como usted va a sufrir mucho en un país como el Perú”
No se equivocó Martín Adán, la crítica literaria y periodística de esos años habría de ser feroz con Reynoso y su obra.
Los inocentes: “No es arte ni literatura”
Esto fue lo que dijo La Prensa sobre Los inocentes, a partir del trabajo de marketing que hizo Populibros en la prensa limeña:
“Que la publicidad bien dirigida trate de meter “gato por liebre” es cosa que le atinge a ella y en la medida que le produce jugosos resultados. Que se trafique con jabones y pasta de dientes de diferentes marcas para inducir a su uso, es también juego que se utiliza normalmente en esta era de propaganda por afiches. Pero que se haga del libro un instrumento o vehículo de divulgación pornográfico, eso ya es harina de otro costal”-
Además, decía lo siguiente sobre Reynoso:
“Y el libro es exactamente lo contrario que debería escribir un maestro”, y el propósito desvergonzado de: “pintar con regocijante exactitud el vulgar léxico que seguramente utilizan los muchachos entre sí, cuando hablan de sus pequeñas y pasajeras maldades, no es ni arte ni literatura”.
La sociedad conservadora de entonces y de siempre, no admitía que escenas de la vida cotidiana se vieran retratadas en los libros. Lo consideraba, por el contrario, como una influencia peligrosa para los jóvenes peruanos.
Además, La Prensa, siempre en contra de que Los inocentes sea incluido dentro de la colección de Populibros, hacía esta comparación entre Oswaldo Reynoso y Mario Vargas Llosa:
“Ahora que está de moda Mario Vargas Llosa –y bien justificadamente por su formidable libro La ciudad y los perros– se tendrá que soportar todo aquellos que se parezca [sic] (sin pena ni gloria) a sus personajes o a su estilo”.
“Un autor fascinado por la abyección…un marxista rabioso”
Esto fue lo que dijo el crítico Miguel Oviedo en El Comercio sobre En octubre no hay milagros:
“Trataremos a su autor como lo que evidentemente es: un autor fascinado por la abyección, la morbosidad y la inmundicia en que se revuelca el hombre de esta misma pudibunda ciudad. Las relaciones sexuales son un camino de perfección en la perversidad: la sodomía no basta y se le injertan estímulos (drogas, bestialismo, alcohol). Hay páginas hediondas que deben arrojarse, sin más, a la basura y el autor es un marxista rabioso”
Felizmente, el tiempo le ha dado a Oswaldo Reynoso y a su obra el lugar y la importancia merecida. Importancia que el conservadurismo limeño de antes y de siempre, quiso, sin éxito, opacar.
*La información para este post se obtuvo a partir de la tesis de maestría de Jorge Ramos Rea de la Universidad San Marcos. Aquí pueden leer el documento completo.
Fuente: La Mula / Lima, 24 de mayo de 2016