Bruno Elizalde / Gatopardo
Mario Vargas Llosa nació en Arequipa, Perú, un 28 de marzo de 1936. Hace 80 años. Sesenta y cuatro de ellos, ha escrito ininterrumpidamente. Es el último escritor vivo del Boom Latinoamericano, hoy que nos faltan sus contemporáneos Gabriel García Márquez, Julio Cortázar y Carlos Fuentes. Su obra abarca casi todos los géneros literarios: lo mismo ha hecho novela, teatro o cuentos para niños que ensayos, memorias o nos deleita cada semana con sus siempre agudas observaciones en El País.
Su versatilidad literaria es casi similar a su versatilidad cotidiana, a su curiosidad, a su interés por todo: Mario Vargas Llosa lo mismo ha sido actor (en México lo recordamos en Las mil noches y una noche, presentada en 2011 en el Palacio de Bellas Artes), que comentarista de futbol (una de sus grandes pasiones, que lo llevó a narrar el Mundial de España 1982), o el noble “Marqués de Vargas Llosa” (desde 2011 el Rey Juan Carlos I de España le concedió ese título), o candidato a la presidencia de su Perú natal (elecciones que perdió en 1990 contra Alberto Fujimori).
Vargas Llosa ha ganado todos los premios literarios habidos y por haber: desde el Príncipe de Asturias hasta el Premio Cervantes, y el Nobel de Literatura en 2010 “por su cartografía de las estructuras del poder y sus imágenes mordaces de la resistencia del individuo, su rebelión y su derrota”.
Sus opiniones políticas han dividido a sus admiradores y detractores. Pero su calidad literaria es incuestionable y lo colocan como una de las más grandes plumas en lengua española de todos los tiempos. Lo demuestran novelas como La fiesta del chivo, Conversaciones en la Catedral, La casa verde, La guerra del fin del mundo o La tía Julia y el escribidor, donde demuestra su capacidad para las experimentaciones literarias, riqueza de recursos y lenguaje, su capacidad para el desarrollo paralelo de dos o más historias, y su brillante uso de varios narradores.
Por ello, no es de extrañar que en su última novela, Cinco esquinas (Alfaguara, 2016) demuestre una vez más su lucidez y nos entregue un thriller erótico (basado en una intensa relación lésbica), con una estructura narrativa impecable, a la vez que rememora una de las décadas más oscuras de su país: la dictadura de Fujimori y el poder tras el trono, Vladimiro Montesinos, “El Doctor”.
Sobre esta novela, Julio Patán llama la atención sobre su sorprendente vitalidad a los 80 años: “Abran la última novela de Vargas Llosa, lean las primeras 10 páginas y díganme que el caballero no está en plena forma. El arranque impecable, a ritmo sostenido, compacto, deliciosamente lúdico, está a la altura de sus mejores novelas. Luego viene esa arquitectura narrativa, sólo aparentemente fácil de levantar, en la que hace caber mucho de lo que lo distingue como gran novelista: la provocación sexual juguetona y llena de socarronería; la crónica política en contextos históricos reales que sin ser una reflexión nos ayuda a hacerla”.
Tres son los temas que enlazan esta nueva novela: el erotismo, la corrupción y el periodismo amarillo. Y hago hincapié sobre este último en una época donde el “otro” periodismo, el de investigación, el que va al fondo de los hechos ha cobrado relevancia como lo demuestran los Panama Papers, la investigación periodística conjunta más grande y en más países de todos los tiempos; el Premio Nobel de literatura del año pasado a la periodista Svetlana Alexievich; o el Oscar a Mejor Película a una historia basada en una investigación periodística: Spotlight.
Por ello, llama la atención que en este libro Mario Vargas Llosa ponga el dedo en la llaga relatando el poder destructor del “periodismo amarillista” usado por Fujimori y Montesinos como escándalo, como arma para destruir reputaciones, para envenenar a un país –como lo dice el autor— fundamentalmente “chismoso”. Un periodismo usado por el poder para aniquilar moralmente a todos sus adversarios.
Sin embargo, y es aquí donde Mario Vargas Llosa vuelve a mostrar su genialidad y da un giro: “Al mismo tiempo, esta novela muestra también la otra cara, cómo el periodismo, que puede ser vil y sucio, puede convertirse de pronto en un instrumento de liberación, de defensa moral y cívica de una sociedad. Esas dos caras del periodismo son unos de los temas centrales de Cinco esquinas”.
Novela apasionante, satírica y lúbrica, que nos muestra al escritor peruano en su mejor forma celebrando sus 80.
Fuente: Gatopardo / Junio de 2016