Sobre el nuevo currículo, las ciencias y la tecnología

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Daniel Guerra Giraldez / Revista Ideele

El nuevo marco curricular recientemente aprobado y sus programas por nivel primario y secundario, tienen un fuerte respaldo en la elaboración de estándares realizada por el SINEACE con amplia consulta de expertos de cada área. Y cuando digo expertos, no me refiero únicamente a docentes con experiencia en aulas públicas y privadas que participaron en las formulaciones desde un inicio, sino también a investigadores que producen conocimiento original especializado. Mi participación en la elaboración de los estándares de ciencia y tecnología (CyT) como asesor del SINEACE y que continuó durante la adopción de estos por el MINEDU como guía para el nuevo currículo, me permite y hasta cierto punto me exige, explicar en algo el proceso que llevamos a cabo y emitir una opinión, principalmente desde el área de CyT.

No son metas inalcanzables

Los estándares de aprendizaje, en tanto son metas de progreso y no métodos, consideraron en su concepción que nuestros jóvenes son tan capaces como los de cualquier otro país, aun si nuestro sistema educativo puede adolecer de severas desventajas. Esta asunción la adoptamos voluntariamente como una lucha contra el mito persistente de que las limitaciones materiales son insuperables, o que obligan a un rasero bajo para evitar que por ambiciosos terminemos evidenciando más los fracasos que los éxitos. Ha sido gratificante pertenecer a un equipo que se comprometió con elaborar herramientas que transmitan objetivos de excelencia para todos, cosa que requiere no poca valentía e ilusión. La elaboración de los estándares en obediencia a esta asunción tomó en cuenta los currículos de más de treinta países diferentes y una serie de consultas con especialistas de cada área científica, con el fin de establecer metas altas pero realizables para cada ciclo de formación. Los estándares propuestos recibieron favorables revisiones que condujeron a la decisión de que sirvieran de guía, en coordinación por el MINEDU, para el tramo final de la elaboración del nuevo currículo nacional.

Qué conocimientos incluye

Entre las primeras tareas de los científicos consultados, incluyéndome, estuvo identificar aprendizajes que debían considerarse esenciales para incluirse en el currículo. En CyT, esto puede resumirse en hallar qué hace falta para tener una visión moderna de la estructura y funcionamiento del mundo físico (también llamado “naturaleza”), así como un claro entendimiento práctico de cómo funciona la ciencia y cómo se la utiliza para producir tecnología. Considero crucial que identificar esta demanda de cognición haya estado liderada por personas que ejercemos nuestra especialidad en la frontera del conocimiento actual; somos los investigadores quienes estamos en mejor posición para identificar las piezas clave del conocimiento actual, no a partir de lo que se enseña, sino a partir de lo que se produce actualmente. Es así que un grupo de investigadores buscamos compatibilizar lo que consideramos parte esencial de una alfabetización científica con aquello que los especialistas en educación podían considerar realizable.

Las idas y venidas fueron muchas, pero llegamos a consensos a partir de la consolidación de un documento que llamamos “Diez Grandes Ideas Científicas”. Este documento es una versión peruana de lo que se ha hecho ya en otros países con el fin de capturar la enormidad del conocimiento científico en pocas líneas priorizando lo esencial, con el objetivo de que ningún docente se encuentre abrumado con largas listas de temas por cumplir. Las Diez Ideas invitan a relacionar conocimientos con libertad a partir de unos pocos enunciados. Este documento se convirtió en una publicación independiente hoy disponible en la web del SINEACE, y permitió una base de consenso sobre la cual avanzar con firmeza hacia nuestro objetivo común: trazar el camino a la alfabetización científica.

Indagación: camino y meta a la vez

Los conocimientos científicos de hoy nos permiten a todos ver cada vez más lejos, subidos sobre los hombros de gigantes que nos preceden. Pero la fascinación por los principios que explican el funcionar de la naturaleza y la aplicación de estos en la toma de decisiones constituyen solo una de las tres competencias referidas a CyT en el nuevo currículo; la indagación científica y la indagación tecnológica son las otras dos. Nunca se ha dado en el Perú tal énfasis en las competencias de indagación y esto significa claramente un gran reto.  Hace poco tuve el gusto de escuchar la exposición de una maestra de Pucallpa que utilizó la experimentación en un biohuerto para desarrollar y evaluar las cinco capacidades referidas a indagación científica. Fue muy gratificante escuchar su explicación de cómo habían progresado las capacidades de hacer preguntas, hipotetizar, diseñar experimentos, registrar datos, analizarlos y comunicar conclusiones. Esta maestra me hizo saber que las definiciones que leyó en las Rutas de Aprendizaje –publicadas el 2015, incluyeron algunos elementos que hoy son parte del nuevo currículo– le resultaron insuficientes, pero que la literatura allí citada le ayudó. Además, manifestó una especial preocupación por la dificultad que los estudiantes tienen aun en secundaria para identificar y aislar variables que intervienen en un fenómeno. Pienso que estas experiencias se acumularán rápidamente en los primeros años de aplicación del nuevo currículo y serán importantísimas para enriquecerlo y perfeccionarlo.

La implementación hoy

El trabajo ha involucrado muchas horas de argumentación y persuasión, quizás por la misma diversidad de los involucrados. Las tareas pendientes relacionadas con la implementación son aún mucho más complejas, pues los estándares solo indica qué deben lograr los estudiantes, y el currículo respeta la autonomía de los docentes para determinar cómo trabajar para facilitarlo.  En este sentido, el nuevo currículo no es la solución. Solo es un paso importante en la dirección correcta para lograr una educación que integre aprendizajes, incorpore metodologías activas y cultive en cada estudiante una autonomía empoderada por el conocer y el saber hacer, con una actitud dialogante, respetuosa y constructiva.

Fuente: Revista Ideele / Lima, julio de 2016