Miguel Gutiérrez, el viejo saurio ha partido

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Raúl Mendoza / La República

do comenzó a los 14 años, cuando Miguel Gutiérrez leyó Crimen y castigo de Fedor Dostoievski y fue capturado por la literatura. Él mismo contó en una entrevista que después de leer la novela quedó tan impactado por los hechos que allí ocurrían, que un día mientras iba caminando por la avenida Grau de Piura se desmayó en la calle y pensó que podía ser un ataque de epilepsia igual al que le ocurre a Raskolnikov, protagonista de la novela.

No solo se trató de una identificación con los personajes del escritor ruso, sino que el entonces joven Miguel Gutiérrez se adentró en los libros del autor y más tarde empezó a escribir sus propias historias.

Quienes lo conocieron saben que desde siempre fue un gran narrador oral, que así empezaba a elaborar los relatos que escribiría. Gustaba de contar las historias que luego conformarían el hilo argumental de sus próximas novelas. “Contaba la historia y la iba construyendo cada vez con más detalles”, ha recordado su hijo Dimitri Gutiérrez. El propio escritor rememoró alguna vez que desde chico –”quizá por la falta de amigos”– era un fabulador nato.

Galaxia Gutiérrez

Nacido en Piura en 1940, la voz poderosa de Gutiérrez empezó a notarse desde su primera novela El viejo saurio se retira, escrita en 1969. Fue recibida con más críticas que elogios, pero nadie puede negar que ya alentaba en él una prosa que alzaría vuelo más tarde y lo situaría entre los escritores más valiosos de nuestra literatura. Además, el título es difícilmente olvidable.

Su segunda novela Hombres de caminos (1988) ya mostraba su consolidación como escritor de largo aliento y una prosa de gran belleza estética. Era una saga de bandoleros en la Piura del siglo XIX y la historia de una familia, los Villar, que luego aparecerían otra vez en la que es su novela más lograda, la monumental La violencia del tiempo, que él consideraba un summum porque albergaba varias novelas en una.

A partir de esta novela épica –considerada la más importante publicada en la década del 90– fue construyendo un universo propio donde sus personajes podían aparecer en próximos relatos o guardaban alguna relación entre sí. Para algunos lectores y críticos, además, Gutiérrez es el escritor que ha descrito de manera más totalizante cierta época y atmósfera de la sociedad piurana.

Culto, afable, lector impenitente y enterado, Gutiérrez también se enfrentó al establishment –político, literario-–desde su posición política de izquierdista sin dobleces. Con el grupo Narración, que fundó en 1966 y que integró junto a Oswaldo Reynoso, Antonio Gálvez Ronceros, Gregorio Martínez y otros, planteó una escritura que describiera la realidad social sin renunciar a la ficción y la belleza estética. Esos principios los mantuvo toda su vida.

Hombre de camino

El último jueves sus restos eran velados en la Casona de la Universidad San Marcos. Hasta allí llegaron familiares, amigos y seguidores de su obra. Un infarto apagó su vida el miércoles por la tarde. Sus amigos han recordado que Miguel escribía durante las madrugadas, que seguía con atención a los nuevos y jóvenes narradores peruanos, y que estaba preparando la última entrega de la trilogía que inició conConfesiones de Tamara Fiol (2009) y siguió con Kymper (2014): Las cartas de Deyanira Urribarri.

Otras novelas recordables son Babel, el paraíso (1993), El mundo sin Xóchitl (2001) yUna pasión Latina (2011). A veces le costaba empezar a escribir una historia, pero una vez iniciada avanzaba rápido. A despecho de la crítica, que no siempre le fue benigna, hoy sus novelas son leídas por nuevos lectores con mucho interés y menos prejuicio. Su legado son 11 novelas y 14 libros de ensayo. “Cuando no escribo soy un sujeto completamente sin importancia, pero cuando escribo soy un poquito mejor.”, dijo en una entrevista. Ahora descansa, pero sus obras van a perdurar, eso seguro.

Fuente: La República / Lima, 17 de julio de 2016