Walter Twanama Altamirano / Para EDUCACCIÓN
Se ha armado una montonera contra Jaime Saavedra por el tema de los juegos panamericanos; una montonera en el sentido literal, la palabra viene de los que atacan en montón, encubiertos, casi con nocturnidad y un poco en el anonimato; el equivalente de eso en nuestra época es que haya intenciones veladas en el ataque y aquí parecería haberlas. Me imagino que la artillería más pesada aparecerá la próxima semana en el congreso, pero conociendo a Saavedra llegará mejor informado que sus interrogadores y debe salir del congreso como uno deja atrás un rompe muelles.
Sin embargo me parece que ahí no va a acabar esta pelea. Volverán a llamarlo por cosas más o menos importantes, siendo la prueba PISA –cuyo resultado se conocerá en Diciembre- la más visible en perspectiva. Es un juego que se gana por cansancio, por puntos, aunque también puede haber knock downs del ministro o de los atacantes.
Se ha atribuido este ataque al lobby de las universidades privadas y de los colegios privados; es probable que algunos de ellos se muevan en esa dirección pero también hay que ver que por el solo hecho de venir del gobierno anterior la gestión en educación, más allá de la calidad del ministro, abrió un flanco al gobierno de PPK y es algo que un par de tiendas políticas está tratando de aprovechar. Metafóricamente, mientras los gobiernos entrantes tienen los proverbiales 100 días útiles, la cartera de educación, por esta situación, sólo tiene 60 días calendarios.
Perder ahora lo avanzado en educación para volver a cero sería una de las peores cosas que podemos hacer como país, pero siempre hay candidatos a empujar nuestra educación al abismo, a veces incluso con mucho desconocimiento pero buenas intenciones. Tenemos avances fuertes en la implantación de la carrera magisterial, un presupuesto que ha crecido –siempre repito que cuando Toledo entró al gobierno había 5 mil millones para todo gasto educativo y ahora nos acercamos a los 30 mil millones-, ciertos consensos y mejores entendimientos colectivos sobre qué hay que hacer en educación, incluyendo la básica y la superior en sus varias modalidades. Hay paz laboral y nuestras evaluaciones también han mejorado, aunque a ritmos diferentes de crecimiento. Al lado, por supuesto, hay muchas cosas que falta hacer bien y que podemos enumerar entre todos. Dejemos eso por un momento.
La gestión del ministro Saavedra ha ordenado el campo, recuperando sin dogmatismos ni sectarismos muchas de las tendencias más progresivas de los últimos gobiernos para la educación; hay iniciativas que vienen de las dos décadas pasadas y también de la actual, que se han convertido en implementables gracias a un buen manejo del ministerio. Eso es un logro muy visible para quienes andamos metidos en estos quehaceres y creo que implica una comprensión correcta de las políticas públicas.
Pero vuelvo ahora a los 100 días que son 60: la educación pide algo más que limpiar y ordenar la casa; yo por lo menos estaba convencido ahí adentro de que la ordenábamos para lanzarnos a la gran tarea de cambiar la educación y aunque ya han pasado algunas semanas, el Ministerio está a tiempo todavía de lanzar ese proceso ambicioso que capture la imaginación de los maestros y creo que debería hacerlo ya, una vez pasado el rompe muelles del congreso.
¿Y qué proceso es ese? Podemos darle un montón de nombres pero todos sabemos que en general se conoce a esto como Reforma de la Educación. Yo creo que el ministro debería pedir las condiciones institucionales –y la ayuda del congreso- para hacer una verdadera reforma educativa. En realidad sólo el gobierno militar de los 70 tuvo dispositivos y condiciones institucionales para hacer esto y luego la frase “reforma educativa” se ha usado como slogan pero sin ningún poder de cambio, hagámoslo en serio esta vez.
Para hacer esto no se necesitan 20 componentes con esquemas de ejecución detalladamente delineados aún, sino algo que Saavedra hizo el primer día que lo escuché y que me hizo tener ganas de volver al ministerio: poner prioridades.
Yo pondría algunas:
1) El programa de Educación Rural del que las “bajas direcciones” del ministerio hemos venido hablando; me parece bien haber trabajado en zonas urbanas estos años, haber probado herramientas y mejorado la capacidad de intervenir del sistema en las escuelas, pero no podemos empezar un nuevo año escolar sin avanzar en serio en educación rural, y esto no es tratar con las 200 secundarias con modelos alternativos sino principalmente con las 20 mil primarias en lo que se llama rural 1 y rural 2. No lleguemos al 2017 sin haber empezado algo grande y serio en rural, no se necesita inventar la pólvora porque podemos aprender bastante de los fracasos anteriores.
2) Ha habido un gran avance en el tema de carrera docente –y, reconozco, un buen director en el tema, Jorge Arrunátegui- que hay que consolidar, mejorar los ingresos de los profesores -PPK ya le dio su aval a este punto- y construir el sistema de formación docente, para lo cual el ministerio tiene estupendos cuadros. Esto parece estar en ruta y ojalá a tiempo.
3) Implementar el nuevo currículo nacional en serio, porque eso permite alinear el sistema educativo, dándole una noción de calidad que vaya más allá de la comprensión de lectura y la matemática (aunque no se trata de satanizar estas, son habilidades estratégicas fundamentales para incorporar otras competencias). Y hacerlo en serio significa alinear los esfuerzos del ministerio para conseguir que el trabajo educativo de cada escuela y colegio tenga un norte que se concrete en los aprendizajes de los alumnos; todo esto requiere un plan pero también una manera de auto organizarse para conseguir los resultados que se buscan; y muchísima comunicación con todos los actores, que somos todos los peruanos. Si se hace bien será un gran proceso de aprendizaje del sistema educativo tomado por fin como un todo. Si se hace mal repetiremos la historia de siempre y el currículo dormirá en algún cajón.
4) Mantener la reforma de la educación superior y extenderla a la educación técnica, cuya ley está guardada en algún lugar del congreso. Sobre estas cosas hay quienes saben mucho más y que deben opinar.
5) Un cambio radical, dramático, en cómo concibe el Estado sus relaciones con otros actores sociales, de las organizaciones de base y oenegés a la empresa privada y gobiernos regionales y locales. Tenemos que explorar nuevas formas de generar cooperación entre estos actores, porque –¿no es obvio?- con las solas fuerzas del MINEDU no se va a poder hacer una reforma en serio. Más aún, los otros cuatro puntos no se pueden desarrollar en soledad, se necesita socios para la educación.
Sé que hay muchísimas más cosas que hacer pero los cuatro primeros puntos me parece que tienen un valor simbólico fundamental, mientras que el quinto es una condición para poder cumplir con las propuestas.
Esto implica otra organización del ministerio, probablemente dos viceministerios, uno de básica y otro de superior, idea que tenían hace pocos años Patricia Salas y su equipo y que no pudo concretarse; y mantener el rol de la Secretaría de Planificación Estratégica, que siempre es mirada raro por los generalistas de la gestión pública.
Saavedra, pase el rompe muelles, pero anuncie un nuevo día para la educación. Es la manera de recuperar iniciativa, liderazgo, y también carisma. Pero además es una necesidad urgente del país.
Lima, 10 de octubre de 2016