Caroline Bullock / BBC Mundo
Irina Khoroshko, de la ciudad de Zelenograd, muy cerca de Moscú, aprendió las tablas de multiplicar a la edad de cinco años. Su talento precoz, alentado por una familia fanática por las matemáticas y una profesora que transformaba cada lección en un gigantesco juego de resolución de problemas, la llevó a obtener un diploma en matemática económica en la prestigiosa Universidad de Economía de Plekhanov, en Rusia.
“Mi tutor me enseñó el poder de los números y los cálculos y cómo te dan la capacidad de predecir las cosas. En ese sentido, la matemática siempre se sentía como algo mágico”, dice.
Ahora, Irina, de 26 años, es una científica de datos en un sitio ruso de préstamos por internet, ID Finance. Disfruta de una lucrativa carrera diseñando modelos analíticos para determinar la elegibilidad del préstamo.
Varios estudios confirman que es muy frecuente que muchachas que muestran interés temprano por ciencia, tecnología, ingeniería o matemáticas llegan a un punto en el que abandonan esa afición y nunca la recuperan. Por ello son relativamente pocas las mujeres que eligen ingeniería o tecnología como una carrera.
¿Por qué?
Las dificultades
Un nuevo estudio de Microsoft arroja algo de luz. Basándose en entrevistas con 11.500 niñas y mujeres jóvenes de toda Europa, se establece que el interés por estos temas disminuye drásticamente a los 15 años en la mayoría de ellas.
Este cambio repentino obedece a estereotipos de género, pocas mujeres que den ejemplo, presión de los compañeros y falta de aliento de los padres y maestros.
Según la Unesco, mientras que el 29% de las personas en la investigación científica en todo el mundo son mujeres, e n Rusia el margen se amplía hasta el 41%. En Reino Unido alrededor del 4% de los inventores son mujeres, mientras que la cifra es del 15% en Rusia.
Las chicas rusas ven las áreas como ciencia, tecnología, ingeniería o matemáticas mucho más positivamente, su interés comienza más temprano y dura más tiempo, señala Julian Lambertin, directora de KRC Research, la empresa que supervisó las entrevistas de Microsoft.
Estas chicas citan el estímulo de los padres y los modelos femeninos como elementos clave.
Las oportunidades
Las diferencias no se detienen ahí. Cuando el Departamento de Educación pidió a un grupo representativo de las adolescentes británicas sus puntos de vista sobre las matemáticas y la física, cinco palabras resumieron los “problemas de imagen” de esas materias: masculinas, ecuaciones, aburridas, fórmulas, irrelevante.
Pero no existen tales estigmas en Rusia, según Lambertin. “Realmente han ido más allá de eso”, dice. “La sociedad espera que la gente tenga un buen desempeño en estos temas sin importar el género”, añade.
Alina Bezuglova es la jefa de la sección rusa de Abogados de Tecnología de Londres, una organización que aprovecha el talento ruso con las oportunidades de empleo en Reino Unido.
Ella regularmente es anfitriona de eventos tecnológicos exclusivamente para mujeres en Reino Unido para promover su uso.
Esta clase de encuentros no se realizan en Rusia. ¿Por qué?
“Se podría decir que es porque estamos descuidando el problema o que no hay ningún problema en absoluto, y estoy mucho más inclinada a pensar en esto último”, dice.
“Comparado con el resto de Europa, simplemente no hacemos hincapié en las ‘cuestiones de la mujer’ (en Rusia)”.
Según Bezuglova, el punto de partida del éxito de las mujeres rusas en matemática y tecnología se remonta a la era soviética, cuando el avance de la ciencia se convirtió en una prioridad nacional.
Junto con el crecimiento de institutos de investigación especializados, la educación técnica se puso a disposición de todos y se alentó a las mujeres a seguir carreras en este campo.
“Nunca se me ocurrió en la escuela que porque soy una chica no debería elegir ciencia o tecnología, y en el lugar de trabajo no veo mucho sexismo, sólo eres juzgado por tus habilidades”, dice.
Frontales y directas
Pero, ¿podría la psique nacional jugar también un papel? Con su característica naturaleza directa y frontal, ¿las mujeres rusas simplemente encuentran más fácil hablar por sí mismas en ambientes dominados por hombres?
Emeli Dral, profesora asistente del Instituto de Física y Tecnología de Moscú, así lo cree. Ella recuerda cómo fue precisamente este espíritu el que la impulsó al éxito como una de las dos únicas chicas de su grupo de matemáticas avanzadas en la escuela.
“Realmente nos hizo aún más competitivas y más decididas a probarnos a nosotras mismas y ser mejores que los muchachos”, dice. “Creo que las mujeres rusas están bastante confiadas acerca de estar en una minoría, principalmente debido al apoyo que han tenido de sus padres desde una edad temprana”, añade.
Dral recuerda que su padre nunca le preguntó por qué le interesaba la matemática y la ingeniería en particular. “Él consideró que era muy natural”, afirma.
Aspirar a lo más alto
Olga Reznikova, cuyo método en gran parte autodidacta en ciencia y matemáticas la llevó a su papel actual como jefa en ingeniería de software, es un buen ejemplo.
Creciendo en una pequeña ciudad costera poblada por mineros y pescadores, su amor por las computadoras comenzó cuando tenía apenas cuatro años, pero desde entonces para ella era una lucha para convertir su pasión en una carrera.
A través de tutoriales en línea dominó los conceptos básicos de diseño de algoritmos, programación y cómo hacer dinero programando sitios web sencillos. Luego se dirigió a San Petersburgo para estudiar más y aspirar a cargos más grandes.
“Durante un tiempo fui la única programadora femenina en mi empresa”, señala Reznikova. “Encontré algunos problemas con ser tomada en serio, pero me quedé con el trabajo y ahora estoy ganando un salario que es 30% más alto que antes.”
Si bien Rusia está haciendo algo bien, todavía no alcanzó la paridad de género total. “No hay duda de que Rusia está disparando la imaginación de las niñas”, dice Lambertin. “Traer la creatividad al aula con experimentos y aplicación práctica podría ser el camino a seguir para aquellos países donde las niñas están actualmente muy desvinculadas (de la ciencia y la tecnología)”, concluye Lambertin.
Fuente: BBC Mundo / 26 de abril de 2017