¿Qué educación inicial está recibiendo tu hijo?

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Vanetty Molinero Nano / Aprendiendo con alegría

Hoy en día, que los niños accedan al sistema de educación inicial es bastante común. Algunos lo hacen desde los 3 años, y otros incluso antes. Pareciera que estamos avanzando, ya que nuestros abuelos tal vez no tuvieron esta oportunidad, e inclusive nosotros quizás hayamos hecho apenas un año. Pero hoy nuestros hijos recibirán por lo menos ¡tres años! Sin embargo, habría que preguntarnos ¿están logrando acceder a la educación inicial que necesitan?

Un cambio con respecto al pasado, es que las familias hemos comprendido que es importante que nuestros hijos asistan a la educación inicial. Nos esforzamos por brindarles una buena educación, e invertimos una parte importante del presupuesto familiar en ello. Sin embargo, la oferta educativa, aún cuando sea privada, y muy costosa, no siempre es la mejor y la más pertinente para aportar en el desarrollo y aprendizaje de los niños.

¿Qué debe existir como mínimo en un centro de educación inicial para aportar en el desarrollo-aprendizaje de los niños?

  • Espacio abiertos y cerrados para que los niños puedan moverse libremente, e implementos que promuevan movimientos gruesos (correr, saltar, trepar), y les planteen desafíos motores que pongan en juego la fuerza, la coordinación, el equilibrio.  Porque el movimiento es una necesidad para los niños, y juega un papel transcendental en la construcción del pensamiento. Actualmente existen investigaciones que muestran la relación que existe entre la falta de un desarrollo motor autónomo y los problemas de aprendizaje (Ver trabajos de Sally Goddard Blythe)
  • Integración de las actividades de cuidado (atención de necesidades fisiológicas, alimentación, descanso) en las actividades educativas. Porque estas actividades tienen un enorme relevancia porque se da en un marco de interacciones entre un adulto y un niño.
  • Trato amable y respetuoso de los niños, donde se los trate como sujetos, teniendo en cuenta sus opiniones, promoviendo su participación en las actividades que les afectan, hablándoles como personas, sin “infantilizarlos”, ni tratarlos como seres disminuidos.
  • Una hora diaria de juego libre, por lo menos, con materiales pertinentes que los niños puedan transformar, y con docentes muy presentes que acompañen ese juego.  Porque el juego es una necesidad vital y  el mejor medio para que los niños desarrollen sus capacidades cognitivas, sociales, comunicativas, motoras y de desarrollo personal.
  • Un tiempo  organizado en función de los niños, en el que no se impone prisas por hacer o cumplir con lo que el adulto propone. Donde se confía en la capacidad del niño y se le proporciona el tiempo que necesita para avanzar a su ritmo de desarrollo.

¿Cómo hacemos para contar con esos centros de educación inicial que se necesitan?

Muchas veces me quedo sorprendida de cómo las familias hemos cedido nuestra participación en el proceso educativo de nuestros hijos. No estamos de acuerdo con muchas cosas que nos proponen y demandan los servicios educativos a los que van nuestros hijos, pero nos sometemos, asumiendo que no se puede hacer nada, cuando la educación de nuestros hijos tiene que ser una tarea compartida con las instituciones educativas. Es por ello que existen normas que aseguran la participación de las familias, incluso en las instituciones educativas privadas.   En ese sentido, es importante que, efectivamente, participemos, para construir un proyecto educativo compartido.

  • Comencemos a demandar centros de inicial que tengan esas características para que la oferta existente se “desescolarice” y comience a pensar más en cómo atiende las necesidades de los niños.   En este afán de que los niños adquieran de manera temprana y mecánica aprendizajes que no corresponden a su edad, muchos centros de educación inicial se han escolarizado, ofreciendo experiencias educativas que terminarán siendo perjudiciales para los niños.
  • Resistámonos a los planteamientos absurdos que se nos hacen, como enviar tareas a casa, participar de campeonatos infantiles, organizar graduaciones imitando el mundo adulto, etc.
  • Organicémonos con otras familias para impulsar el cambio en las instituciones educativas en las que están nuestros hijos.
  • Demandemos al Estado que mejore el indicador de la calidad del entorno educativo de la educación inicial.  De acuerdo a la evaluación nacional que  realizó el Ministerio de Educación en el año 2014 las instituciones educativas públicas alcanzan el nivel mínimo de calidad (3.26), mientras que las instituciones privadas se encuentran por debajo del nivel mínimo de calidad (2.77). Urge que el Estado invierta más recursos  en la educación inicial pública, y regule la oferta de educación privada.

Actuando desde el lugar en el que cada uno está, podremos estar cada día más cerca de una educación inicial que aporte en el desarrollo-aprendizaje de nuestros hijos, y que les permita tener una experiencia educativa en la que aprendan con alegría.

Para la evaluación se utilizó la Escala de Calificación del Ambiente Educativo, ECERS-R que es una escala que se utiliza a nivel internacional para medir la calidad del entorno educativo. De acuerdo a esta escala se establece cuatro niveles de calidad: inadecuado (1), mínimo (3), bueno (5) y excelente (7).

Fuente: Aprendiendo con alegría / Lima, mayo de 2017