Edición 38

Inspiración para la innovación

Repensando la formación continua ¿Qué beneficios aportaría poner experiencias de buenas prácticas e innovación educativa al alcance de la mayoría de docentes?

Print Friendly, PDF & Email

Vanessa Toribio/ EDUCACCIÓN

Hace más de una década Steve Jobs, revolucionó el concepto de teléfonos celulares, hoy conocida como Iphone. Esta idea surgió cuando almorzaba con un amigo y empleado de Apple, quien comentó su molestia de portar un celular debido a su volumen y peso. La misma incomodidad pudo observarla en varios comensales. Entonces, Jobs recordó el video demostrativo del prototipo de tablet que su empresa estaba desarrollando y le dijo a su amigo: «¿Qué pasaría si creamos una tablet de pantalla táctil más pequeña y la convertimos en teléfono? ¡Vamos a diseñar uno! Debido a su estética y a la funcionabilidad del producto, hoy conocido como Iphone, se inició el boom en el mercado de los celulares.

Así como en el caso de Steve Jobs, existen experiencias que llegan de pronto o por casualidad a nuestra mente o como resultado de una búsqueda constante, cuyo mayor valor es su capacidad de inspirarnos, de impulsarnos a seguir avanzando, ya sea en el ámbito personal, familiar o profesional. ¿Cómo hacemos que esa chispa de inspiración se encienda también en las aulas de clase?

Si usted es de aquellos docentes que ha decidido avanzar en el camino de la renovación de su práctica, hay una alternativa para el logro de su objetivo: poner los ojos en aquellos docentes que están haciendo cosas distintas y con buenos resultados, tanto dentro como fuera del país. No es lo único que necesitará, pero será un gran avance que lo empujará a salir de su zona de confort y a explorar más. Le abrirá un mundo de posibilidades que quizá no había contemplado antes y le dará la oportunidad de encontrar alguna experiencia inspiradora o su referente de superación.

Poner las experiencias exitosas al alcance de la mayoría

En el mundo, existen numerosas experiencias escolares innovadoras que son poco conocidas y que bien podrían ser aprovechadas para repensar la formación docente. Esto se debe a mi entender a tres factores. En primer lugar, estas experiencias en su mayoría no se encuentran sistematizadas de modo que se pierde la oportunidad de generar nuevo conocimiento pedagógico. En segundo lugar, esta información circula sobre todo en el mundo de los expertos, por lo cual no siempre llega a oídos de los docentes. En tercer lugar, aún seguimos sosteniendo que el cambio proviene de arriba-abajo, es decir, desde las propias instancias de gestión pública.

Hay experiencias que demuestran que el cambio es mucho más potente cuando surge de abajo hacia arriba, en el interior de las aulas de clase. Tal es el caso de experiencias como las de Juan Cadillo León de Ancash con su proyecto «En el recreo te cuento» fomentala lectura, la comunicación y el lenguaje con el uso de las TIC;  la experiencia «Participación eficiente y desarrollo de las habilidades comunicativas y sociales a través del teatro en calles» desarrollada por Javier Pariona Salvatierra en Huancavelica, busca desarrollar habilidades de comunicación y creatividad; el proyecto «Haciendo bien para mejorar mis aprendizajes», de Isidro Flores Cahuana en Puno; o el «Uso de las TIC en la expresión oral de Narciso», a cargo de Luis Ochoa Palomino del Cusco, presentada hace unos días en el Congreso Encinas.

Si las buenas prácticas y las innovaciones ya ensayadas se ponen al alcance de la mayoría, su análisis puede motivar su replicabilidad y ser motor de cambio. Hay experiencias que podrían muy bien servirnos para nuestros fines pedagógicos, como las experiencias ganadoras del Concurso Nacional de Buenas Prácticas que organiza el Minedu, los concursos regionales de Innovación Educativa, el premio Horacio Zeballos Gámez que organiza anualmente la Derrama Magisterial, el informe «Escalando en Educación: Innovaciones Inspiradoras Masivas en América Latina» del Banco Internacional de Desarrollo (BID). Recordemos que en educación no se parte de cero,  siempre hay un camino recorrido a partir del cual podemos avanzar.

Ahora bien, para dar un salto cualitativo hacia la innovación educativa hay una serie de peldaños que debemos subir previamente: ¿cuáles son?, ¿cómo podemos subir cada peldaño?

Primer peldaño: Las buenas prácticas

Tiempo atrás me topé con un aula en la cual todo parecía ir muy bien, la profesora conformaba equipos de trabajo y solicitaba continuamente la participación de sus estudiantes; sin embargo, solo un ojo bien entrenado podía percatarse de que algo no andaba tan bien como parecía. La conformación de equipos se convertía en un «tiempo fuera» para la profesora, quien aprovechaba para calificar tareas. Además, las participaciones eran tomadas en cuenta siempre y cuando coincidieran con su pensamiento. Dos buenas prácticas que, como habrán podido deducir, no estaban consolidadas.

Si bien hace más de 30 años que el trabajo colaborativo se introdujo en las escuelas como parte del conjunto de metodologías activas que revolucionaron aquellos tiempos. Hoy en día esta metodología es aún una buena práctica, cuyas características no hemos logrado entender. Encontramos aulas donde se conforman equipos de trabajo (como en el caso de la profesora), pero que no alcanzan el estándar de un equipo de trabajo productivo, que trabaje de manera independiente, se autorregule sin necesidad que el profesor intervenga, donde los chicos puedan ponerse de acuerdo o complementarse en sus habilidades, porque para promoverlas se necesita dominar determinadas estrategias.

Algo similar pasa con la recuperación de saberes previos, otra buena práctica que necesita ser consolidada en nuestras escuelas. ¿Por qué? Porque relacionar las ideas de los chicos con la sesión de clase planificada es todo un arte que debe ser cultivado. De nada vale solicitar la opinión de los estudiantes si luego de ser escuchadas, no serán tomadas en cuenta, que comúnmente ocurre. Recuperar saberes previos, prestar mucha atención a los aportes de los estudiantes, anotar sus ideas, contrastarlas y empezar a hacer asociaciones con el contenido de la clase que susciten reflexión y debate, aprender a realizar ajustes —sobre la marcha—a la sesión diseñada, se mantienen aún como todo un desafío.

Sería un error querer saltar de frente a la innovación pasando por alto la tensión que experimenta el docente, hace más de 20 años, entre prácticas tradicionales y buenas prácticas, que debe resolverse previamente para poder avanzar más lejos. Si bien en nuestro país contamos con un gran referente de buenas prácticas, como el Marco de Buen Desempeño Docente, en la práctica habitual, las competencias y desempeños básicos aún no están consolidados. En ese sentido, las buenas prácticas de otros docentes que ya han logrado buenos resultados podrían ayudarnos a subir al primer peldaño.

Segundo peldaño: Las innovaciones ya existentes

La incorporación del ajedrez para el desarrollo de habilidades matemáticas data de más de 50 años. Entre el 2004 y el 2007 una investigación realizada en Trier, Alemania, aportó nuevas evidencias:«Todos los alumnos de una clase de primaria sustituyeron una hora semanal de matemática por ajedrez (no sólo para jugar, sino aplicado a la enseñanza de matemática), mientras los del grupo control seguían recibiendo tres horas de matemática semanales y nada de ajedrez. Durante cuatro cursos consecutivos el primer grupo obtuvo mejores resultados en matemática» (Mendoza, 2007). Tal ha sido su impacto —comprobado por esta y otras investigaciones—que muchos países en Europa —como Rusia y España— lo han institucionalizado, incorporándolo en su currículo. Incluso el Parlamento Europeo recomendó en el 2012 la inclusión del ajedrez en todos los programas escolares de sus países miembros, como lo hizo antes la Unesco. En nuestra región, Cuba y Argentina lo adoptaron también. Sin embargo, en nuestro país, salvo en algunas escuelas como Saco Oliveros, que han visto en esta experiencia una fuente de inspiración, no ha sido nunca tomada en cuenta, a pesar de las dificultades que tenemos en la enseñanza y el aprendizaje de la matemática.

Otra innovación que ha comenzado a ser replicada en el mundo es la clase invertida (flipper classroom) que se inició en el 2007 cuando las presentaciones de PowerPoint colgadas en internet por los profesores Jonathan Bergman y Aarom Sams del instituto Woodland Park en Colorado (EE. UU.) para poner al día a sus estudiantes, fueron usadas por otros profesores para enseñar fuera del aula. Hoy en día por ejemplo, el Shireland Collegiate Academy de Inglaterra es considerado uno de los colegios más innovadores por haber perfeccionado esta metodología. Ortega (2014) menciona que en este colegio los estudiantes realizan la tarea antes de que se dicte la clase, de modo que todos llegan al colegio con algunas ideas previas que luego se profundizan y se refuerzan; esto permite que los profesores determinen cuáles son los aspectos que más llaman la atención a sus estudiantes y adaptan la sesión para que sea lo más atractiva y enriquecedora para ellos. De este modo, se aprovecha el tiempo de clase para actividades colaborativas o debates más que en la clase expositiva.

Así como en estos casos, las experiencias de los profesores Cadillo en Ancash, Pariona en Huancavelica, Ochoa en Cuzco y tantos otros que están destacándose por sus innovaciones, pueden ser objeto de replicabilidad.

Como podemos deducir, para subir a este segundo peldaño necesitamos poner en práctica innovaciones ya existentes, dentro o fuera del país, que no hayan sido aún institucionalizadas. Como dijimos en un artículo anterior, «para ser innovador no tenemos que inventar algo siempre y necesariamente, si acaso ya está inventado. Podemos empezar por investigar, por identificar innovaciones que nos puedan ser útiles para resolver los problemas que enfrentamos en el aula, las podemos imitar y esforzarnos por igualarlas en su calidad. Si después se nos ocurre algo mejor, en buena hora, estaríamos pasando a la etapa de producir una innovación propia».

Tercer peldaño: Las innovaciones propias

Avanzar un paso más en el camino a la innovación tiene un prerrequisito: estar informado de experiencias ya ensayadas, con buenos resultados, e identificar sus ventajas respecto a prácticas que están normalizadas. Tiene sentido, porque no se trata de inventar lo que ya está inventado ni de hacer propuestas que están más atrás de soluciones ya encontradas a los problemas que buscamos resolver. En este sentido, un profesor con un conocimiento claro de la pedagogía y la investigación, promoverá el tipo de competencias que los estudiantes requieren y además está en condiciones de visualizar nuevas innovaciones. Por el contrario, un docente desinformado y que no indaga, fácilmente aceptará cualquier novedad como innovación.

Por ejemplo, Salman Khan, reconocido por la revista Time como una de las 100 personas más influyentes del mundo y por la revista Forbes como el pionero de la educación del siglo XXI, ha desarrollado una organización educativa vía web denominada «Khan Academy» a través de la cual unos 600 millones de visitantes por año reciben clases gratuitas de matemática, álgebra, historia y otras asignaturas escolares en 28 idiomas. Estas clases incluyen foro para preguntas, sugerencias o agradecimientos, con la finalidad de inducir a una mayor interacción y motivación entre los usuarios y mejorar el proceso de enseñanza y aprendizaje. Su mayor reconocimiento se debe al hecho de que sus videos y actividades en línea son herramientas necesarias para miles de maestros porque los ayuda a invertir sus clases; además «ofrece un , aprendizaje personalizado, donde  los alumnos pueden aprender conceptos y avanzar cada uno a su propio ritmo» (Oppenheimer, 2014: 228). Más aún, hoy en día Khan Academy se ha vuelto fuente de inspiración de otros profesores youtuber, que han creado canales similares como Julioprofe en Colombia y Unicoos en España.

De otro lado, el Green School, situado al sur de Bali, en Indonesia, tiene como objetivo realizar un cambio de paradigmas en sus estudiantes para que a partir de su educación se conviertan en líderes para encontrar solución a los problemas ambientales,diseñando negocios amigables con el medioambiente. Ortega (2014) afirma: «Esta escuela se caracteriza principalmente por ser cien por ciento ecológica: las aulas de clase están construidas con bambú, no existen paredes de cemento, se utilizan paneles solares para crear electricidad y cuenta con 20 hectáreas de Jardín. Dentro del currículo académico, los niños tienen la oportunidad de aprender sobre el cuidado del medioambiente y los animales, agricultura urbana y arquitectura ecológica, entre otras temáticas».

Cito solo dos casos de experiencias típicamente innovadoras, que han creado una manera de ofrecer educación no solamente original, sino también muy efectiva.

¿Qué hacer?

Como podemos ver, en todos los casos existe un objetivo común: mejorar la enseñanza para lograr a su vez mejores aprendizajes. Podemos esforzarnos por desarrollar buenas prácticas o consolidarlas, como también podemos hacer innovaciones. Los tres peldaños suponen salir de la zona de confort, desinstalarse y atreverse a hacer algo diferente. Llegar al tercer escalón no es imperativo, es una posibilidad y serán celebrados todos los que se atreven a llegar hasta allí, cosechando éxitos. Pero subir los dos primeros sí representa un reto colectivo.

Algunos consejos:

  1. Para empezar a subir esta escalera, debemos preguntarnos: ¿con qué experiencias podemos cotejar lo que hacemos comúnmente?, ¿con qué frecuencia generamos estos espacios de inspiración y exploración?, ¿cómo nos damos cuenta que es necesario hacer un alto y salir a observar otras prácticas para mejorar, actualizar o cambiar lo que habitualmente hacemos en el aula?
  2. Dejarnos llevar por la inquietud y la curiosidad, levantar la cabeza y mirar más allá de nuestra escuela, darnos la oportunidad de observar lo que pasa en otras latitudes, disciplinas o profesiones y ver qué están haciendo en otras partes del mundo, nos motivará a realizar algo distinto con nuestras prácticas pedagógicas. Recuerde que la inspiración puede venir de cualquier fuente.
  3. Si usted, además, tiene en sus manos la posibilidad de tomar decisiones en el ámbito de la gestión pública, recuerde que el estudio y sistematización de buenas prácticas o de innovaciones tiene en sí mismo un enorme potencial, no sólo para la escuela que lo realiza y que podría obtener apoyo para la sostenibilidad de su experiencia, sino también para muchos otros docentes que pueden aprender de ella.
  4. Presentar prácticas exitosas y convertirlas en elementos de análisis dentro de los programas formativos, aunque es una práctica poco habitual, puede tener un efecto potente. No existe un factor de influencia más poderoso en términos formativos que un docente enseñándole a otro docente. Hacerlo de esa manera tendría la posibilidad de lograr una influencia mayor que si llegan como mandatos o imposiciones de la autoridad.

En síntesis, es necesario multiplicar las oportunidades de cambio de los docentes. En primer lugar, ensayar buenas prácticas y consolidarlas. En segundo lugar, aplicar innovaciones ya existentes para una divulgación masiva. En tercer lugar, crear oportunidades a la innovación propiamente dicha, dinamizando su proceso evolutivo, generando su sostenibilidad y escalabilidad.

Como decía Pablo Picasso: «la inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando». Por ello, no hagamos siempre lo mismo, el camino a la innovación está a la mano y mucho depende de nosotros.

Lima, 1 de marzo de 2018

Bibliografía

Mendoza, G. (2017, 5 mayo). Ajedrez y matemáticas [Publicación en un blog]. Recuperado 26 de febrero,2018, de http://kasparovfundacionajedrez.com/blog/ajedrez-y-matematicas/

Oppenheimer, A. (2014). ¡Crear o morir!: La esperanza de Latinoamérica y las cinco claves de la innovación. Ciudad de México, México: Penguin Random House Grupo Editorial.

Ortega, C. (2014, 14 marzo). Conozca los 11 colegios más innovadores del mundo. Recuperado 26 febrero, 2018, de http://www.youngmarketing.co/los-11-colegios-mas-innovadores-del-mundo/5/

Toribio, V. (2017, 11 noviembre). Innovación pedagógica: separando el trigo de la paja. Recuperado 26 febrero, 2018, de https://www.educaccionperu.org/innovacion-pedagogica-separando-trigo-la-paja/

Vanessa Toribio Vargas
Ex viceministra de Gestión Pedagógica y Asesora de la Alta Dirección en el Ministerio de Educación de Perú (Minedu). Psicóloga con más de quince años de experiencia liderando equipos interdisciplinarios para el sector educación en las líneas de innovación educativa, formación docente, EdTech en educación, desarrollo socioemocional, así como en la gestión de políticas, programas y proyectos educativos. Estudió la Maestría en Aprendizaje, Cognición y Desarrollo, y la Maestría en Integración e Innovación Educativa de la Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Ha sido Coordinadora del FONDEP (Fondo Nacional de Desarrollo de la Educación Peruana), Directora en Perú de la Asociación Internacional Mensajeros de la Paz, Especialista de Formación Docente en el programa Construyendo Escuelas Exitosas de IPAE, entre otros. Actualmente se desempeña como consultora senior en formación virtual, temas educativos e investigación en Enacción SAC, colaborando con diversas organizaciones como Enseña Perú, Unesco, Unicef, Ministerio de Trabajo, entre otros. Es miembro del Instituto Educacción.