El primer reto de una real reforma educativa

Los aprendizajes para la vida están en el corazón de la educación. Son su núcleo. Y deben ser también el centro de una verdadera reforma

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Eduardo León Zamora / EDUCACCION

En momentos de posibles cambios y de declaración de compromisos con la Educación, es importante volver a centrarnos en lo esencial en materia educativa. Y lo fundamental es, sin duda, que nuestros niños, niñas y adolescentes logren desarrollar aprendizajes que sean de gran utilidad durante todo su ciclo vital.

Puede parecer una verdad de Perogrullo, pero lo cierto es que si la llamada Reforma o Reformas (en plural) de la Educación no incide(n) en los procesos formativos de las y los estudiantes y en sus aprendizajes, esta(s) Reforma (s) puede(n) convertirse en un camino interminable, con hartos baches y frustraciones; especialmente, para las vidas de quienes más nos importan y son los protagonistas educativos.

Por eso, me parece importante llamar la atención sobre la naturaleza de los aprendizajes por los que estamos apostando (un tema que discutimos, recientemente, durante la clausura del proyecto FORGE). En ese evento, conversábamos sobre la necesidad de romper con los parámetros de calidad de aprendizajes que se han impuesto, intencionadamente o no, a lo largo de 10 años, como efecto de la Evaluación Censal Estudiantil (ECE). En efecto, en la escuela pública actual, la referencia de buenos aprendizajes o aprendizajes de calidad están determinados por los niveles de logro que se alcanzan en estas pruebas que, como ya sabemos, solo consideran algunas capacidades del currículo.

Pero, una de las cosas sobre las que rara vez discutimos quienes estamos en el campo de la educación, es cuán relevantes son estos aprendizajes y qué tipo de aprendizajes está alcanzando aquella población de estudiantes que presenta logros en la ECE, especialmente, en segundo grado.  Nos referimos a aquel 50% de estudiantes que aprenden lo que corresponde en relación a las capacidades curriculares del área de Comunicación y a aquel 30% que puede rendir satisfactoriamente en relación a las capacidades de Matemática.

Ya es bastante preocupante que, luego, de largos años de Reforma(s), alcancemos tan modestos resultados; pero aún lo es más el hecho de que estos aprendizajes sean considerados aprendizajes rutinarios o reproductivos (Hitano e Inagaki, 1986), es decir, aprendizajes que tienden a aplicarse de manera automatizada y que solo funcionan en determinados contextos y en ciertos formatos. Es decir, que no son aprendizajes transferibles a otra situaciones, y que difícilmente se aplican en la vida. Son aprendizajes que han sido denominados “aprendizajes para pruebas” con validez, específicamente, en procesos de evaluación. No están insertos en una lógica de competencias, como plantea nuestro currículo.

Un aprendizaje alineado con lo que se plantea y espera desde la noción de competencias, son los aprendizajes adaptativos, es decir, aprendizajes que son transferibles a diversas situaciones, que pueden aplicarse de manera flexible ante distintos desafíos. Estos, sin duda, son los aprendizajes de calidad a los que aspiramos en un proceso de reforma.

Con esto no quiero decir que los aprendizajes rutinarios no sean importantes. Y que el haber avanzado en ello no sea un logro. Es un logro menor. Por lo menos, estamos avanzando en este tipo de aprendizajes. Pero una escuela con aprendizajes rutinarios no puede ni debe ser la promesa de una Reforma Educativa. Y el resultado de tantos años de esfuerzo no puede reducirse a avances tan limitados como los que ofrece la ECE, una década después del inicio de estas pruebas.

Es necesario pasar a otra visión de los aprendizajes, donde lo importante sea la relación del estudiante con el aprendizaje, es decir, donde se construya una relación desafiante, estimulante y enriquecedora con lo que aprende; donde nos preocupe el tipo de sujeto cognoscente que queremos formar; confiado de sus posibilidades, seguro en sus progresos y con el soporte pedagógico requerido en un espacio que, además, le brinde el ambiente socio-emocional necesario para lograrlo. Un aprendizaje que se construye en la actuación con los otros y que implica un aprendizaje en acción. ¡Basta de aprendizajes para calificaciones, para notas, para la escuela o para la ECE! Necesitamos aprendizajes para contribuir al desarrollo de las personas y de la sociedad.

Porque, hay que señalarlo con claridad, nuestra escuela pública merece más. Nuestros niños y niñas merecen más. El resultado del trabajo docente y de las políticas educativas tiene que alcanzar mejores resultados. No se va a legitimar con mejores porcentajes en los resultados. No nos vamos a conformar con resultados de 100% en nivel satisfactorio en la ECE. Necesitamos generar aprendizajes que tengan sentido para la vida, que enriquezca el desarrollo, que potencie la formación de buenos ciudadanos y ciudadanas.

La experiencia de los últimos años nos muestra que lo que puede plantear el currículo con respecto a los aprendizajes no necesariamente se convierte en el centro de las políticas educativas. Por el contrario, a pesar de contar con un currículo que establece con claridad qué competencias se espera lograr, es posible que las demás políticas educativas apunten hacia otra dirección, como ha sucedido en el marco del fenómeno ECE (León, 2018) o como sucede en la actualidad con la implementación de políticas educativas centradas en la evaluación de desempeños docentes.

Los aprendizajes están en el corazón de la educación. Son su núcleo. Y deben ser también el centro de una verdadera reforma. No pueden plantearse al final de un horizonte infinito, al que nunca llegaremos o al que arribaremos con el costo de millones de fracasos educativos en la vida de personas de carne y hueso. Tampoco esperamos resultados inmediatos. Los cambios razonables implican el corto, el mediano y el largo plazo, pero es básico tener claro que lo que queremos alcanzar, sea razonable y deseable.

Lima, 26 de marzo de 2018

REFERENCIAS

Hatano, G. and K. Inagaki (1986). “Two courses of expertise.” Child development and education in Japan: 262–272.
Leon, E. (2018) Los efectos del fenómeno ECE en las prácticas docentes. Tarea, GRADE, Enacción. Lima. (en imprenta)

Eduardo Leon Zamora
Licenciado en Educación Primaria y magíster en Investigación Educativa. Trabaja como consultor independiente en diversos temas educativos: Currículo, formación docente, políticas educativas, EIB, Educación Ciudadana, Educación Inclusiva, Afroeducación, Educación para la Diversidad Sexual, Evaluación y Metacognición. Estudió en la Pontificia Universidad Católica del Perú y en la Universidad Academia de Humanismo Cristiano de Chile. Ha trabajado en La Casa de Cartón, en el colegio Madre Admirable de El Agustino, con los Huch´uy Runa del Cusco, KALLPA, TAREA, MINEDU, UNICEF, USAID/PERÚ/SUMA. Actualmente, trabaja en una investigación con el CISE-PUCP sobre el desarrollo de la identidad afroperuana; y con GRADE, sobre los «Efectos de la ECE en las prácticas docentes».