Roberto Barrientos Mollo | EDUCACCIÓN
Reforma tras reforma tras reforma y las brechas no se cierran. Es la triste realidad del sistema educativo peruano. Cada ministro que asume se constituye en el paladín de la igualdad de oportunidades en educación y trae bajo el brazo su portafolio de nuevas ideas e iniciativas que, esta vez, según ellos, sí salvarán al sistema. En el presente texto propongo que existen tres enemigos silenciosos de las reformas educativas que pueden llegar a paralizarla y que la solución está en la construcción de “coherencia” en el sistema.
Michael Fullan y Joanne Quinn afirman que
“Hoy en día el problema no es la ausencia de objetivos en las escuelas y los distritos, sino la presencia de demasiados que son ad hoc, desconectados y en constante cambio. Múltiples mandatos […] se combinan con el encanto de las subvenciones y las innovaciones para crear sobrecarga y fragmentación “(p. 19).
La frase latina Ad hoc se refiere “a lo que se dice o hace solo para un fin determinado” (RAE), es decir objetivos creados para un problema específico y determinado. En el sistema educativo peruano existen muchos objetivos específicos sin conexión con otros que se vienen implementando. Por ejemplo, la reciente implementación piloto del sistema de acreditación de escuelas de educación básica, el sistema de acompañamiento docente en los distintos niveles, formas de atención y modalidades educativas, las acciones del sistema de formación en servicio, etc. Muchas bien intencionadas, pero sin una conexión clara entre las mismas en el docente de a pie y en muchos actores del sistema.
Otro hecho que denuncian los autores son los cambios continuos de dichos objetivos. En el caso peruano los cambios de objetivos van de la mano con los cambios de responsables de oficinas. Existen oficinas en el Ministerio de Educación en las que se ha cambiado de responsable cinco veces en un solo año. A mi parecer, hoy en día se vive más estabilidad en las UGEL, con las designaciones de especialistas y direcciones de UGEL, que en el Ministerio de Educación.
Ello genera en el sistema tres problemas serios: Sobrecarga, fragmenación y distracción. En primer lugar, sobrecarga que “es consecuencia de tener demasiados objetivos, proyectos e iniciativas. Incluso cuando las ideas son buenas, el volumen total hace que sea imposible implementarlas” (Fullan, Quinn & Adam, 2016. p. 25). Un sistema educativo bien intencionado, pero con sobrecarga nunca logrará implementar lo que desea.
Por otro lado, también se produce una seria fragmentación “porque incluso cuando los objetivos son los correctos, los usuarios no pueden experimentarlos como ideas conectadas. La gente los ve como demandas con poca conexión entre ellas o con su trabajo diario” (Fullan, Quinn & Adam, 2016, p. 25). Dicha fragmentación no es inocua, trae serias consecuencias en las motivaciones y sentimientos docentes, puesto que “implementar demasiadas direcciones sin un sentido coherente de cómo se conectan resulta en parálisis y frustración” (Fullan, Quinn & Adam, 2016, p. 25). Habría que preguntarse cuántos docentes empeñosos que desean acatar las disposiciones, ya se cansaron, se encuentran paralizados y frustados frente a tal cantidad de demandas inconexas. Esto podría estar relacionado con las respuestas de los docentes en la ENDO 2014 respecto a su proyección a futuro. El 33% de docentes se proyectaba en 5 años a seguir como docente, mientras que 11% dejaría la carrera docente y 39% le gustaría trabajar como administrativo (ENDO, 2014) (ver figura 1). Es decir un número no pequeño de docentes ya no desea estar enseñando en aula.
Por último, los mismos objetivos que tenían la intención de generar focalización se convierten ellos mismos en los primeros distractores, “prioridades competitivas que son imposibles de gestionar”, que a su vez “toman atención, tiempo y recursos lejos del enfoque central y los objetivos” (Fullan, Quinn & Adam, 2016, p. 25). A mi parecer, el panorama descrito por los autores describe lo que viene ocurriendo hace un tiempo en el sistema educativo peruano ¿Qué hacer frente a esta realidad? ¿Hay esperanza en un sistema tan grande? Pues sí la hay. La agenda educativa peruana necesita construir coherencia en el sistema. Sin el desarrollo de coherencia en el sistema educativo peruano es poco lo que se puede hacer.
Figura 1. Perspectivas labores docentes dentro de cinco años
La coherencia consiste en una compresión profunda compartida del propósito y los objetivos de parte de todos los actores del sistema a nivel vertical y horizontal (Fullan y Quinn, 2016). Coherencia no es alineación, la alineación ocurre en el papel, la coherencia ocurre en el pensamiento y las acciones de todos en el sistema. Ocurre coherencia a nivel vertical, cuando desde las altas esferas hasta el docente de a pie saben qué es lo que se tiene que hacer y qué es lo que le toca a cada uno. A nivel horizontal, ocurre coherencia cuando entre pares y equipos docentes actúan en sincronía de acción y pensamiento. La coherencia es un descubrimiento al que llegaron Fullan y Quinn, cuando notaron que los cientos de visitantes de todo el mundo que acudían a conocer la reforma de Ontario en Canadá, notaron se daban cuenta que sea cual fuese el rol o función de la persona entrevistada (ministro, funcionario, director, docente) tenían una claridad compartida sobre lo que tenían que hacer y cómo lo tenían que hacer. Esta claridad no era ficticia, fluía en el discurso de los actores. Se evidenció que existía una unidad de ideas entre propósito y objetivos, el cómo se tenía que hacer (estrategias) y cómo aportaba cada uno a dicho propósito y objetivos.
¿Cómo se logra la coherencia? Con mucha interacción y discusión sobre lo que es el propósito y los objetivos del sistema educativo. Solo la interacción continua genera comprensión compartida. La inversión de tiempo en discusión sobre lo que se tiene que hacer reditúa en una comprensión cada vez más profunda. Es un gran desafío lograr coherencia en un sistema educativo como el peruano con más de 8 millones de estudiantes, 400 mil docentes, 80 mil colegios, cerca de 2, 500 trabajadores de la sede central del ministerio de educación, los trabajadores de las 220 UGEL y las 25 DRE reapartidos a lo largo y ancho del país, pero no es imposible.
Una primera recomendación es que los líderes del sistema a nivel vertical y horizontal realicen el ejercicio de las 3 R. Las tres R son: Reducir, Reformular y Remover. El sistema educativo está lleno de energía y buenas intenciones, pero que degeneran en entropía, es decir, desorden y dispersión. Por lo que es necesario que los líderes del sistema discutan y reduzcan los múltiples objetivos a unos dos o tres a nivel nacional debidamente alineados al propósito. La reducción a dos o tres objetivos nacionales es crucial, porque cuando a una persona se le dice que todo es importante, lo que se da a entender es que nada es importante. Esta reducción de objetivos debe llevar a reformular y, en algunos casos, a eliminar determinadas estrategias nacionales. Es un ejercicio serio y riguroso con el que se puede comenzar el 2019. Sino se realiza se corre el riesgo de seguir haciendo de todo, aparentando frente al país que se hace algo, sin llegar a impactar en nada. Los niños, los docentes, la sociedad peruana no se merecen eso. Se merecen un sistema educativo coherente y que impacta en aprendizajes profundos para todos los estudiantes.
Lima, 05 de julio de 2018
Referencias
Consejo Nacional de Educación (2014) Encuesta Nacional Docente – ENDO.
Fullan, & Quinn. (2016). Coherence: The right drivers in action for school, districts and systems: Corwin Press.
Fullan, M., Quinn, J., & Adam, E. (2016). The Taking Action Guide to Building Coherence in Schools, Districts, and Systems: Corwin Press.