Facundo Pérez Romero | EDUCACCIÓN
Esta afirmación, declaración de intenciones del deber ser, no hemos logrado hacerla realidad aún. Sirven algunos ejemplos como los siguientes:
Casi la totalidad (96%) de los egresados de instituciones de secundaria se prepara durante casi un año a tiempo completo para ingresar a una universidad pública[1]. Esto demuestra que las competencias de egreso de la secundaria no son las necesarias y suficientes para acceder a estudios superiores universitarios. Y, por tanto, las dos etapas del sistema educativo están desarticuladas, no existe un tránsito fluido, no hay continuidad.
La tasa de transición a la educación superior del año 2017 ha disminuido respecto a la del año 2016 (Datos del ESCALE) casi dos puntos, pasando de 37.1% en 2016 a 35.6% en 2017. Y lo que llama la atención y preocupa especialmente es que esta caída está exclusivamente focalizada en las mujeres, cuyo porcentaje de transición a la educación superior cayó un 5.2%
Cabe la posibilidad de preguntarse si ese discurso que dice que “no todos tienen que hacer estudios superiores (excepto mis hijos)” ha conseguido calar en nuestra sociedad o si se mantienen algunas barreras que dificultan la continuidad, la articulación de la educación básica con la superior.
Sin embargo, creo que este puede ser un momento adecuado para avanzar en este tema por dos razones fundamentales: por un lado consideramos que con el esfuerzo y participación de todos los actores en materia de educación técnico productiva y superior tecnológica se ha conseguido un nivel básico de acuerdo, que alimenta un proceso con condiciones para avanzar en la reforma de la educación técnica, por otro lado se trata de un tema que por fin comienza a estar en agenda pública y es uno de los temas priorizados por la actual gestión del sector educación.
Y en relación a este tema de la articulación y transitabilidad considero relevante, destacar dos medidas específicas que ya están en proceso.
Desde hace 15 años no se creaban nuevas plazas docentes para los institutos. El desarrollo de la Ley N° 30512 lo ha hecho posible. En el conjunto de los institutos de educación superior tecnológica públicos del país trabajan a día de hoy 6,503 docentes entre contratados y nombrados. Este año están a punto de crearse 868 nuevas plazas para contratos, lo cual supone incrementar en más de un 13% el total de docentes de un solo golpe. Estas plazas serán distribuidas entre docentes regulares, plazas de gestión pedagógica, docentes altamente especializados y docentes extraordinarios. Estos últimos dos tipos de plazas, caracterizan la identidad de la carrera pública en educación superior en Perú, puesto que este tipo de docentes acercan el instituto a su entorno y al reconocimiento de los méritos de las personas que se desempeñan en una actividad económica dentro de un ámbito territorial de referencia.
La meritocracia y el enfoque de respuesta a las necesidades de desarrollo de un territorio son señas de identidad de la carrera pública. Esta medida permite caracterizar una de las claves en las que el rol de la educación técnica es relevante y debe serlo más: la articulación del sistema educativo con el mercado laboral.
Por otro lado, con la mirada centrada en mejorar las vidas de las personas que transitan por el sistema educativo, se ha trabajado un Decreto Legislativo[2] para fortalecer la transitabilidad entre los niveles de la formación técnica. Está centrado en el servicio educativo y en el reconocimiento de las competencias logradas por las personas, ya sea a partir de un proceso educativo o de la experiencia, y no en el tipo de institución que lo ofrece, abriendo la puerta para mejorar la articulación entre diferentes tipos de instituciones que ofrecen educación técnica (instituciones educativas de secundaria, Centros de Educación Básica Alternativa, Centros de Educación Básica Especial, Institutos de Educación Superior Tecnológica). Esta norma hace posible el reconocimiento de la formación recibida por una persona como parte de la formación en un nivel superior. Hace posible la transferencia de créditos.
Esta medida es un insumo para insertar o reinsertar a las personas en el sistema educativo, facilita la articulación entre la educación secundaria y técnico productiva, promueve la articulación entre las dos etapas del sistema educativo y por ello, probablemente genere incentivos para la continuidad de estudios superiores, contribuyendo a mejorar las tasas de transición a la educación superior.
Es la clave para insertar con mejores posibilidades de encontrar un empleo adecuado a los egresados de la secundaria que no continúan estudios superiores.
Esta característica intrínseca de la educación técnica, que la convierte en fronteriza, transversal a las etapas del sistema educativo, así como su naturaleza intersectorial que subyace a la necesidad de responder a las necesidades del mercado laboral, ha mantenido a la educación técnica en un limbo ubicado en la trastienda de nuestro sistema educativo. Estas medidas fortalecen la idea de que su valor, en términos de aporte al desarrollo del país, es muy superior al que muchos consideran.
Por ello, articulación es la palabra clave. Fortalecer la educación técnica es mejorar la transitabilidad en el sistema educativo, promover la continuidad de estudios superiores y mejorar las posibilidades de inserción en el mercado laboral de los egresados de secundaria, lo que a su vez incrementa sus posibilidades de regresar posteriormente al sistema educativo.
La educación técnica es la “piedra de roseta” de un sistema educativo articulado.
Lima, 3 de agosto de 2018
[1] Encuesta 2017 a estudiantes. PROCALIDAD
[2] Decreto Legislativo que modifica el Capítulo III del Título III de la Ley N° 28044, Ley General de Educación, sobre la educación técnico productiva
Para citar este artículo en APA:
Pérez, F. (2018). Educación técnica: saliendo de la trastienda del sistema. Educacción, Año 4 (44). https://bit.ly/2OTmstq