Jannet Torres Espinoza | EDUCACCIÓN
El Profesor es una novela que recrea parte del complejo universo escolar, desde la mirada aguda, crítica y creativa de uno de sus protagonistas. Ya lo sospechas, como lo indica el título, el protagonista en mención es un profesor. El libro fue publicado el 2005, pero como los buenos libros, se mantiene vigente. Lo leí el 2012, pero he vuelto a él hace poco y encontré cosas que no detecté en mi primera lectura. Y vale comentarlo.
La novela nos presenta la historia del profesor Frank McCourt, de origen irlandés, que debuta en una escuela secundaria de Nueva York durante la segunda mitad del siglo XX, y que aspira a ser un buen docente de gramática inglesa. La novela nos permite acompañarlo desde sus inicios, como un joven maestro que afronta su primer reto profesional: ¿cómo encontrar su voz de profesor en un escenario adverso, donde el sistema educativo se ha rendido antes estudiantes rebeldes? Su formación universitaria no lo había preparado para contextos así. Secretamente, él se sentía más un profesor de literatura que de gramática y tenía la ilusión de leer a Shakespeare junto a sus estudiantes. Pero, estos no parecían tener interés en aprendizaje o lectura alguna sino en armar alboroto, de ¡vivir! (sí, con exclamación). ¿Qué camino tomar cuando el único trazado entonces y que se esperaba McCourt siguiese era el de imponer miedo para lograr su silencio y que le atiendan mientras dicta la lección? El reto del profesor McCourt resonaba como un río con varias afluentes.
Las primeras páginas del libro nos advierten de cierta forma que descartemos como premisa la historia feliz de un profesor con estudiantes atentos y excelentes clases en las mejores condiciones materiales. Hay muchas situaciones emotivas, realmente conmovedoras en el libro, pero en definitiva no es una historia edulcorada. Es una invitación a tomar distancia de la manida afirmación que, de todas las profesiones, la de maestro brinda las mayores satisfacciones. Y es que la novela nos lleva a compartir con el protagonista no solo sus expectativas y descubrimientos, sino también sus frustraciones y la sensación de querer esconderse tras el escritorio. ¿Cómo sostenerse en el aula como el héroe que quisiéramos ser, a pesar de nuestras humanas contradicciones?, ¿qué hace el profesor con sus propios cuestionamientos?, ¿cómo ser maestro de adolescentes inquietos, de esos seres impredecibles e insatisfechos que están modelando su identidad y ensayando mil formas de retar al mundo, y obviamente a sus profesores?
Nuestro protagonista nos relata sus 30 años de docente, vividos de manera creativa, aprendiendo de sus errores, que no fueron pocos. Cuando lees algunos de los resbalones del profesor McCourt puedes pensar en el clásico aviso de ciertas películas: “cualquier parecido con la realidad…”. Uno de los más típicos fue el esfuerzo por capturar la atención de sus estudiantes compartiendo sus memorias sobre su dura infancia y adolescencia. Este recurso tuvo una enorme importancia en el diálogo con sus estudiantes, pues realmente le escuchaban con interés. Pero no era el objetivo que aprendiesen anécdotas personales sino gramática. Así es como el profesor McCourt llega a descubrir que necesita proponer situaciones concretas que los estudiantes identifiquen y no les sean ajenas.
Entre ensayos y errores, con autocrítica, reflexiones y sentido del humor, el profesor McCourt se esfuerza por encontrar su voz, por crear sus propias estrategias de enseñanza. Cuando crea que ha logrado una estrategia eficiente, tendrá que reinventarse. También sospechar de si tiene demasiada aceptación entre sus estudiantes, puede que esté haciendo muy fácil su curso. Por encima de su inseguridad, de sus falencias, de su historia de carencias afectivas y materiales que hacen sombra al protagonista, prima su sincero deseo de ser un buen profesor. Aun cuando él sabe que el camino en educación podría conducirlo a una labor de oficina, él lo que quiere es estar en aula hasta que al final de sus 30 años de docente asume otro reto que tenía pendiente.
Algo que caracteriza a McCourt y que lo hace un personaje entrañable es que aprende de sus estudiantes. Claro, el profesor es el protagonista, pero también relata la historia de sus estudiantes. Ellos son los coestelares de la novela: vemos un desfile de chicos que más allá de sus problemas de conducta o de aprendizaje, de sus problemas familiares, de sus historias desencantadas de migrantes, son bien recordados por sus particularidades. Esto nos revela mucho de la vida de un docente: el afán por tratar con personas diferentes, descubriendo en cada uno, un universo. Petey, Kevin, Serena, Andrew, Sylvia, Ben, Bob, Ken, Guy… muchos estudiantes, muchos sueños, universos de universos. Sobre toda contingencia que supera lo planificado o incluso dentro de lo cotidiano, con momentos de quiebre y de cuestionamientos, el profesor McCourt, sin ser condescendiente o caer en melodramas, reconoce la fragilidad del otro, la humanidad en el aula. Sobre las lecciones a cumplir, McCourt es sensible a los miedos y anhelos de sus jóvenes estudiantes, tan cercanos a ser adultos y a dejar las aulas, y con una infinita necesidad de formar su identidad.
El autor tiene dos novelas previas que, con esta, suman una trilogía de carácter autobiográfico. Particularmente, les recomiendo esta. Resulta bastante interesante descubrir la complejidad del protagonista, que se asume imperfecto, ejerciendo una profesión que en muchas ocasiones idealizamos. Solo te he comentado un poquito de él. Si te animas a leerlo, la novela está completa en web y puedes descargarla.
Sea que el lector curse su etapa universitaria en formación para ser docente, o un joven profesor de pocos años en ejercicio o tal vez con décadas de trabajo en aula, este libro puede resultarles interesante o por lo menos inquietante. Para quien se diga “bueno yo no soy docente, ¿qué me puede ofrecer este libro?”. Simplemente, todos hemos habitado en el mundo de la escuela, y entre la experiencia vivida y lo que nos ofrece este libro, podemos llevarnos más de una sorpresa.
Lima, 12 de octubre de 2018
Para citar este artículo en APA:
Torres, J. (2018). El Profesor (2005). Frank McCourt. Educacción, Año 4 (46). http://ow.ly/G5za30mfTcI