José Luis Gargurevich | EDUCACCIÓN
Hoy se escucha hablar mucho sobre modelos de gestión pública. ¿De qué se trata? ¿Qué importancia tiene? En el Perú, contamos con dos grandes ejemplos, promovidos por la Presidencia del Consejo de Ministros: la Modernización del Estado y la Gestión Descentralizada de los servicios públicos. Ambos, de forma complementaria, tienden a modelar la acción del Estado bajo parámetros comunes:
- Orientación a resultados
- Centralidad del ciudadano y su demanda
- Generación de valor público
- Articulación interinstitucional.
Esos elementos deben leerse como una secuencia: toda forma que adopte el Estado debe orientarse a lograr resultados en los sujetos –ciudadanos-, plantear una gestión que responda a la demanda y no a una oferta pre establecida, que entregue servicios a través de cadena de esfuerzos que van generando valor entre instituciones y actores diversos.
El Sector Educación, siendo uno de los de mayor complejidad, no ha sido ajeno a asumir el lenguaje de estos modelos. Lo hizo inicialmente asociando modelos de gestión con adjetivos como “escolares”, “territoriales”, “descentralizados”, “modernos”, “organizacionales”, hasta que, en los últimos años, los denominó modelos de gestión de servicios educativos.
Hoy por hoy, el MINEDU ha aprobado más de 7 modelos de servicios: Jornada Escolar Completa, Atención Hospitalaria, Colegios de Alto Rendimiento COAR, Educación Intercultural Bilingüe, Educación Superior Tecnológica, Educación Superior Pedagógica[1].
Sin duda, a todos nos es evidente la urgencia de cambiar los modelos tradicionales de gestión del sistema educativo, pero no es así de evidente la definición que le damos al modelamiento, ni cuál es el objeto a ser modelado.
Comparto preguntas y algunas reflexiones sobre las posibles respuestas que les demos.
- Cuando Modelamos un Servicio, ¿significa que es un solo modelos o varios modelos?
¿Hay una forma unívoca de diseñar y entregar ese servicio? ¿O se trata de “modelos” en tanto cada nivel de gobierno asume una forma diferente al prestar ese servicio? ¿Cómo se asegura la unidad del sistema educativo con la existencia de modelos diferentes?
Cuando se adopta el término “modelo” significa que lo modelamos de una manera, como una de varias alternativas y, por lo tanto, reducimos la discrecionalidad que puede afectar el derecho a la educación. En ese sentido, contribuye a la unidad del sistema, y tiene sentido que el Ministerio desde su rol rector lo haga. Pero de la misma forma, tiene que permitir adaptaciones, que respondan a la diversidad de contextos, de puntos de partida, de capacidad de agencia de los actores involucrados; etc.
Es decir, debe tratarse de un Modelo nacional que permite adaptaciones para Modelos particulares, siempre que no reduzcan los parámetros del modelo regulado.
- Cuando Modelamos un Servicio, ¿significa que modelamos la organización de quien lo presta o la forma como debe ser entregado?
A partir de esta pregunta, ¿qué es lo que se modela?, ¿una institución o un servicio? Esta diferencia no es menor dado que, usualmente, en el imaginario del Sector, se asocia con mucha naturalidad que quienes cambian su modelo son las organizaciones. Se diseña “un modelo de gestión educativa del Gobierno Regional” y muchas veces se expresa en un diseño organizacional diferente al actual; podría pasar lo mismo con un “modelo de gestión de la UGEL”, o un “modelo de servicio de un Instituto/Escuela“. En esa correlación del concepto modelo-institución, damos el mensaje que aquello que necesita estandarizarse es la organización de un actor, y tiende a regular cómo internamente se estructura la división del trabajo (ergo, los organigramas).
¿Y si ganamos más asociando la adopción de un modelo a un servicio (su nombre mismo lo dice)? Si diseñamos un servicio y lo modelamos tanto en su forma de atención como en su forma de entrega, y se configura alrededor de este un conjunto de parámetros (estándares), de procesos de producción, de puntos de control, de reglas de uso de recursos, de mecanismos de interacción, y, por lo tanto, de actores (desde el MINEDU hasta la Institución Educativa), ¿será que podríamos estar afectando a toda una gama de actores que participan de esa cadena, desatando cambios en diversas organizaciones, y no en una sola? En esa línea de ideas, el modelo de un servicio no es el modelo de una institución.
Modelar servicios entendidos de esta forma podría constituir una estrategia del MINEDU para definir una base común donde se asientan todos los actores que, en conjunto, logran esa entrega. Pero también permitiría dejar la cancha más flexible a la adopción de diversas formas de organización interna de cada uno de estos actores, siempre que cumpla el rol y la responsabilidad en el proceso que se le asigna. Es decir, diferenciar el modelamiento de un servicio, del diseño organizacional de la institución que lo presta (que debe ser, siempre, adaptable). Ahí es posible entender que un modelo organizacional es diferente a un modelo de servicio.
- Cuando Modelamos un Servicio, ¿lo modelamos porque ya es una maqueta de por sí exitosa o porque puede impulsar mejoras todo el tiempo?
Lo modelamos porque queremos medirlo, sostenerlo en el tiempo, generar arreglos para mejorarlo y verificar su desempeño y resultado. He ahí el valor de aplicar herramientas como la gestión por procesos (u otras de ese tipo) que permitan diseñar la operación del servicio como un sistema vivo de actores, componentes, recursos, y que entre ellos van generando valor hacia el usuario.
El Modelo planteado como un Sistema de procesos, instala una dinámica de mejora continua, otorga agencia de cambio a los actores que prestan el servicio, donde las operaciones no suceden en compartimentos verticales y estamentados (las áreas pedagógicas, por un lado; las áreas institucionales, por otro; las áreas de Dirección, por otro) sino en secuencias entre áreas que exigen prácticas colaborativas de trabajo, de alto nivel de articulación entre instituciones.
El MINEDU –en algunos modelos aprobados más que en otros- va dando avances en estas respuestas y, en todo caso, se trata de un escenario distinto a los de años anteriores, donde estamos construyendo sentidos alrededor de la rectoría de la unidad del sistema y de la flexibilidad en la prestación de los servicios. Ahora tenemos un escenario de alta potencialidad para abordar esa discusión a partir de casos concretos.
Lima, 12 de octubre de 2018
[1] Esta Norma se encuentra en la puerta del horno, ad portas de su publicación en El Peruano.