Karina Morales | EDUCACCIÓN
Juan, Cristina y Magali culminaron quinto de secundaria el 2021 en el medio de una pandemia en uno de los mejores colegios públicos de Lima. Los tres tenían claro que querían estudiar Medicina pese a que sus padres no habían estudiado una carrera universitaria. Juan, un alumno en el quinto superior de su colegio postuló a medicina en una buena universidad pública. Logró ingresar en primera opción. Sin embargo, quedó poco contento de no haber intentado postular a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM).
Cristina, con un puesto en el colegio mucho mejor que el de Juan, apostó por postular a la UNMSM en primera opción, compitió con los mejores estudiantes de distintas regiones, pero no ingresó. Quedó un puesto debajo de la última vacante en Medicina. No se arrepintió de haber postulado a la San Marcos, pero sí se arrepintió de haber postulado a la carrera más demandada.
Magali, primer puesto del colegio, apostó por prepararse unos meses para postular al examen de admisión ordinaria de la UNMSM en el mes de marzo y asi asegurar su admisión. Sin embargo, el examen se canceló por problemas de filtración. Ahora Magali tendrá que trabajar un tiempo para poder ahorrar, volver a prepararse y rendir un nuevo examen. Ni Juan ni Cristina ni Magali entienden por qué siendo buenos alumnos obtuvieron estos resultados. Ninguno entiende porqué tuvieron que tomar tantas decisiones con tanta incertidumbre para estudiar medicina. Ninguno cree que la decisión tomada fue la mejor.
El (falso) dilema entre equidad y excelencia académica
Incrementar el acceso a la educación superior no tiene que ser sinónimo de bajar la exigencia. Como Estado, la preocupación de romper los círculos de pobreza debe obsesionarnos con lograr sistemas de admisión más inclusivos, sin que ello implique disminuir la exigencia en la admisión. Es decir, en lugar de buscar eliminar requisitos en los procesos de admisión, debemos asegurar que estos procesos prioricen a estudiantes que tienen las condiciones para el aprendizaje que demanda la educación superior y, entre ellos, a los más vulnerables o usualmente excluidos. Asimismo, debemos asegurar que los procesos de admisión sean lo más amigables posibles y no trampas de decisiones.
La literatura internacional sobre sistemas de admisión equitativos resalta dos buenos ejemplos: el caso de Brasil, donde se logró incrementar el acceso a estudiantes de color a ciertas universidades a través de incorporación de esquemas de priorización en los algoritmos de admisión. (Otero, S.; Barahona N. y Dobbin, C., 2021) Y el caso de la India que, bajo el mismo modelo de esquemas de priorización, logró incrementar el tránsito a universidades de estudiantes de castas usualmente excluidas. (Surendrakumar, B.; Dennis, E. y Lowell T., 2016)
Ambos ejemplos evidencian que, sin caer en populismos, el acceso a la educación superior puede ser más inclusivo y ayudar a romper con las brechas de inequidad existentes sin renunciar a la priorización del desempeño académico.
La equidad en los sistemas de admisión en Latinoamerica
Es difícil hablar de países con sistemas de admisión equitativos si los procesos de admisión tienen reglas distintas para cada universidad dentro del país. Los países con sistemas de admisión desarticulados, es decir, aquellos en los que cada universidad define sus tiempos, requisitos, algoritmos de admisión, y oferta de vacantes, generan una incertidumbre muy alta a los estudiantes y sus familias. Los casos de Juan, Cristina y Magali son ejemplos de cómo los estudiantes que acaban la educación básica con un buen nivel académico y quieren seguir estudiando en lugar de trabajar, deben hacer una gran apuesta al elegir someterse a la oferta de programas de una sola universidad, así como a sus propios cronogramas, procesos, requisitos de evaluación y reglas de admisión.
El nivel de articulación de los criterios o reglas de admisión en Latinoamérica es diverso. En Ecuador, Chile, Brasil y Colombia, los sistemas de admisión permiten que los estudiantes tengan opción de ingreso a más de una universidad en un mismo proceso mediante reglas transversales que brindan mayor predictibilidad a los postulantes sobre tiempos y contenidos de las evaluaciones de admisión. Asimismo, siguen existiendo reglas particulares para algunos programas o universidades, según complejidad o selectividad. En Argentina y Perú existen sistemas de admisión mucho menos articulados donde los estudiantes no pueden postular a más de una universidad al mismo tiempo y donde los cronogramas, requisitos y demás criterios de admisión varía para cada universidad.
¿Cómo incluir criterios de equidad en los sistemas de admisión? Obtener resultados positivos en la inclusión equitativa de jóvenes a través de modelos de admisión con algoritmos de priorización como los comentados en Brasil y la India dependerá del nivel de coordinación que se logre entre las universidades. Mientras exista una mayor coordinación y articulación en los sistemas de admisión de un país, se podrán incluir buenas prácticas de equidad en más procesos de admisión y con ello tener efectos en más postulantes.
Costos y mecanismos de inclusión en el sistema de admisión peruano
El caso de la eliminación del proceso de admisión 2022 en la UNMSM evidencia que los sistemas admisión no pueden depender cien por ciento de cada universidad porque los costos que se cargan a los postulantes son enormes y se convierten en un desincentivo en sí mismo para transitar a la educación superior. Los casos de Juan, Cristina y Magali son ejemplos de cómo el actual sistema de admisión no asegura la priorización de los jóvenes talentosos ni de los más vulnerables, y crea una innecesaria incertidumbre en la decisión de postular.
En este contexto, la propuesta de Ingreso Libre a las universidades que se discuta próximamente debe partir de un consenso sobre la necesidad de incorporar criterios de equidad en el sistema de admisión a universidades en el Perú, y de hacer que este sistema sea más ordenado, predecible y amigable para los estudiantes interesados. Ello requiere, en primer lugar, discutir sobre qué mecanismos son los más adecuados para identificar las aptitudes, competencias y preferencias de los estudiantes. Y, en segundo lugar, discutir la posibilidad de implementar procesos de admisión, en las modalidades de admisión actuales o mediante nuevas modalidades, que permitan reglas de juego más homogéneas.
Adicionalmente, también deben analizarse los costos detrás de los procesos de admisión y quiénes están pagando dichos costos. Sobre ello, la existencia de oficinas de admisión en cada universidad implica un innecesario desaprovechamiento del conocimiento sobre sistemas de admisión, así como gastos redundantes para la implementación de procesos de admisión individuales.
Actualmente, la Federación Universitaria de la Universidad San Marcos está solicitando la recomposición de la Oficina Central de Admisión (OCA) de dicha universidad. De atenderse el pedido, va a ser importante hacerse ciertas preguntas, como por ejemplo: ¿cómo se puede aprovechar el conocimiento de otros sistemas de admisión en Perú y el mundo para mejorar el de la UNMSM? ¿qué gastos implicará repensar los sistemas de admisión solo para la UNMSM? ¿cómo se puede expandir el alcance de un buen sistema de admisión a la UNMSM y a otras universidades públicas? ¿qué efectos puede tener ello en la equidad que se busca en el acceso a la educación superior? ¿una reingeniería implica mejorar los criterios de distribución y asignación de vacantes por programas?
Por otro lado, es importante evidenciar que son los postulantes y sus familias quienes están asumiendo los gastos del sistema de admisión peruano. Actualmente, los jóvenes interesados en ingresar a una universidad pública deben invertir aproximadamente 600 soles en un proceso de admisión ordinario y hasta 2,000 a uno por traslado. Estos gastos son un sinsentido si lo que busca una universidad pública gratuita es eliminar las barreras económicas de los estudiantes con insuficientes recursos. ¿No sería mejor que el proceso de admisión sea articulado y financiado por el Estado y no por los postulantes? En el artículo El financiamiento de universidades públicas: Una discusión en construcción – www.educaccionperu.org planteo con más detalle la importancia de repensar la gratuidad desde la perspectiva de los estudiantes en lugar de pensarla según los conceptos de qué se cobran y no se cobran en las universidades públicas.
A manera de conclusión, el caso de la UNMSM y la propuesta de Ingreso Libre del actual gobierno, pueden convertirse en dos grandes móviles para priorizar la búsqueda de políticas públicas que tengan como objetivo principal la implementación de respuestas a los problemas de inequidad, incertidumbre e ineficiencia de los procesos de admisión a la educación superior. En esta búsqueda, no el populismo, pero la experiencia de evolución de los sistemas de admisión en otros países debe ser una constante fuente de aprendizaje y evidencia.
Lima, 12 de abril de 2022