Gabriela Monteza | EDUCACCIÓN
La semana pasada accedí a una llamada por zoom de una especialista de Harvard. El tema era cómo incentivar la lectura en educación inicial y primaria a través de la tecnología, en la era de la educación a distancia. Se trataba de una presentación de un estudio interesante sobre las plataformas digitales que podrían servir mejor para los estudiantes en el contexto actual. Participamos cerca de 300 personas de diversas partes del mundo (Latinoamérica, Asia, Europa). Aunque era la presentación de un estudio, evidentemente, no sentí que aplicaba a nuestra realidad como país. Sobre todo para zonas rurales, donde aún no hay acceso a Internet ni a señal telefónica en muchos casos.
Esta es la realidad a la que se enfrentan muchos docentes a nivel nacional, donde las estrategias de virtualización no aplican porque sus estudiantes no pueden acceder a ellas, allí donde no llega señal telefónica y mucho menos el Internet. En algunos casos, los estudiantes deben caminar una hora con el celular de papá o mamá en la mano, hasta llegar al punto más cercano donde llega la señal, para poder conversar con sus profesores y volver caminando una hora más para seguir con sus tareas en casa. Lo hacen exponiéndose en el camino y para una interacción con el docente que se ve reducida a una hora a la semana.
Ante esta realidad, las preguntas y cuestionamientos son evidentes para los docentes: ¿cómo educar a distancia?, ¿cómo trabajar con alumnos cuando solo tienen acceso a llamadas una o dos veces por semana a lo mucho?, ¿cómo aprovechar al máximo cada minuto de esas llamadas para ayudarlos a avanzar en sus competencias?, ¿cómo?
Acompañamiento en cuanto lo técnico
Existen miles de docentes y directores haciendo su mejor esfuerzo por adecuar su práctica pedagógica al contexto actual. Innovan en formas, planifican sus sesiones pensando en la realidad individual de sus estudiantes, intentan aprovechar al máximo cada minuto de cada llamada. Están innovado al planificar, al ejecutar y al levantar evidencias del avance de sus estudiantes. Pero muchos están realizando todo ello desde la intuición, sin una guía real del “cómo”. Así, se hace necesario para muchos poder contar con un acompañamiento personalizado para hacer frente a estos desafíos técnicos que la coyuntura actual nos trae.
No me refiero a un monitoreo de lo que hacen o no, ni a una evaluación punitiva, sino un acompañamiento formativo. Según Treviño, es necesaria una formación docente que combine el acompañamiento para la mejora de las prácticas en el aula con el fortalecimiento de saberes disciplinarios como complemento a su práctica pedagógica (Treviño, 2010[1]); y esta coyuntura no deja de presentar un desafío formativo importante para nuestros y nuestras docentes, siendo el acompañamiento a distancia una opción necesaria.
Un acompañante que tenga el rol de orientarlos en el “cómo”, darles retroalimentación sobre su trabajo para seguir mejorando cada día, facilitarles herramientas de aprendizaje según sus necesidades; y conectarlos también con otros profesores de su mismo nivel, curso y contexto, para compartir sus actuales prácticas pedagógicas y aprender juntos. El rol de un acompañante podría ayudarlos a visualizar que están haciendo un buen trabajo, revalorar su sentir docente y, efectivamente, asegurar que sus estudiantes estén recibiendo la educación que merecen.
Acompañamiento en cuanto lo emocional
Pero ese no es el único motivo por el que un docente puede necesitar un acompañamiento formativo, sino también para gestionar sus propias emociones. Las preguntas indicadas líneas arriba, aunque necesarias, también interpelan a los docentes: ¿Estoy dándole a mis estudiantes la educación que merecen? ¿Están aprendiendo realmente? ¿Tiene mi trabajo valor? Son algunas preguntas de fondo que más de un docente se hace hoy y que los lleva a cuestionar su trabajo.
Los docentes están aprendiendo, de pronto, una nueva forma de relacionarse e interactuar con sus alumnos. Muchos no han llegado a conocer a sus alumnos cara a cara. Los abrazos para los niños de primaria, no son posibles, así como las reflexiones grupales y preguntas provocadoras para los de secundaria. Están aprendiendo también una nueva forma de trabajar con sus compañeros y sus directivos. Ya no hay conversaciones a la hora del recreo con estudiantes y compañeros, ya no hay recreos, la bulla organizada propia de un colegio y sus dinámicas, de pronto se silenció. No hay timbres o campanas que marquen el paso de las horas, no hay estudiantes corriendo por los salones, no hay salones. No hay hora de entrada ni de salida, no hay fines de semana. ¿Cómo están transitando, nuestros docentes, sus emociones en este tiempo? ¿Cómo están viviendo las pérdidas a las que se enfrentan en este contexto? ¿Con quién conversan?
Otra vez, el acompañamiento puede jugar un rol fundamental en el aspecto emocional de miles de docentes y directivos. Orientándolos para profundizar:
- En su autoconocimiento: identificar sus fortalezas y debilidades ante esta coyuntura, identificar las emociones que están experimentando, identificar cómo aprenden mejor, explorar su identidad y diversidad personal.
- En su autocuidado: en su organización del tiempo, en la priorización de tareas, en el balance cuerpo-mente-emociones.
- En la gestión de vínculos para crecer: con sus estudiantes, padres de familia, compañeros, directivos y sus propias familias.
Además, el acompañamiento puede ser una guía también para poder transitar y gestionar las emociones de sus estudiantes en tiempos de pandemia.
No nos olvidemos, además, que los docentes y directivos tienen sus propias familias y desafíos personales, están viviendo un tiempo donde las dinámicas se cruzan más que nunca, los límites entre las tareas del hogar y las responsabilidades de su labor docente son difusos. La pandemia explora nuestras vulnerabilidades entre todos por igual. Realizar un acompañamiento formativo en lo técnico y emocional puede ser clave para llevar su labor docente a otro nivel y valorar el trabajo que realizan al entregar su corazón cada día.
Lima, 8 de junio 2020
[1] Treviño, E. (2010). Factores Asociados al logro cognitivo de los Estudiantes de América Latina y el Caribe. Santiago, Chile: LLECE.