Edición 60

¿Adiós a los colegios privados? Paradojas de la educación peruana

Lo que se haga o deje hacer ahora transformará el sistema educativo peruano como lo conocemos por muchos años más

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Alfonso Accinelli | EDUCACCIÓN

El pasado 22 de mayo, el Ministerio de Educación señaló que recibió 110,000 solicitudes de padres de familia de traslado de estudiantes de colegios privados a públicos[i]. Este es un fenómeno único en la historia de la educación del Perú, donde la norma por años ha sido que las familias abandonen la escuela pública hacia opciones privadas de diferentes niveles de calidad y servicio. En esta ocasión, alrededor del 5% de los estudiantes de colegios privados empezarían clases en los colegios públicos entre junio y julio de este año, una vez sus padres acepten las vacantes asignadas por el MINEDU en los servicios actuales, en nuevos turnos de servicio o una modalidad “semipresencial” aún no regulada. Asimismo, se ha anunciado una segunda oportunidad para nuevas inscripciones de traslados.

Un cambio de esta magnitud trae consigo muchas interrogantes y retos. La primera interrogante es por qué las familias prefieren ahora los colegios públicos, lo que nos reta a entender la compleja competencia entre los servicios educativos públicos y privados “de bajo costo”. La segunda interrogante es, por supuesto, entender cuál es el impacto en el sistema educativo de este cambio. En este artículo, trataremos de abordar estas preguntas.

Sobre la matrícula privada en el Perú

Para profundizar en este análisis, es importante comprender las dinámicas y magnitudes de la matrícula privada en el país. Lo primero, la educación privada es eminentemente urbana: solo el 1% de los estudiantes rurales está matriculado en una escuela privada. Es más, la educación privada es un fenómeno de las grandes ciudades, ya que el 70% de estudiantes de la Educación Básica Regular en colegios privados se encuentran en las provincias de Lima Metropolitana (50%), Arequipa, Callao, Trujillo, Piura y Huancayo. En estas ciudades, hay 3 colegios privados por cada colegio público, ya que la oferta privada se ha ampliado de la mano del crecimiento de una clase media emergente afectada hoy por los efectos económicos de la pandemia.

El segundo punto es que a pesar que en estas ciudades existen más colegios privados que públicos, estos son significativamente más pequeños. Mientras que los colegios públicos urbanos tienen en promedio 150 estudiantes, los privados solo llegan a 80. Es más, en las zonas urbanas, 1 de cada 3 colegios privados tiene 30 o menos estudiantes y la mitad tiene 50 o menos estudiantes. Es decir, si unos cuantos estudiantes cambian de colegio, tendría un impacto muy fuerte en sus ingresos y estaría en riesgo la continuidad del servicio para los estudiantes que decidan mantenerse en esta escuela.

Por último, la mayoría de colegios privados son de bajo costo y con inversiones similares a los colegios públicos. Por ejemplo, según data de Identicole del año 2018, en Lima Metropolitana, la ciudad con las pensiones más caras, el 27% de colegios privados tenían pensiones iguales o inferiores a los S/.150 mensuales, que es el costo promedio invertido por estudiante en una escuela pública[ii]. De igual forma, la mitad de las escuelas privadas tiene una pensión igual o inferior a los S/.200 mensuales, generándose una oferta en muy bajas condiciones de adaptar su servicio a la educación remota con calidad.

Migrar hacia lo público

La estrategia “Aprendo en casa” ha generado por primera vez la posibilidad de que las familias puedan comparar de forma rápida la calidad de la educación que reciben sus hijos en los colegios privados respecto a los públicos, con tan solo prender la televisión o ingresar a la web aprendoencasa.pe. El servicio educativo y la calidad de las actividades de aprendizaje, regularmente escondido dentro de los salones de clase, es ahora parte del día a día de los hogares, siendo cuestionado por los padres de familia por su falta de profundidad, estructura o claridad. Así, el 90% de ellos se encuentran insatisfechos con las clases virtuales ofrecidas por los colegios privados[iii]. En muchas de las escuelas privadas de bajo costo, sin posibilidades de habilitar plataformas y recursos online, se ha puesto en evidencia para muchas familias lo que la investigación educativa conoce desde hace mucho: que los colegios públicos tienen mayores logros de aprendizajes que los privados y  que solo aquellos con pensiones mayores a S/.400 mensuales tienen en promedio mejores resultados que los públicos[iv].

La insatisfacción de los padres de familia no solo se refiere a la calidad de los colegios privados, sino, sobre todo, a los costos. Los medios de comunicación han cubierto de forma reiterada los reclamos de las familias por la reducción de las pensiones; toda vez que consideran que el valor de las clases virtuales es inferior a lo que pagaban por clases presenciales, bajo la lógica de la educación como servicio. Ante esta demanda, varios colegios privados han generado mecanismos para exonerar o facilitar los pagos de las pensiones. Sin embargo, solo alrededor del 3 de cada 10 de colegios ha reducido su pensión y, en los casos que se ha dado, esta reducción ha sido menor al 20% de la mensualidad iii.

Las familias no solo han elegido dejar los colegios privados por lo que estos ofrecen, sino también porque ya no pueden pagarlos debido al impacto de la pandemia en la economía familiar. Solo en Lima Metropolitana, se han perdido 1.2 millones de empleos, dejando desempleados a 25% de personas más que el año anterior[v]. En los casos de aquellos que continúan trabajando, pueden haber visto reducidos sus ingresos por acuerdo con sus empleadores o a través de la reducción de su jornada laboral diaria o semanal, en el marco del Decreto Supremo N° 011-2020-TR.

Más allá de los enormes esfuerzos de muchos promotores y docentes en las escuelas privadas, no han tenido las herramientas para responder de forma efectiva a las expectativas de las familias o las familias los medios para seguir pagando las pensiones. Además, dado que el servicio educativo no es presencial, se han eliminado algunos de los factores que movilizan a los padres a optar por la oferta privada. Por ejemplo, no se hace uso de una infraestructura o servicios que se asumen de mejor calidad y que suele ser parte de la promoción de la educación privada de bajo costo: salas de cómputo, actividades extracurriculares, entre otros.

Frente a ello, resulta lógico que un buen número de familias prefieran trasladar a sus hijos a los colegios públicos, donde recibirían de forma gratuita una calidad de educación igual o mejor a la que reciben actualmente pagando en colegios privados.

Un resurgir de la escuela pública, con riesgos para los servicios

A muchos les puede parecer deseable y lógico el retorno de la matrícula privada al sector público, pues afectaría principalmente a aquella oferta informal y de baja calidad que el MINEDU ha empezado a regular hace unos meses. Sin embargo, hay algunos riesgos asociados a la oportunidad y velocidad con la que ocurra este retorno y que puede tener implicancias para el sistema educativo en su totalidad.

La primera ola de migración de estudiantes hacia los colegios públicos puede gatillar una espiral de quiebras de colegios privados. Esto dado que, con el retiro de los estudiantes, un buen número de colegios privados pequeños se verá obligado a cobrar más a aquellos estudiantes que decidieron permanecer en la escuela o no podrán continuar operando por la falta de ingresos, debiendo cerrar. Otros deberán reducir la cantidad de secciones o la calidad de la educación que ofrecen ante los menores ingresos, lo que incentivará a otras familias a retirarse de los colegios privados.

Esto generará una segunda ola de estudiantes que deben ser trasladados a la escuela pública. Si a ellos sumamos que los colegios privados perderían más ingresos en tanto la pandemia seguirá golpeando la economía familiar, estas olas migratorias continuarán quebrando colegios y generando mayores demandas por matricularse en los colegios públicos por muchos meses más.

Es muy difícil determinar cuántos de los más de 25,000 colegios privados que existen a nivel nacional sobrevivirán a la pandemia. Lo que es claro es que sus efectos no solo se verán en la matricula pública, sino en la vida de los más de 150,000 docentes que emplea, sus familias y la consiguiente cadena de pagos que dependen de ellos. Por ello, los mecanismos que se puedan generar desde el gobierno para aminorar el impacto de esta situación, determinarán el futuro de la educación privada en el país, lo que puede hacerse incluyendo condiciones de mejora a la calidad.

Sin perjuicio del destino de las escuelas privadas de bajo costo, el Estado debe garantizar el derecho a la educación y acoger a todos los estudiantes que por una razón u otra no puedan continuar estudiando en los colegios privados. Para ello, el MINEDU ha señalado que realizará tres acciones i: ampliación de cupos en las instituciones educativas, implementación de doble horario de enseñanza o modalidad semipresencial y mecanismos de cogestión. Las dos primeras incrementan la capacidad del servicio público, en tanto la tercera se enfoca en su gestión. Ahora, la capacidad de los colegios públicos no es ilimitada y se ha visto reducida en más de 20 años de incentivos a la creación de colegios privados y la preferencia de las familias por estos servicios. Por ello, analizaremos brevemente cuán efectiva sería las dos primeras alternativas para absorber la demanda en las seis ciudades que aglutinan la mayor matrícula privada.

Sobre la ampliación de cupos, actualmente se tiene un límite de 25 estudiantes por sección en el nivel inicial y de 30 estudiantes para primaria y secundaria[vi]. Con estos techos, analizando la data disponible en el ESCALE, se tiene alrededor del 11% de matrícula pública disponible en esas ciudades, teniendo disponible menos de 48,000 cupos en Lima Metropolitana y el Callao para estudiantes de primaria y secundaria. Incrementar los límites de estudiantes por sección requiere un cambio normativo sencillo. En cambio, las implicancias operativas son más complejas. Por ejemplo, la asignación de escuelas a cada nuevo estudiante considerando la disponibilidad en cada grado o distrito o el incremento de carga laboral súbito a los docentes. Asimismo, cuando eventualmente se regrese a clases presenciales, la totalidad de estudiantes debe de poder ingresar en cada aula, con el mobiliario y cuadernos de trabajo necesarios, entre otros, requiriendo una inversión adicional no prevista.

Sobre la implementación del doble horario, este ya existe en dos de cada tres IE públicas de primaria o secundaria en las principales ciudades.  Si se convirtiesen todas las posibles a doble turno, se podrían tener 12,000 secciones adicionales de primaria y casi 7,000 de secundaria, pudiendo atender a más de 570,000 estudiantes. La mayoría de esta disponibilidad estaría en Lima Metropolitana, alcanzando alrededor de 320,000 estudiantes. La creación de doble turnos implicaría una mayor inversión y un tiempo de implementación más largo, sumando a lo señalado en el párrafo anterior la contratación de personal docente y administrativo adicional, entre otros. También está por verse la respuesta de las familias en matricular a sus hijos en un horario de la tarde o noche.

Si estas acciones no se prevén con criterios de oportunidad y calidad claros, es posible que se precarice la oferta pública, que con una reacción más veloz de inversión en lo privado capitalice luego una migración mayor a favor del servicio privado. El momento y la forma en que se permita el retorno a la educación presencial serán críticos para determinar el futuro de la mayoría de colegios privados y públicos involucrados.

El impacto real de la pandemia en el sistema educativo recién será claro en los años venideros. Estamos probablemente ante el shock a la educación pública más grande de las últimas décadas. Sin embargo, si este impacto es positivo o negativo será determinado en buena parte por las acciones que se realicen desde el gobierno, priorizando su atención y comprometiendo recursos para hacerle frente de forma creativa y trabajando articuladamente con las escuelas privadas. Lo que se haga o deje hacer ahora transformará el sistema educativo peruano como lo conocemos por muchos años más.

Lima, 8 de junio de 2020

NOTAS

[i] https://andina.pe/agencia/noticia-minedu-recibio-110000-solicitudes-traslado-colegios-privados-a-publicos-798542.aspx
[ii] Guadalupe, C., León, J., Rodríguez, J., & Vargas, S. (2017). Estado de la educación en el Perú. Análisis y perspectivas de la educación básica. Lima: GRADE.
[iii] https://andina.pe/agencia/noticia-aspec-90-padres-esta-insatisfecho-clases-virtuales-colegios-privados-793195.aspx
[iv] Fontdevila, C., Marius, P., Balarin, M., & Rodríguez, M. (2018). Educación privada de ‘bajo coste’ en el Perú: un enfoque desde la calidad.
[v] https://gestion.pe/economia/en-lima-12-millones-de-personas-se-quedaron-sin-empleo-efecto-covid-19-noticia/
[vi] RVM N°307-2019-MINEDU

Nota: Toda la data fue obtenida del Padrón Web de la Estadística de la Calidad Educativa – ESCALE del Ministerio de Educación y corresponde al año 2019, a menos que se indique lo contrario.

Alfonso Accinelli
Magister en Planificación Educativa, Economía y Desarrollo Internacional (Institute of Education - UCL). Profesor (UPCH). Ingeniero Civil (PUCP). Alumni de Enseña Perú 2012 y becario Chevening 2017 - 2018. Se ha desempeñado como asesor y coordinador en la Oficina de Apoyo a la Administración de la Educación y la Dirección General de Educación Básica Regular del Ministerio de Educación del Perú, ha trabajado también en el MINSA, entre otras entidades.