Luciana Vázquez / La Nación
Ningún plantel docente en América latina puede considerarse de alta calidad. El tipo de formación inicial que reciben, desconectada de la experiencia práctica, es una de las causas determinantes de este panorama crítico.
El caso de la Argentina es uno de los más acuciantes: los maestros en formación afrontan apenas unas treinta y cinco semanas de práctica en toda la carrera, poco si se la compara con la formación de los docentes en Cuba, una verdadera excepción en la región en este aspecto, que deben cursar 140 semanas obligatorias de prácticas, un 72 por ciento del tiempo de formación. Y también poco en comparación con Finlandia, donde un tercio de los estudios para ser maestro se concentra en la práctica.
El alarmante diagnóstico surge del trabajo Construyendo una educación de alta calidad: un pacto con el futuro de América Latina, realizado por el Diálogo Interamericano, una organización de líderes del continente americano venidos del mundo público y del ámbito privado con sede en Washington, que se presentó el lunes último en las oficinas porteñas de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI).
De acuerdo con el documento, el resto de los países de América latina también queda lejos en cantidad de práctica docente, incluido México, que le sigue a Cuba, con 40 semanas de práctica en la carrera. En Brasil las prácticas son de 10 semanas, y en Perú, de dos.
El informe, resultado del trabajo de la comisión de educación del Diálogo Interamericano, liderada por los ex presidente de Chile y de México Ricardo Lagos y Ernesto Zedillo e integrada por 12 personalidades expertas del mundo educativo, propone además una serie de reformas en seis áreas clave de la política educativa. Las dos reformas prioritarias señaladas son la inversión en desarrollo infantil temprano, etapa que condiciona todos los desempeños escolares futuros, y la profesionalización de la docencia.
Nadie se dejaría operar por un cirujano que no hubiera tenido meses de práctica en un quirófano. Sin embargo, la sociedad acepta que sus hijos se eduquen con maestros que llegan al aula casi sin práctica docente.
Al director del programa de educación del Diálogo Interamericano, Ariel Fiszbein, encargado de presentar los resultados del informe, le parece acertada esa analogía, y por eso subraya para LA NACION: “La docencia debe ser una profesión y las carreras profesionales respetadas son una mezcla balanceada de práctica y de conceptos específicos”.
“Los maestros no deben ser teóricos de la pedagogía, sino gente que logre manejar con excelencia las técnicas docentes y también los contenidos disciplinares. Si enseña matemática, debe saber de matemática y de cómo enseñarla a sus alumnos con la mayor efectividad”, añade Fiszbein.
Sin embargo, los resultados del trabajo muestran cuán lejos está la realidad del futuro deseado: “La docencia en América latina se caracteriza por bajos niveles de conocimiento, prácticas pedagógicas poco efectivas y serios problemas de motivación y gestión”, sostiene, de forma contundente, el informe.
La falta de calidad afecta a los siete millones de docentes que se desempeñan en toda América latina, que representan el cuatro por ciento de la fuerza laboral total de la región y el 20 por ciento de los trabajadores técnicos y profesionales.
Cuando el ejercicio en el aula es poco eficiente, los perjudicados son los chicos: en América latina, los docentes dedican un 65 por ciento o menos del tiempo de clase a la enseñanza propiamente dicha, poco comparado con los estándares de referencia, que llegan al 85 por ciento, de acuerdo con el trabajo del Banco Mundial Profesores excelentes. Cómo mejorar el aprendizaje en América Latina y el Caribe, de Bárbara Bruns y Javier Luque, citado por el estudio del Diálogo Interamericano. O dicho más sencillamente: por la falta de efectividad en el ejercicio docente se pierde en promedio un día completo de clases por semana.
No es casual que la niñez y los docentes sean áreas prioritarias para las políticas públicas de mejora educativa. La evidencia es contundente: el hogar de origen del alumno, que abarca la educación de los padres, el nivel socioeconómico y otras características como acceso a los libros en el hogar, es el dato principal para predecir los niveles de aprendizaje que alcanzarán los chicos en el futuro escolar. Y ya dentro de la escuela, el otro factor clave es la calidad de los maestros.
Evaluación de aprendizajes
Las otras reformas alentadas por el Diálogo Interamericano en educación apuntan a la evaluación de los aprendizajes; a abandonar las políticas cortoplacistas en lo tecnológico, que buscan rédito político antes que pedagógico, para poner las tecnologías al servicio de los aprendizajes; orientar el sistema educativo hacia aprendizajes relevantes para el siglo XXI, que mejore “la inserción laboral” de los graduados, y finalmente, un esquema de financiamiento “sustentable social y fiscalmente” y con foco en proyectos que aseguren “retornos en términos de calidad”.
Todo en el marco de un “pacto social por la educación de calidad” surgido de consensos complejos que incluya también a los educadores que logre fijar metas y recursos para alcanzarlas.
El objetivo del informe realizado por el Diálogo Interamericano es trazar caminos posibles para desandar una crisis educativa que afecta a toda América latina.
Fiszbein puso la situación en blanco y negro: en América latina, en promedio, los alumnos de 15 años de edad tienen 5 años de retraso escolar en comparación con los chicos de Shanghai; los chicos del cuadril de mayores ingresos le sacan una ventaja de dos años de escolaridad a los del cuadril de menores ingresos.
Los que logran egresar del sistema educativo no están bien vistos por el 37 por ciento de las empresas, que considera que “la fuerza laboral no está bien preparada”, en comparación con los países desarrollados de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), donde solamente el 21 por ciento de las empresas hace ese diagnóstico negativo de los alumnos graduados.
La presentación del informe sobre la situación de los docentes lo dejó claro: a pesar de la ampliación de la cobertura educativa en toda la región, la calidad y la equidad de esa calidad siguen siendo deudas pendientes.
Fuente: La Nación / Buenos Aires, 24 de agosto de 2016