Edición 43

Aprendizajes e Infraestructura deben ir de la mano

Nuevos Lineamientos de Espacios Educativos del Ministerio de Educación: una oportunidad para mejorar aprendizajes

Print Friendly, PDF & Email

Mayra Vila / EDUCACCIÓN

Espacios Educativos: una definición de esta nociòn que suene lógica nos llevaría a asumir que se puede aprender en cualquier espacio. Sin embargo, este sentido no siempre es obvio. Se suele confundir el desarrollo de Espacios Educativos con Infraestructura Educativa. Se asumen como sinónimos. Sabemos que el desarrollo de una infraestructura de calidad es transversal a todos los sectores públicos: salud, transportes, comunicaciones, defensa, entre otros. Sin embargo, en educación tiene una cualidad especial: las condiciones que se construyan deben contribuir a mejorar los aprendizajes. Entonces, ¿Qué son los Espacios Educativos? ¿Cómo logramos que la infraestructura contribuya a la mejora de aprendizajes? Este artículo busca hacer una reflexión sobre los avances del Ministerio de Educación (Minedu) en materia de Espacios Educativos, y la importancia de asumirlo como un eje de desarrollo para la infraestructura educativa y la Implementación del Currículo Nacional.

Cuando se toca el tema “infraestructura”, estamos acostumbrados a que se mencionen montos globales que indiquen las brechas que debemos cubrir. Y, en efecto, es necesario definir el costo de la brecha y asumirla como un reto económico. Acorde al Plan Nacional de Infraestructura Educativa[1] se requieren cien mil cuatrocientos noventa y nueve millones de soles (S/ 100 499 MM) para cerrar esa brecha, para lo cual hacia el 2025 se demolerán aproximadamente 16,172 locales escolares que representan el 59% del total. Frente a esta magna inversión, es justo cuestionarse como se vincula la infraestructura a los aprendizajes, de modo que tamaño esfuerzo esté orientado a contribuir a una educación de calidad.

En el año 2014 se creó el Programa Nacional de Infraestructura Educativa (Pronied) en el Minedu, cuya misión era abordar el cierre de la brecha de Infraestructura, reconstruyendo las escuelas de la forma más eficaz posible. Pero poco se sabía de cómo se tenían que reconstruir o, en su defecto, qué es lo que debemos garantizar que se construya para el mejor funcionamiento de la Escuela. Ese año existía mucha incertidumbre sobre qué construir en un colegio de Educación Básica Regular. Con “construir” no me refiero al proceso constructivo de armar paredes, sino a la toma de decisiones sobre qué elementos y ambientes físicos deberían existir en una escuela. Esta definición va más allá de la infraestructura.

En ese momento se planteó la urgencia de contar con Normas Técnicas de Infraestructura actualizadas, dado que la norma vigente para Primaria y Secundaria era de 1983. Se estaba terminando de actualizar una nueva versión de la Norma para Educación Inicial respecto a la aprobada en el año 2011.  Es en dicha coyuntura que las áreas de Infraestructura iniciaron el diálogo con las áreas pedagógicas de forma más estrecha, para poder definir sus requerimientos.

¿Qué tan grande puede llegar a ser un colegio? ¿Cuál es el máximo de estudiantes que debería tener el aforo? ¿Qué espacios comparten entre Primaria y Secundaria? ¿Cómo es un taller de Educación para el trabajo? ¿Qué y cuantos equipos se necesitan? ¿Qué espacios deportivos deben garantizarse? ¿Cuáles se priorizan? ¿Los laboratorios de primaria necesitan instalaciones de gas para todos los estudiantes? ¿Cómo son las mesas que se deben fomentar en las aulas? ¿Requieren de estantes? ¿Educación Inicial necesita biblioteca? ¿Cómo es la escuela más pequeña? ¿Qué ambientes son indispensables y cuales no?

Estas son algunas de las preguntas que comenzaron a surgir. Preguntas que, si bien eran importantes para definir la infraestructura, requerían una reflexión pedagógica respecto al uso que se esperaba darle al espacio, de modo de optimizar recursos y desarrollar el tipo de prácticas que se necesitaba. Responder estas preguntas implicaba definir cómo se aprende.

¿Cómo se aprende?

Por entonces se venía trabajando en la elaboración del Currículo Nacional de la Educación Básica (CNEB), y sería en el año 2016 que se aprobaría. Era la primera vez que un Currículo Nacional definía los Espacios Educativos y los incorporaba conceptualmente dentro de la Política Pedagógica Nacional. El CNEB define los Espacios Educativos de la siguiente forma:

“Son entornos que promueven el desarrollo de aprendizajes de los estudiantes. Estos espacios facilitan las interrelaciones del estudiante con personas, objetos, realidades o contextos, que le proporcionan experiencias e información valiosa para lograr propósitos específicos o resolver problemas con pertinencia y creatividad. Estos espacios se diseñan y organizan según las concepciones acerca de cómo aprenden los estudiantes, y se aprovechan según las intenciones pedagógicas de los docentes y la propia curiosidad de los estudiantes.”[2]

Este fue el primer hito importante para la propuesta de Espacios Educativos, pues significaba reconocer que no solo se aprende en el aula o en la escuela, sino que se puede aprender en cualquier espacio. El segundo hito importante fue la incorporación del concepto de Espacios Educativos en los Programas Curriculares de la Educación Básica Regular, donde se hace explicita la relación del espacio con los aprendizajes. Estos programas, para el nivel de Inicial, Primaria y Secundaria, plantean lo siguiente respecto a los Espacios Educativos[3]:

  • Los enfoques transversales del CNEB se pueden abordar desde la organización de los espacios educativos.
  • Su organización y uso adecuado brindan entornos e interacciones que permiten tener un clima favorable para el aprendizaje.
  • Son parte de las condiciones clave que favorecen y garantizan el desarrollo del potencial de los estudiantes.

Muchas veces perdemos de vista el impacto del espacio en nuestra vida, las posibilidades que nos permite cada espacio en nuestra casa, escuela, ciudad o incluso en el trabajo para realizar actividades o acciones, así como los aprendizajes que vamos gestando día a día a través de las interacciones con nuestro entorno. Entender el desarrollo de competencias implica reconocer tu entorno y, a partir de él, plantear soluciones a determinadas situaciones. Esto nos lleva a la siguiente pregunta: si bien cualquier espacio puede llegar a ser educativo ¿Cuáles deben garantizarse en la escuela y por qué?

¿Dónde se aprende? ¿Qué construimos?

Cuando decidimos comprarnos una casa o construirla, nos preguntamos cómo quiero vivir y convivir con los que habitarán el mismo hogar. La respuesta a esa pregunta definirá una lista de los espacios que queremos. Surgirán decisiones como, por ejemplo, si se está dispuesto a compartir cuartos, baños e incluso closets; priorizar un cuarto de estudio o localizarlo dentro de cada cuarto; reconocer cuántas personas la habitarán, si habrá mascotas, para lo cual tener jardín sería indispensable. También se tendría en cuenta el estilo de vida que se busca llevar, si es compatible con un mini departamento o una casa, lo cual supone decidir las actividades que se podrían realizar dentro y fuera. Toda esta reflexión se basa en las actividades que conforman el estilo de vida de cada persona, en sincerar lo que estamos dispuestos a dejar de lado y en definir lo que se vuelve indispensable.

Pensar en los espacios que debe tener una escuela requiere del mismo proceso de reflexión. Solo que, en el caso de una escuela, las actividades que se desarrollan allí conllevan aprendizajes. Es por eso tan importante tener claridad de cómo se aprende, para poder construir infraestructura que permita el desarrollo de espacios que sean verdaderamente educativos.

Vincular cómo se aprende con dónde se aprende implicó:

  • Reconocer todos los actores involucrados en el proceso de aprendizaje. No son solo los estudiantes ni los docentes, sino toda la comunidad educativa y los tipos de actividades que cada uno desarrolla en la escuela para contribuir a la mejora de los aprendizajes.
  • Definir la finalidad pedagógica de cada espacio educativo, y sincerar así los espacios necesarios para el desarrollo del perfil de egreso y las competencias definidas en el CNEB.
  • Asumir que las escuelas no van a ser iguales ni necesitar los mismos espacios, para poder concretar una propuesta que permita escalar los Espacios Educativos a cada contexto.

Así surgieron los “Lineamientos para la organización y funcionamiento pedagógico de Espacios Educativos de Educación Básica Regular” también llamados Lineamientos de Espacios Educativos. Un documento único en su tipo que tiene como objetivo definir el repertorio de 29 espacios educativos y 13 espacios de soporte, acorde a su finalidad pedagógica. Muy útil para fortalecer la organización y funcionamiento de los espacios en las escuelas, y orientar al desarrollo de las condiciones físicas que permitan la implementación del Currículo Nacional.

¿Por qué son tan importantes los Lineamientos de Espacios Educativos?

El espacio condiciona el tipo de actividad que puedas desarrollar. En ese sentido, el espacio puede volverse una oportunidad o una barrera para el desarrollo de aprendizajes. Los lineamientos esclarecen cuales son los espacios educativos que se requieren para el desarrollo del perfil del estudiante del CNEB, así como las actividades que deben garantizarse en cada uno de ellos. Este es el punto donde se vincula con la infraestructura y sus Normas Técnicas: establecer el uso de los espacios y las actividades que ahí se desarrollarán, permitirá definir en parámetros de m2 por ambiente, características de diseño arquitectónico, y la cantidad de ambientes que se deben construir en cada tipo de escuela acorde a su contexto.

El principal concepto que incorporan los Lineamientos de Espacios Educativos es el desarrollo integral de estos espacios, lo cual comprende[4]:

  • El uso o usos que el docente va a dar a los espacios educativos
  • La gestión de su funcionamiento, el mismo que debe ser adecuado a su finalidad pedagógica
  • Las condiciones físicas, las cuales deben coadyuvar al cumplimiento de la finalidad pedagógica como por ejemplo: mobiliario, equipamiento, tecnologías, ambientes, etc.

Digámoslo con claridad. Es la finalidad pedagógica del espacio lo que permitirá articular el uso que el docente debe darle, junto a la gestión para su adecuada organización, y el diseño de sus condiciones físicas. Por esta razón, el desarrollo integral de espacios educativos se debe abordar desde la implementación del Currículo Nacional, empoderando a los docentes en el desarrollo de sus prácticas pedagógicas con el uso de los recursos educativos. Es así como se puede abordar mejor el cierre de la brecha de infraestructura educativa, definir los requerimientos para cada contexto y optimizar los recursos.

Lima, 05 de julio de 2018

NOTAS

[1] Plan Nacional de Infraestructura Educativa aprobado por Resolución Ministerial N°153-2017-MINEDU
[2] Currículo Nacional de la Educación Básica aprobado por Resolución Ministerial N°281-2016-MINEDU
[3] Programas Curriculares de los niveles de Inicial, Primaria y Secundaria de la Educación Básica Regular, aprobados por Resolución Ministerial N° 649-2016-MINEDU
[4] Lineamientos para la Organización y funcionamiento pedagógico de Espacios Educativos de Educación Básica Regular aprobados por Resolución de Secretaria General N°172-2017-MINEDU

Mayra Vila
Arquitecta por la Pontificia Universidad Católica del Perú, con estudios en la Universidad Diego Portales de Chile. Diploma en Gestión pública por la Universidad Mayor de San Marcos y de Inversión pública por la Universidad ESAN. Actualmente se desempeña como consultora en temas de espacios educativos e infraestructura. Se ha desempeñado como Responsable de infraestructura de la Dirección General de Educación Básica Regular y como arquitecta de la Dirección de Educación Primaria del Ministerio de Educación del Perú, en donde desarrollo propuestas que vinculan el espacio con la pedagogía, así como establecer la importancia del espacio y la infraestructura en las políticas públicas. Con experiencia en el diseño y construcción de arquitectura educativa, residencial y de oficinas en los estudios Llosa-Cortegana y BLUME- LUNA arquitectura. Ha participado en investigaciones que abordan el estudio del espacio público y el Centro Histórico de Lima. Ha ejercido la docencia en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Pontifica Universidad Católica del Perú.