Por Nadja Juárez Abad / Para EDUCACCIÓN
A propósito de los nuevos (aunque antiguos) debates sobre currículo y religión, no es una novedad que Perú es una de las sociedades más fragmentadas, en permanente oposición y conflicto. Como tampoco que el hábito de difundir y exacerbar esta tendencia sea mayor que el esfuerzo por desarrollar e institucionalizar formas y espacios de encuentro, de comunicación, de ciudadanía crítica y propositiva. Si como adultos aún nos cuesta naturalizar, respetar y aprovechar la diversidad para construir con coherencia una visión conjunta de país, ¿qué y cómo estamos construyendo estos sentidos en la niñez desde la educación?
Esta pregunta nos lleva a revisar constantemente experiencias educativas con propuestas democráticas y de ciudadanía. Entonces nuevamente y la transversalidad, salta el arte como una estrategia muy poderosa y poco entendida en el contexto escolar. Por otro lado, entender el elemento transformador para lograr los cambios que necesitamos nos exige traer las voces de los propios actores.
Esta vez conversamos con Patricia Bravo, arte-educadora en propuestas educativas alternativas para primera infancia como Retama, AyniMundo, índigo.
¿Es posible formarse como arte – educador en el Perú?
Yo me formé en la Escuela de formación artística Sérvulo Gutierrez de Ica. Son cinco años como profesor de educación artística. Los 03 primeros en formación general como profesor de educación artística y luego con especialidad en escultura, pintura y grabado.
Sin embargo, un desafío central era la construcción de una mirada interdisciplinaria que integre los distintos lenguajes artísticos. La formación de un mediador del arte debería poder contemplar diferentes ramas, diversos recursos. En el año 2000 se fueron implementando por política educativa algunos talleres de danza, de teatro, de expresión corporal; y aunque fue un importante avance, aún no se priorizan los procesos antes que el aprendizaje de coreografías o del guion teatral. El reto es reconocer en el arte un potencial transformador, canalizador de pensamientos y emociones, y para ello el educador debe estar preparado.
El arte puede ser un recurso para atender la diversidad y aprender con autonomía
Sí hay otras formas en que niñas y niños pueden aprender, respetando sus formas diversas, y aunque nos cueste trabajo, noches y amanecidas, tenemos que sentarnos y pensar estrategias diversificadas. Yo creo que el arte encierra un gran potencial para lograr esto, porque todos somos sensibles al arte, todos tenemos una forma única de expresar, de comunicar, eso sí es general. Puedes aprender matemáticas, y hacer arte con las matemáticas, yo puedo hacer arte con las letras, yo puedo hacer arte con la historia. El arte es mucho más transversal a todo, porque es más esencial al humano.
Más allá de la metodología, más allá del conocimiento, lo que hace es que el ser humano se hace más sensible frente al otro, pero en realidad abarcamos el objetivo cognitivo, pero como correlato del emocional.
En mi experiencia con grupos de distintas realidades, hay un común denominador en el aprendizaje mediante el arte, y es el desarrollo del trabajo colaborativo. Más allá de discursos, el arte puede generar espacios verdaderamente colaborativos, el trabajo grupal en pos de una meta, donde nadie compite y todos tienen un mismo objetivo (pero sin dejar de ser uno mismo), enfrentando al grupo para resolver problemas, sortear dificultades, tomar acuerdos, decidir y finalmente apreciar el logro como un bien común, donde todos aportaron desde sus posibilidades y todos se benefician.
Cambiar nuestras formas de enseñar requiere no solo de cambios, sino de “mutaciones”
Estamos aún en un sistema educativo que promueve el aprendizaje y la competencia en áreas de las matemáticas y en el lenguaje, números o letras, pero debemos ser capaces de comprender que muchos podemos desarrollarnos a través del arte.
Necesitamos no solo un cambio, sino una mutación. La mutación, científicamente o fisiológicamente se da en la estructura del ADN, entonces cambia algo, algo muta, y lo que comienza a crecer ya no es lo mismo, es algo integralmente diferente. Si quiero cambiar, yo puedo adecuar un instrumento musical a mi tono, o a determinado ritmo, pero si yo le conecto otro aditamento ya mutó ese instrumento, ya es otro. Lo que hay que cambiar es la esencia, es ahí donde se produce una verdadera transformación. Y ahí es donde tenemos que ir para cambiar un paradigma, ahí es donde tenemos que mutar, transformar. Porque cambios superficiales podemos hacer muchos, pero seguimos cargando la misma mochila, los mismos prejuicios o temores. Eso no ayuda en verdaderas transformaciones, como las que necesitamos.
La ruta consciente que moviliza la mutación
Creo que encuentras algo que falta, algo que no está bien, encuentras un problema. Pero todo empieza cuando piensas cómo puede transformarse, como además no lo hago sola, como además te llamo a ti, que estás conmigo y te invito ¿qué te parece si cambiamos?, ¿cambiamos esto?, ¿cómo podría ser el replantearnos juntos?, el imaginar cómo podría ser el efecto de esa transformación es lo que nos puede llevar por una ruta diferente
Sobre como inicias: desde la sensibilidad, porque tú puedes pasar cientos de veces por el mismo lugar y ver el mismo papel tirado y nunca lo recoges, pero si eres sensible frente a una problemática colectiva como el medio ambiente, lo recojo y actúo, dejo de ser pasivo y paso a la acción. Entonces, encontrar un problema, sensibilizarte y convertir en acción tu pensamiento es una ruta para romper un paradigma.
Necesitamos transformarnos juntos
Luego, lograr la colaboración de todos. Yo creo que no puedes hacerlo sola, puedes transformarte pero como transformas un grupo, lo que decíamos hace un momento, convenciendo a otros de que necesitamos de otra forma de ver la vida, de ver la educación, de ver el arte.
Validar los efectos de esa “mutación”
En el camino está la clave: pruebas de todo y ahí es donde vas creciendo también y encontrando tu identidad y en ese proceso probando qué nos funciona, cómo llegar a la comunidad, cómo visibilizamos esto que estamos haciendo y que es importante, y por eso involucramos a la municipalidad, vamos buscando líderes que tengan incidencia, a la municipalidad para promover el uso de espacios públicos como espacios de arte, de juego y de aprendizaje.
Pero lo importante es que las experiencias se evalúen y se sistematicen como una ruta de validación. Eso se va haciendo en el proceso, pero sí es importante que luego puedas tener un producto, porque no puedes validar algo que haya sido solamente de un año o de meses, creo que ahí a corto plazo y largo plazo hay evaluaciones; y una sistematización es algo general, más profundo desde lo cualitativo, para entender no solo lo que ha funcionado sino también lo que no con criterio de tiempo. Precisamente ahí tiene validez, porque no ha sido un tiempo corto, y eso sustenta la calidad de lo que se hace. La evaluación debe ser permanente, pero la sistematización te permite una mirada crítica desde el principio hasta el final.
Institucionalizar y promover
El trabajo tiene que ser conjunto, entre artistas y educadores. Sola yo en mi institución no puedo hacer que se visibilice o se extienda el valor del arte, tengo que unirme, tenemos que hacer redes, para que todos estos espacios pequeños que están diseminados en nuestro país se unan, se difundan, se retroalimenten.
El rol del director es importante. Si se sensibiliza frente a eso, y es un líder frente al desarrollo del arte y la cultura, entonces todos los demás comienzan a trabajar. Sería importante que se constituyan redes de directores de escuela que accedan a estos espacios de intercambio y propuesta desde el arte.
Lima, 30 de enero de 2017