Edición 48

Balance de la política curricular en un contexto adverso

Hasta ahora, el currículo se ha adaptado a la cultura del Minedu, en vez de convertirse en pretexto para cambiar su cultura organizacional y hacer que las diversas políticas se articulen y refuercen

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Liliana Miranda Molina | EDUCACCIÓN

En los últimos años los vaivenes de la coyuntura han afectado de manera significativa la política educativa. La relación tensa entre el Poder Legislativo y el Ejecutivo generaron hasta cuatro cambios ministeriales y sus correspondientes equipos, así como la controversia y judicialización del enfoque de igualdad de género del currículo y la huelga magisterial son algunos de los sucesos políticos que han marcado el contexto en que se ha desarrollado la política educativa.

Por eso resulta necesario poner en contexto lo que ha sido el desarrollo de la política curricular el presente año. Como sabemos, el Currículo Nacional de la Educación Básica (CNEB) se origina y desarrolla en medio de circunstancias poco favorables para su implementación. El CNEB se aprobó poco antes del cambio de gobierno de 2016 luego de un serio e intenso trabajo que impulsó la ministra Salas y que concluyó el ministro Saavedra. La permanencia del último garantizaba la continuidad de dicho trabajo, sin embargo, los acontecimientos políticos posteriores impidieron dicha continuidad. El mismo día que el Ministerio de Educación aprueba los Programas Curriculares de EBR, el Congreso de la República censura a Saavedra de manera arbitraria. El equipo ministerial dejó esbozada una ruta al 2021 -aún- bastante general para la implementación del currículo. Este sería gradual, iniciándose en los servicios educativos (SE) polidocentes de primaria mientras se iban preparando las condiciones para los niveles de inicial y secundaria; así como se elaboraban las adecuaciones curriculares para Educación Especial y el Programa Curricular de Educación Básica Alternativa.

A finales de diciembre de 2016, la Ministra Martens asume la conducción del Ministerio de Educación (Minedu). Durante su gestión, que duró 9 meses, se inicia la implementación del currículo en los SE polidocentes de primaria a través de dos estrategias: el Acompañamiento Pedagógico (AP) y la Asistencia Técnica, tomando lo que ya venía haciendo el Minedu y adaptándolas a los requerimientos pertinentes. En paralelo se empieza a trabajar en el plan de implementación del currículo a mediano plazo desarrollando la ruta dejada por la gestión anterior.

En este escenario, los fuertes cuestionamientos de grupos religiosos contra el enfoque de igualdad de género, la atención al Fenómeno del Niño Costero y la huelga magisterial dificultaron el desarrollo de las acciones previstas. La situación se complica aún más, pues el Minedu se encontró prácticamente sólo en la defensa del enfoque de género del currículo lo que debilitó su legitimidad y desarrollo. Como sabemos Kuczynski mantuvo una posición ambigua sobre el tema a diferencia de Vizcarra que en su mensaje de 28 de julio expresó su respaldo al enfoque de género no solo en el tema educativo, sino en las políticas públicas.

En setiembre del 2017, Idel Vexler es designado Ministro de Educación como consecuencia de la recomposición del Gabinete luego que el Congreso no aceptó la moción de confianza planteada por el gobierno ante la amenaza de censura a la ministra de educación. El nuevo ministro del sector había manifestado varias veces sus discrepancias respecto al CNEB y durante su gestión señaló públicamente que se estaba elaborando modificaciones a dicho documento. Sin embargo, su repentino cambio hizo que esta iniciativa no tuviera mayores efectos.

Durante su corta gestión se aprobaron las orientaciones para la implementación del CNEB para el presente año que recogían en gran parte lo desarrollado por la gestión anterior. Sin embargo, dichas orientaciones limitaban la implementación del CNEB solo a la EBR, con lo cual se perdía la visión sobre la educación básica en su conjunto incluyendo sus tres modalidades; y por otro lado, redujo la cobertura y metas de la implementación curricular establecidas en la ruta inicial. Ciertamente dicha decisión puede entenderse por los problemas observados en el primer año de aplicación del CNEB, sin embargo, menos comprensible resulta la reducción que realizó de las metas del AP en las cuatro intervenciones de servicios educativos en los que el Minedu venía trabajando: EIB, multigrado, polidocentes urbanos y JEC.

Luego de una gestión de casi siete meses, y recién iniciado el año escolar 2018, Daniel Alfaro asume el Ministerio Educación como consecuencia de la crisis presidencial siendo el cuarto ministro en menos de dos años. En términos generales, el Ministro Alfaro continuó con la implementación del currículo en el marco de las orientaciones aprobadas por su antecesor. No obstante, los cambios de los equipos directivos y técnicos en el Minedu, pero también en otros sectores como en el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) y en el propio gobierno, generaron que gran parte de las actividades planificadas para la implementación curricular en el 2018 se retrasen. La aprobación de las normas técnicas y las transferencias presupuestales a los gobiernos regionales registraron importantes demoras, además de los recortes en el AP que ya referimos. Ello ha supuesto que la elaboración de los materiales y las estrategias formativas previstas para la implementación curricular se hayan reajustado y en la práctica sea relativamente poco lo que ha llegado a las instituciones educativas que es donde se juegan los aprendizajes.

Como hemos señalado, el contexto en que se ha desarrollado la política curricular ha sido adverso, por lo que el balance de los resultados es muy poco alentador. Luego de dos años de vigencia del CNEB, todavía (i) no se tiene un plan aprobado de mediano plazo que señale una ruta y perspectiva que permita su monitoreo, evaluación y contribuya a su legitimidad; (ii) no hay una instancia técnica visible con capacidad de decisión sobre las direcciones funcionales que lidere la implementación del CNEB, encargado de asegurar esa visión común para toda la educación básica, y no solo para la EBR, pero que también se responsabilice por sus resultados; (iii) no se han aprobado componentes importantes del CNEB sin los cuales es difícil que se pueda tener una implementación consistente en las aulas, a saber: lineamientos para la evaluación de aprendizajes, para los procesos de diversificación curricular, para trabajar los enfoques transversales y para los materiales educativos; (iv) no contamos aún con una estrategia comunicacional sobre el sentido y características del CNEB[1], aunque se debe reconocer que en los últimos meses se ha observado algunas iniciativas importantes para difundir los enfoques transversales del currículo con énfasis en el de igualdad de género.

Si bien todo ello es medular, estas ausencias son manifestaciones de un problema de fondo que es necesario reconocer para enfrentarlo: la falta de articulación al interior del Minedu para la implementación curricular. Actualmente, el desafío de la política curricular exige un fuerte liderazgo político, técnico y organizativo en -y desde- el Minedu para asegurar dicha articulación. Ello supone que la Alta Dirección asuma al CNEB como el eje articulador de las políticas priorizadas por su gestión posicionado su legitimidad, designe responsables, establezca metas, delinee procesos institucionales que le den consistencia y rigurosidad técnica a las estrategias, considere mecanismos que desincentiven las parcelas de poder de cada dirección y oficina que fragmentan las políticas e intervenciones, renuncie -en lo posible- al activismo que tiende a caracterizar a la gestión educativa, y, pública en general, de orientarse al desarrollo de acciones aisladas más que al diseño e implementación de políticas. Articular significa, entre otras cosas, invertir tiempo en generar acuerdos entre los distintos actores involucrados que le den legitimidad al proceso, pero también sirvan para la rendición de cuentas; utilizar información y evidencias para diseñar los procesos de implementación que revisten alta complejidad dada la manera cómo opera la gestión pública, y por escala y dispersión que caracteriza al sistema educativo en nuestro país; perseverar en el cumplimiento de los acuerdos; renunciar a protagonismos y a tener inteligencia y sensibilidad para regular y centralizar solo aquello que sea necesario para garantizar el derecho de los estudiantes a aprender. El currículo es un buen argumento para que el Minedu empiece a ejercer el rol rector de la política educativa y habilitador en que debería convertirse.

Lo que hasta ahora hemos hecho es que el currículo se adapte a la cultura del Minedu cuando la idea es que el currículo funcione como un “pretexto” para cambiar la lógica y cultura organizativa del sector, para que las distintas políticas se articulen y se refuercen. Hasta ahora poco de eso ha pasado y corremos el riesgo que el CNEB termine como los currículos anteriores limitado a ser un documento que se usa para las prácticas rituales a las que es tan propenso el sector educativo.

El currículo debería ser como la partitura de una orquesta que permite que cada instrumento se articule al conjunto de manera armoniosa. El currículo, así como la partitura no es el objetivo de la orquesta, pero es el lenguaje común necesario para que se produzca la melodía que la orquesta debe tocar, y esa música deberían ser los aprendizajes expresados en el currículo.

Finalmente, los resultados del referéndum permiten un mejor contexto político en donde el gobierno debe mantener su respaldo al enfoque de igualdad de género mientras el Congreso podría disminuir la actitud hostil que tuvo con el sector educación durante estos dos últimos años. De esta manera, el escenario se muestra favorable para convertir la política curricular en el eje principal de la política de aprendizajes que nuestros estudiantes merecen. La batuta la tiene el Minedu.

Lima, 17 de diciembre de 2018

[1] En la investigación que realiza Guerrero sobre la implementación curricular en 2017 encuentra que todavía hay una apropiación muy débil de las características y sentidos del nuevo currículo por parte de los docentes y directores. Guerrero, G. (2018). Estudio sobre la implementación del Currículo Nacional de la Educación Básica en instituciones educativas públicas focalizadas. Lima: Proyecto Forge/Grade.

 

Liliana Miranda
Socióloga, licenciada por la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), con estudios concluidos de licenciatura en Educación también por la PUCP y de maestría en Antropología por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM). Asimismo, cuenta con especialización en Estadística Aplicada y amplia experiencia y conocimientos en el diseño, aplicación y análisis de procesos de evaluación de logros de aprendizaje e indicadores educativos.