Carlos Caramantín / Cinencuentro
La confianza que Warner Bros. le tiene a Zack Snyder es increíble. A pesar de las malas críticas recibidas por “El Hombre de Acero” (2013), la major lo eligió como el director de la secuela (que después se convertiría en “Batman vs Superman”). Y eso no es todo. Meses después, fue confirmado como el encargado de las dos partes de “Justice League” y de producir todas las películas que conformarán el Universo Extendido de DC Cómics, que ya tiene fechas de estreno confirmadas hasta el año 2020.
Repito, la confianza en Snyder es increíble. Esta semana, después de casi tres años de producción, por fin se estrenó Batman vs Superman: El Origen de la Justicia, que más allá de lo pretencioso del título, se presentaba como el gran punto de quiebre de este nuevo universo compartido, cuya razón de ser, y ningún fan lo puede negar, es competir en taquilla con Marvel y su universo de Vengadores, creado el 2008.
El resultado no es perfecto. Snyder padece ante la complicada misión de unir los cabos que tendrán importancia en el futuro, y repite muchos de los errores cometidos en “El Hombre de Acero”.
“Batman vs Superman” es una historia mal narrada, tiene demasiadas subtramas que, atropelladas una sobre otra, hacen difícil determinar cuál es la más importante. Si te distraes dos minutos, te pierdes. Aunque, siendo complacientes con el esfuerzo realizado, no es el desastre cinematográfico que muchos anticiparon, es realmente entretenida y cuenta con más de una emocionante referencia para cualquiera que haya seguido los cómics en los que la cinta basa parte de su argumento (principalmente, “The Dark Knight Returns” de Frank Miller). Pero ni ese agradecido fanatismo instalado en el guion suprime la sensación certera de que en manos más competentes “Batman vs Superman” hubiese resultado mucho mejor.
Ya mencioné el principal problema de la película: cuenta demasiadas cosas que, al final, sientes que no te contó nada. “Batman vs Superman” no concreta ninguna de la premisas con las que quiere jugar, falla en el desarrollo de la figura metafórica de la batalla entre un hombre y un dios, porque los personajes no tienen tiempo de verse desarrollados y basan sus motivaciones en representaciones filosóficas que nunca se sienten verdaderas. Superman (Henry Cavill), quien para el imaginario popular representa la lealtad y la esperanza, ahora es la imagen de la fatalidad y el miedo social, algo que no es error en sí mismo, la equivocación radica en que la película busca forzar la idea de que presentar una versión extremista de Superman debe ser sinónimo de realismo. El resultado termina siendo todo lo contrario: una completa falta de coherencia en la naturaleza del personaje.
Y es que aprovechar la destrucción de Metrópolis, vista en “El Hombre de Acero”, como punto de partida para “Batman vs Superman”, pudo haberse sentido como una jugada maestra, pero parece más la justificación de un error narrativo (y una respuesta personal de Zack Snyder a sus haters) que algo lo suficientemente consecuente. Superman pasa de ser casi el Mesías cristiano a convertirse en alguien con cualidades y argumentos suficientes para ser amado u odiado al mismo tiempo. Y él parece no sentirse afectado por eso: la película te demuestra casi de inmediato que a Clark Kent le importa más el bienestar de Lois Lane (Amy Adams) que lo piense el mundo de él. Y eso es algo que genera muchos huecos en la trama, y si nos ponemos tan realistas como Snyder, invalida también de todo lo que viene después. ¿Cómo es que Superman puede saber que tiene que salvar a Lois de una muerte segura, pero no darse cuenta que su madre está siendo secuestrada? Perdón por el spoiler.
La otra cara de la moneda es el Batman de Ben Affleck. La película nos presenta a Bruce Wayne como uno de los testigos de la destrucción de Metrópolis causada por la batalla entre Superman y el General Zod (Michael Shannon). Batman desarrolla, en ese mismo instante, una sensación de odio/miedo hacia lo que representa la figura de Superman, y tras una serie de sueños y alucinaciones, se pone paranoico ante la idea de que, en el algún momento, el kryptoniano decida usar su ilimitado poder para convertirse en el dueño del mundo. Ben Affleck interpreta a un Batman rudo, inteligente y planificador. Muchos coinciden en que se trata del mejor personaje de la película, y razones no faltan. El punto de partida de la cinta sí funciona para él, le crees su incomodidad, compartes su visión y llegas a justificar sus métodos. Es un Batman maduro, que ha sufrido, que anticipa todas sus acciones, y la química que tiene con elAlfred de Jeremy Irons nos regala diálogos memorables.
Snyder y Affleck dotan al personaje de muchas de las características más conocidas de la versión comiquera de Batman, más precisamente del visto en la ya mencionada novela gráfica “The Dark Knight Returns” de Frank Miller, aunque en varios aspectos, se asemeja también al de los videojuegos de la saga “Arkham Asylum”, con todo y lo que eso significa. Sea cual fuese la mayor inspiración, sería mezquino no reconocer que las escenas de acción protagonizadas por Ben Affleck son de las más logradas en la película. Sin embargo, Affleck se ve bastante limitado: cada vez que domina la trama, Snyder nos recuerda que el protagonismo es, en teoría, compartido con Superman, generándose una falta de ritmo, que obliga a que muchas de las habilidades de Batman no se vean exploradas en su totalidad, y haciendo su desarrollo algo incompleto, que es más notorio cuando llega el evento que marca el inicio del desenlace. Lo bueno es que parece que ya se prepara una trilogía protagonizada por él. Sería bastante justo.
Por el lado de los villanos está Lex Luthor (Jesse Eisenberg), el famoso archienemigo de Superman, quien esta vez es el joven CEO de una empresa de tecnología e investigación, y cuenta con un particular sentido del humor. Eso sí, mantiene sus ganas de destruir al hombre de acero, así eso merezca verse ridículo. Eisenberg hace un trabajo interesante, a pesar de que nunca queda muy claro cuál es la principal motivación del personaje. Por momentos se da a entender que es un joven reprimido por las exigencias de su fallecido padre; en otros, pareciese que simplemente está obsesionado con la idea de ver pelear a alguien a causa suya; y cerca del final, fluye la idea de que está siguiendo las órdenes de alguien más poderoso, y que sus acciones son parte de un plan para preparar su llegada triunfal. Sea lo que fuese, el Luthor de Eisenberg es una especie de maniático calculador, y dentro del contexto, funciona bien en varios momentos de la película.
Lo mejor de este Luthor es que por lo menos tiene un plan, que incluye la famosa kryptonita y manipular a Batman, quien, como mencionamos, anda paranoico por el peligro que representa Superman. Luthor, en esencia, no es un mal villano, pero el error radica en cómo su figura es aplicada a la trama. Porque es en eso en lo que falla Zack Snyder. Él cree que la grandilocuencia, la pomposidad, las frases metafóricas, la acción desmedida y la saturación de imágenes son necesarias para adaptar una historia que nació de los cómics.
Sí, es su estilo, que para muchos podrá ser huachafo, pretencioso o visionario, pero es algo que no permite explorar detalles de personalidad ni entender lo que representan los personajes para el conjunto. Es el caso literal de los personajes de Holly Hunter y Scott McNairy, una senadora y un empleado de Batman herido por culpa de Superman. Nunca se entiende qué representan para el argumento final de la película, están ahí porque sí. Después que desaparecen, nunca más son mencionados. Y eran personajes con potencial, pero desperdiciados y sacados de la ecuación antes de que hicieran cualquier tipo de conexión emocional con el público. Lo gracioso es que Snyder hace lo mismo que tanto cuestiona dentro del género de superhéroes: contar una historia demasiado superficial y que piensa más en el futuro que en el presente.
Y bueno, la lógica nunca es el mejor recurso de este tipo de películas, pero incluso en ellas hay un grado de verdad. Sin embargo, el guion de “Batman vs Superman” presenta más de un detalle que no termina por convencer, como el poco impacto que parece tener Batman en Gotham y Metrópolis, a pesar de tener veinte años luchando contra el crimen; o las comisiones a las que es enviada Lois Lane. Pero eso es, digamos, tolerable. Algo que ha descuadrado a neófitos y fanáticos es ese detalle irrelevante que determina el final de la batalla entre Batman y Superman, un detalle que nunca antes había sido tomado de esa forma en ninguna historia en común de los personajes. Resulta demasiado forzado no solo porque detiene la pelea que le brinda el título a la película, sino también porque es presentado como la gran revelación que es capaz de cambiar la lealtad de alguien en minutos.
En cuanto a personajes secundarios de mayor importancia, el Alfred de Jeremy Irons destaca por sobre los demás. Resulta ser el soporte humano que necesita la película, sobre todo porque la Lois Lane de Amy Adams es un personaje para nada interesante, y su papel en la trama es demasiado postizo y fastidioso. Más allá de la insufrible subtrama sobre la bala de Lex, y de ser más activa que el ingenuo Superman, no deja de ser la damisela en apuros que el género busca erradicar hace ya un tiempo. Y lo forzado que resulta verla involucrada en la derrota del villano principal, solo logra enaltecer la figura de otro personaje femenino, que con menos tiempo en pantalla, causó mucho más impacto y empatía. La Wonder Woman de Gal Gadot avanza como un ser observador y misterioso antes de revelarse como la gran guerrera que es. La actriz cumple con el papel, y tiene la suerte de que ser ella misma la que defina el patrón cinematográfico del personaje. En las escenas de acción, Wonder Woman es aguerrida y devastadora, y entre dos tipos musculosos, ella marca un estilo único. Lo exagerado del final no la afecta tanto como a los protagonistas.
Es difícil determinar si Batman vs Superman marcará un legado o pasará al olvido. Lo cierto es que el resultado es la prueba de que muchas ideas dentro del cine de superhéroes ya se están agotando, que es algo que otros estudios han notado y, por lo que ya se han aventurado a presentar propuestas alternativas: Marvel con Guardianes de La Galaxia (una soap opera) y Capitán América: El Soldado del Invierno (un thriller político), y Fox conDeadpool (una comedia). Warner, de hecho, buscará intentarlo con “Suicide Squad”. Y es eso es que lo debe hacer este género si quiere sobrevivir, arriesgarse para no saturar al público. Pero Zack Snyder, declarado fanboy, parece no entenderlo, y en su enredo personal de copiar-pegar, cae en lo monótono y predecible.
“Batman vs Superman: El Origen de la Justicia” es una película extraña, con mensajes bastante conservadores (militarización, religión y comercio) y llena de conceptos agresivos que buscan darnos una vaga idea de lo que es el mundo moderno. Solo busca, pero no lo consigue. Porque incluso las luchas, que son la mayor razón para ver este tipo de cintas, son excesivas para el gusto común. Y ahí no acaba la cosa. Como mencionamos antes, también marca el inicio del Universo Extendido de DC Cómics, y por eso tenía la labor de introducirnos a Wonder Woman (Gal Gadot). Y no solo a ella, también a Flash (Ezra Miller), Aquaman (Jason Momoa) y Cyborg (Ray Fisher), con cameos decentemente logrados.
Además, este es un reboot de Batman, la secuela de “El Hombre de Acero” y la precuela de “Justice League”. Todo eso y la sobreexcitación de Snyder de querer sacar adelante a demasiados personajes y tramas en tan poco tiempo, generan un peso que ninguna película sana puede soportar. Si eso es lo que quiere Warner, les deseo mucha suerte. Y no le tengan miedo a hacer reír de vez en cuando, señores directores, la vida no es tan deprimente. Y es que, incluso los seres más poderosos del mundo, resultan un poco más digeribles con algo de humanidad, carisma y sentido del humor. ¿Para qué tomárselo tan en serio? ¿Quién dijo que los adultos no queremos reírnos?
Fuente: Cinencuentro / 27 de marzo de 2016