Inés Kudó | EDUCACCIÓN
Como mamás y papás, lo que más queremos para nuestros hijos es que estén bien. Podemos entender eso de diferentes maneras, pero todos buscamos que crezcan sanos, seguros y felices. Los enviamos al colegio para que aprendan, y muchos (miles, cientos de miles) vuelven a casa heridos porque los excluyeron, los humillaron, los golpearon, les quitaron lo suyo, los difamaron, o incluso los violaron. Y como mamás y papás, si nos llegamos a enterar, nos sentimos indignados, impotentes. Pero muchos callan, por temor, por vergüenza, por no saber a dónde acudir, y eso es mil veces peor, porque es resultado del descuido y la negligencia por parte del sistema.
La encuesta Young Voice Perú, realizada por Save the Children, reveló que el 4 de cada 10 estudiantes de secundaria se ha sentido acosado (“buleado”) en el 2017, y eso no incluye a los que sufrieron otro tipo de violencia escolar. Esto es grave, pues la evidencia muestra que el clima escolar y el aprendizaje socioemocional van de la mano, y juntos además contribuyen al mayor bienestar y aprendizaje de los estudiantes.
La violencia escolar no es un tema sólo de Perú, ni tampoco nuevo, pero lo que ha sido nuevo es que este año se ha marcado como uno de los cuatro pilares de la política educativa. El ministro Alfaro lo llama “Infraestructura Emocional”, y plantea, con razón, que invertir en el bienestar de los estudiantes es como invertir en los cimientos de un colegio: el cambio se ve inmediatamente, y sus frutos se sostendrán por un largo plazo. ¿Qué sociedad y sistema educativo no quiere a sus niños sanos, seguros y felices?
¿Qué se hizo antes y qué pasó?
Ya desde 2013, con la aprobación de “Paz Escolar: Estrategia Nacional Contra la Violencia Escolar”, se creó un marco para abordar esta problemática de manera integral. La estrategia fue revisada en 2014, y luego descontinuada como tal, sus elementos desaparecieron o sobrevivieron fuera de una estrategia clara. El diplomado en clima escolar y educación socioemocional, para docentes y directivos, se canceló, pero se creó un módulo comprimido para el diplomado de los directivos seleccionados por concurso. El programa de Educación Socioemocional “Paso a Paso” se adaptó, reprodujo y repartió a todas las IIEE primarias públicas del país, pero se descontinuó en secundaria. La intervención “Escuela Amiga”, focalizada en IIEE urbanas en contextos de alto riesgo para mejorar el bienestar estudiantil y reducir la violencia escolar, fue cancelada para dar paso a otros programas más enfocados en los logros en la ECE. El modelo de apoyo especializado de “Escuela Amiga” fue adaptado en Lima e integrado a los Equipos Pedagógicos Territoriales de la DRELM, pero con menos recursos y personal. El “Sistema Especializado en reporte de casos sobre Violencia Escolar” o SíSeVe fue el principal sobreviviente.
Y así, la violencia escolar volvió a ser abordada de manera atomizada, discontinua, incompleta.
Ahora, bajo el cuarto pilar de la política educativa, toma un nivel de importancia equivalente a los aprendizajes, los docentes y la infraestructura escolar. Ciertamente una novedad.
¿Qué se hizo el 2018 y qué depara el 2019?
Este año Minedu aprobó los “Lineamientos para la gestión de la convivencia escolar, la prevención y la atención de la violencia contra niñas, niños y adolescentes”. Con esto como marco -aunque no siendo una estrategia en sí-, se han desarrollado algunas acciones clave.
Prevenir descentralizadamente. Amazonas, Loreto, Junín, San Martín y Ucayali han elaborado sus propios Planes Regionales de Convivencia. Se constituyó mesas técnicas intersectoriales para abordar la problemática de la violencia escolar en Ica, Tumbes, Arequipa, Amazonas y Ayacucho. Y también se han creado plazas para especialistas de convivencia escolar, que ya han sido cubiertas (y financiadas) en el 94% (206) de las 220 UGEL a nivel nacional. Estos especialistas ya visitaron 2,972 IIEE (de 3,312 IE focalizadas) para apoyar en el fortalecimiento de la convivencia escolar y han capacitado a 2,158 directores de IE sobre el uso de protocolos de atención de violencia escolar.
Reportar más y atender más rápido. La proporción de IIEE públicas afiliadas al SíseVe subió ligeramente (de 85.4% a 87.7%). El 52% de los casos reportados se atiende oportunamente, comparado con el 39% antes, pero igual se necesita subir ese indicador a cerca del 100% de atención oportuna. También se está diseñando un Call Center para reportar en el SíseVe cuando no hay acceso a Internet, que debería iniciar en febrero de 2019.
Zanjar con el abuso. Con la RM 241-2018-MINEDU, que regula la aplicación de la Ley 29988, Minedu aceleró las gestiones para destituir a unos 800 maestros con condena o sentencia por delitos de terrorismo, apología al terrorismo, violación sexual o tráfico ilícito de drogas. A la fecha ya se ha destituido a 780 docentes y administrativos condenados o sentenciados por estos delitos, 583 de ellos por violación sexual. Además, se ha establecido un Plan de Fortalecimiento de las Comisiones Permanentes de Procesos Administrativos Disciplinarios para Docentes – CPPADD.
Cambiar la cultura. Se ha puesto en marcha dos campañas a nivel nacional: una contra el bullying, llamada “Sácale tarjeta roja a la violencia”, y otra más reciente contra la violencia sexual (lanzada el 11 de diciembre). Con esto se busca fomentar una cultura de reporte entre los niños, niñas y adolescentes. Luego de la primera campaña, informa Minedu, los reportes en el portal SíseVe se incrementaron en 81% respecto del mes anterior. Además, en colaboración con UNICEF, se está elaborando y validando guías de orientación a directivos y docentes para prevenir el bullying homofóbico, bullying étnico racial y violencia sexual. Para el 2019, se ha contratado a GRADE para diseñar la segunda encuesta nacional sobre clima escolar y violencia escolar y materiales de apoyo.
¿Qué más toca hacer?
El 2018 se han dado pasos importantes para construir una cultura de paz escolar: promover el reporte de casos en el SíSeVe, aclarar las funciones de cada instancia en cuanto a la lucha contra la violencia escolar, crear espacios de diálogo, contratar especialistas en convivencia escolar. Pero el impacto de todo esto en la vida escolar va a ser lento y difuso si no se cuenta con intervenciones más directas, a la vena (esa vena no son las normas de convivencia). Pienso en tres acciones clave para complementar lo que se viene haciendo: estrategia, financiamiento y comunicación.
- Organizar todas las iniciativas en una propuesta estratégica consolidada, de carácter multisectorial, que recoja las perspectivas de niños, niñas y adolescentes. No se tiene que empezar de cero ni inventar la pólvora, basta con desempolvar, revisar y actualizar la estrategia Paz Escolar, que ni siquiera se puede encontrar en la página del Minedu.
- Financiar intervenciones directas. Todas (o casi todas) las iniciativas de este año apuntan ya sea a financiar iniciativas nacionales (campañas, aplicativos, manuales, etc.) o a pedir a las DRE, UGEL y escuelas que hagan lo suyo sin mayores recursos adicionales. Para impulsar el cambio efectivamente, se necesita financiar programas e intervenciones en las IIEE, implementadas descentralizadamente, pero con financiamiento central y con evaluación de impacto. Esta debiera incluir, para empezar, algún componente de formación y acompañamiento de docentes y directivos (puede ser semipresencial), y la enseñanza de habilidades socioemocionales a estudiantes (primero en sesiones de tutoría, luego transversalmente en los demás cursos, luego imbuido en la cultura escolar). El material para tutoría ya existe. Siempre puede ser mejorado, pero es un sólido punto de partida.
- Difundir y explicar. Antes de escribir este artículo, y habiendo trabajado en el tema por años, yo tenía muy poca información sobre lo que se ha avanzado. Es fundamental que todo este esfuerzo sea clara y efectivamente comunicado a estudiantes, padres de familia, docentes, directivos y autoridades, con información consolidada en alguno de los portales del Minedu y explicando por qué vale la pena unir esfuerzos.
Siendo la escuela el principal espacio de socialización con pares y autoridades externas a la familia, esta debe ofrecer a los estudiantes un entorno que los cuida y los respeta, donde la violencia no es lo natural. Pero, además, debe ofrecerles oportunidades constantes para aprender a compartir, a ceder, a afirmar sus derechos y sus límites, a respetar los de los demás, a emocionarse con las alegrías y penas de sus amigos, a perseverar ante la adversidad, a aprender de sus errores, a manejar sus frustraciones, a expresarse de manera constructiva y clara. Esto va más allá de cualquier currículo socioemocional, debe instalarse en la cultura y los sistemas escolares, cosa que toma tiempo, y por eso hay que empezar con intervenciones concretas que muevan ese cambio.
Lima, 17 de diciembre de 2018