En tiempos excepcionales, con medidas inusuales, nuestra cotidianeidad trasmutada, nuestros vínculos, espacios de trabajo, de estudio, familia, de convivencia alterados, es difícil pensar o pretender que solo se trata de virtualizar nuestras materias y clases de la universidad para que el cuatrimestre no “se pierda” y los estudiantes se sostengan.
Sin profundizar en el debate -del cual no soy especialista- creo que debemos realizarnos algunas preguntas respecto de qué significa virtualizar las materias, la enseñanza, los contenidos, cómo reemplazar la mediación y el diálogo pedagógico cara a cara, la posibilidad de ver y capturar gestos, ambientes de la clase a la distancia en pequeñas imágenes, en recuadros de video cámaras, que con seguridad deberemos pedir a los estudiantes mantener apagadas -en el mejor de los casos- para que los campus virtuales de las universidades no colapsen y soporten que todos estemos conectados, si es que disponemos de tales herramientas. ¿Cómo debatir ideas y desarrollarlas en un chat, cómo argumentar, contraargumentar, cómo aprender a investigar o, de qué manea trabajar lo contenidos de las materias que realizan prácticas profesionales, talleres, laboratorios, de manera virtual?
Ir a clases, escuchar una clase, estar en clase, compartir una clase, debatir ideas con los otros a partir de la lectura de un texto, del concepto de un autor requiere de ciertas disposiciones que la universidad, los profesores y los estudiantes creamos en ese ambiente que se llama aula. Hay que tomarse un tiempo para la clase -y aun antes de la clase-, sustraerse por un rato. Son condiciones que posiblemente no tienen todos nuestros estudiantes en este momento de cuarentena en sus hogares, en las que están al cuidado de otros y, condiciones que para algunos de nosotros mismos también pueden ser difíciles en estos tiempos. Todos estamos afectados y todo está alterado, vivamos solos o estemos acompañados.
Hay una parte de la docencia, de la enseñanza que sí podremos hacer en estos tiempos de pandemia y de COVID-19, a la distancia, de manera virtual, mediada por las tecnologías. Pero como dice Jaume Carbonell en una entrevista que le realiza el portal ABC educación, no podemos en este “jaleo” exigir a los estudiantes, llevar el mismo ritmo y seguir con los programas como si nada pasara. A lo que agregaría que lo mismo vale para los profesores, tampoco podemos exigirnos a nosotros seguir con el mismo ritmo.
Como reflexiona Alexandra Kohan en una entrevista que le realizan recientemente en la revista virtual Mate, “Me parece que en un primer momento se nos activó una fantasía lindísima de disponer de tiempo para leer, pero rápidamente entendimos que para leer no se requiere solamente tiempo, sino toda una disposición que, según creo, tiene que ver con silenciar el mundo, silenciar sus demandas y habitar la soledad como refugio, aislarnos del mundo mientras el mundo sigue funcionando. Hoy es al revés: el mundo nos silenció a nosotros, el mundo se detuvo y nosotros quedamos pedaleando en el aire. Somos muchos los que no estamos pudiendo leer porque resulta insoportable sustraerse de lo poco que hay ahí “afuera” de nosotros”.
Quizá en un momento se activó en las universidades la fantasía lindísima de que con las aulas virtuales íbamos a transcurrir el cuatrimestre casi de la misma manera que siempre, que reemplazaríamos lo presencial por lo virtual, llegaríamos de ese modo luego de la cuarentena a retornar a las clases o, a los exámenes finales o a las promociones directas.
En estos tiempos de pandemia, de COVID-19 y de cuarentena, sin duda que nos estaremos encontrando con nuestro estudiantes en las aulas virtuales de las universidades, por chat, en los foros, por mail, a través de Zoom, o en los canales de YouTube que creemos para subir algún video donde grabemos una clase, en el que nos presentemos, donde hagamos la explicación de un tema, de un concepto, un recorrido por los autores que seleccionamos para que lean y les contemos por qué los elegimos. Pero será otro cuatrimestre, otros aprendizajes para todos, otras materias las que enseñaremos y las que aprenderemos.
Buenos Aires, 29 de marzo de 2020