Fernando Llanos Masciotti | EDUCACCIÓN
Entrevista a Aldo Figueroa
«Taller de redacción como proceso en Aprendizaje orientado a Proyectos (AOP)»: así se denomina la iniciativa de la profesora Rocío Aliaga y el profesor Aldo Figueroa. Ellos creyeron que sería bueno compartir lo que habían aprendido en estos años como docentes del curso de Comunicación con escolares. Querían llegar a más estudiantes, romper los muros de algunas aulas, expandirse. Sin embargo, era complicado llegar a una cantidad significativa de ellos. Así que tuvieron una mejor idea: capacitar docentes para que ellos repliquen lo aprendido con sus estudiantes. «Buscamos docentes interesados en capacitarse, en aprender y en compartir sus experiencias. Queríamos que este taller fuera completamente gratuito, como finalmente lo fue, porque lo que queríamos eran profesionales interesados en capacitarse y que el tema económico no fuera un limitante para ellos. Como supondrán, tuvimos el mejor y más dispuesto público para trabajar. Otra motivación del proyecto era la posibilidad que este nos ofrecía para articular dos niveles de educación que no suelen dialogar, pero que deberían estar articulados: Educación Básica Regular y Educación Superior».
El proyecto consiste en capacitar a profesores de colegios de Lima en redacción digital y en el desarrollo de una unidad de aprendizaje cuya metodología sea la redacción orientada a proyectos. El taller consta de 65 horas presenciales y 65 horas virtuales distribuidas en dos semanas. De hecho, se trató de un trabajo bastante esforzado para los participantes y para los capacitadores, pues las jornadas eran de 10 horas diarias.
Rocío Aliaga, César Salazar, Moisés Ramos y Aldo Figueroa son el grupo de profesores encargados del proyecto. Son profesores a tiempo completo de la línea de Lenguaje de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC).
«Nuestra principal tarea consiste en dictar y preparar los cursos de redacción y comunicación universitaria para los alumnos de primer y segundo ciclo. Somos, en buena cuenta, el equipo que se encarga de pulir la competencia de comunicación escrita en escolares que se están volviendo universitarios. Nuestras asignaturas tienen una lógica de taller de redacción, pues buscamos que los estudiantes desarrollen la competencia de comunicación escrita de manera autónoma, pero dirigido a través de un facilitador que, en nuestro caso, es el docente a cargo. Naturalmente, nuestra base pedagógica es claramente constructivista», dice Aldo Figueroa.
En la universidad se llama Redacción lo que en la Educación Básica Regular se llama “Escribe diversos tipos de texto” o “Producción de textos”.
«Ahora bien, nosotros entendemos la redacción o la producción de textos -continúa Aldo – como una herramienta para resolver problemas cotidianos. ¿Cómo le demuestro a mi profesor de Historia que he leído los textos en este control de lectura? ¿De qué manera debo resolver un examen para obtener la máxima nota? ¿Cómo convenzo a mis contactos de que compren mi producto virtual? ¿Cómo elaboro un CV atractivo para ser contratado en empresas de mi interés? ¿Cómo puedo ser capaz de resolver un problema a través del uso del lenguaje?».
Y en cuanto a su experiencia en los primeros ciclos de universidad. ¿Qué dificultades han visto en sus estudiantes en comprensión lectora? ¿Y en producción de textos?
Desde la comprensión lectora, hemos advertido distintos tipos de problemas al abordar las distintas aristas de un material textual. Es importante reconocer al menos cuatro de ellos: nivel literal, inferencial, crítico y apreciativo. El nivel literal es el más alto de ellos: cerca del 81% de los estudiantes pueden extraer la información de manera directa. En el nivel inferencial, crítico y apreciativo se presentan los mayores inconvenientes, pero son bastante capaces de criticar las decisiones que toman los personajes y relacionarlas con situaciones personales. A diferencia de lo que tradicionalmente se cree, los estudiantes de hoy son mucho más críticos que antes. Muy seguramente, la exposición masiva de información a la que están expuestos los jóvenes de hoy los hace cuestionar con mejores herramientas la data recibida. No creemos que los alumnos de hoy sean peores que antes; más bien, todo lo contrario: el estudiante de hoy puede ser más desafiante frente al docente, pues tiene claro que el profesor no es la única fuente de conocimiento, sino que hay otras y, muchas veces, hasta más fidedignas.
Totalmente de acuerdo. Los chicos y chicas de hoy tienen más información y de hecho pueden ser más críticos. El punto es saber expresarlo de acuerdo a diversos contextos. Dime una cosa ¿y alcanza el tiempo en un ciclo para remediar lo que no ha logrado aprender en la escuela?
Somos conscientes de la realidad educativa del país. La mayoría de los docentes de nuestro equipo ha trabajado en colegios y saben lo duro que es sobrellevar un problema de lectura que es, en verdad, estructural. Muchos “especialistas” citan los resultados exitosos de potencias en comunicación escrita como Finlandia. Pero se les olvida mencionar también que los padres son los segundos profesores de sus hijos, que leen con ellos; o que las bibliotecas están muy bien equipadas, son de fácil acceso y hay muchas de ellas; o que los profesores en esos países ganan tan bien como los médicos. Creo que nuestros docentes de colegio, a pesar de la precariedad con la que luchan, lo hacen muy bien.
En ese orden de ideas, tenemos claro cómo llegan los alumnos y qué es aquello que podemos lograr en los ciclos iniciales: iniciarlos en el complejo proceso de redacción, interiorizar con ellos los pasos para escribir cualquier texto y redactar, junto con sus docentes, un escrito que demuestre la adquisición de la competencia. No es un trabajo que termine en un ciclo, qué duda cabe, sino que continúa en el derrotero académico que le resta seguir. Por suerte, el trabajo de seguimiento y evaluación de nuestra área de Calidad Educativa en la UPC nos permite monitorear el avance de los universitarios en sus cinco años o más de su pregrado. Como decía Guamán Poma, “Escribir es nunca acabar”.
¿Qué sienten que es lo que se puede lograr en un ciclo en un curso de Redacción en la universidad?
Creo que son dos las tareas que se pueden –y de hecho logramos– en un ciclo. En primer lugar, es un requisito que el estudiante aprenda que comunicarse por escrito, si quiere estudiar una profesión, es una necesidad. Esto, por contradictorio que parezca, no es muy intuitivo: los chicos son grandes consumidores y productores de textos en redes sociales, pero no lo son de productos formales, ni qué decir de escritos académicos. Entonces, nuestra principal tarea es demostrar al estudiante la necesidad de iniciarse en la redacción para que se puedan desenvolver en este nuevo universo universitario que se abre frente a él.
En segundo lugar, logramos que el estudiante entienda el proceso de redacción:
- Intención comunicativa y reconocimiento de la audiencia
- Búsqueda de información
- Planificación
- Redacción del borrador
- Revisión
- Redacción final
De hecho, este es el proceso que seguimos a lo largo del ciclo y lo repetimos con cada producto escrito que elaboramos. Luego de esta explicación, el estudiante podrá elaborar sus propios textos.
Ajá. Adoptan ustedes el mismo enfoque procesual del Currículo Nacional. Eso parecemos tenerlo claro los docentes. El punto es cómo aterrizarlo, cómo concretizarlo en las aulas con los estudiantes. Me imagino que hay muchas maneras de desarrollar la competencia de producción de textos ¿Cuál es esa manera que han adoptado ustedes y que la perciben como la estrategia más eficaz?
Bueno, antes que nada, nosotros hemos pasado por varios esfuerzos algo infructuosos.
Al comienzo pensábamos que los chicos y chicas podían elaborar un texto sobre la base solo de reglas gramaticales y ortográficas. El punto es que esta aproximación no lograba que los alumnos aprendieran las reglas ni que aprendieran a redactar.
Luego vimos adecuado elaborar un texto sobre la base de modelos: si bien los alumnos eran competentes en la elaboración de estas plantillas (texto problema-solución, comparación, descripción, etc.), no lo eran tanto al momento de elaborar redacciones mixtas o de otros registros.
Claro, hay tanta diversidad textual en el mundo de hoy, además, que las plantillas nunca iban a ser suficientes, aunque digamos las que mencionas quizás eran las fundamentales en el mundo académico…
Sí, pero igual había que ajustar esa estrategia. Por eso, después se nos ocurrió enfocarnos en la elaboración de un texto sobre la base de revisión y discusión de lecturas. El problema era que los alumnos no podían hacer suyo el discurso aprendido y poder crear uno nuevo. En muchos casos, se trataba de un “cortar-pegar” y, en otros, repetir de manera poco crítica lo consultado en distintas fuentes.
En otra etapa, nos centramos en que los estudiantes elaboraran un texto sobre la base de la discusión de ideologías textuales. Si bien podía generar mucho interés por parte de los estudiantes y un gran desarrollo del pensamiento crítico, los estudiantes no lograban producir textos que revelaran una lectura completa del mundo al que querían referir. Necesitaban conocimientos previos muy amplios y un nivel de abstracción altísimo, el mismo que se exige para universitarios de últimos ciclos.
Y más adelante pensamos que lo mejor era la elaboración de textos sobre la base de una motivación intrínseca y extrínseca. En este caso, son los alumnos los que proponen sus temas de redacción –claro, dentro de un abanico un tanto limitado de problemas–, pero se trata de situaciones que los afectan de manera directa y ante los cuales se pueden sentir vulnerables, como son la inseguridad ciudadana, la congestión vehicular, la violencia de género, la discriminación o la calidad educativa, por ejemplo, y que está relacionado a la motivación intrínseca. Por otro lado, el texto que los estudiantes elaboran debe ser compartido a través de plataformas virtuales para proyectar en la comunidad el trabajo realizado. Esta exposición a la realidad –pues se les pide que compartan sus escritos con sus redes de contactos– obliga a los alumnos a elaborar materiales más prolijos, más cuidados que los que solo van a ser leídos por el profesor. De esta manera logramos también un compromiso externo, apelamos a una motivación extrínseca que se logra de manera auténtica al visibilizar los productos de los estudiantes.
Y es con esta última que se han quedado y lo que tiene que ver con su proyecto…
Así es. Nuestro proyecto busca que el alumno encuentre un problema que le afecte. El que sea. Luego de ello, busca información académica y formal (aproximadamente unas cuatro fuentes). El profesor revisa las fuentes y las valida. Después, el estudiante trabaja el proceso de redacción típico: planificación, redacción del borrador, revisión y versión final. Todas estas partes están supeditadas por el docente. Como comprenderás, es muy exigente para el profesor y solo logramos trabajar dos o tres textos –de considerable longitud– durante el ciclo. Queremos que el alumno pase por un contexto de redacción lo más parecido al real. ¿Qué sucede si, en una zona de tu barrio, que se encuentra muy poco iluminada, ocurren muchos asaltos? Quieres enviar un petitorio para mejorar el alumbrado a la municipalidad. ¿No sería mejor investigar un poco más del tema (periódicos, testimonios de vecinos, informes de policía) para hacer más sólida tu solicitud? ¿Sería una buena idea ordenar mis ideas en un esquema? ¿Me saldrá un buen texto en el primer intento o, como suele pasar siempre en la vida, deberé entrenar un poco para mejorar?
Y desde su experiencia ¿cuál es el principal problema en producción de textos? ¿y cómo lo afronta el proyecto?
Como nuestros textos se trabajan desde un dispositivo electrónico, varios de estos criterios formales pueden ser superados. El verdadero bache en producción de textos es la organización y estructura, y el desarrollo del contenido. La organización y estructura hace referencia a poder distribuir la información con un orden lógico y con una disposición que permita distinguir una jerarquía de ideas. A su vez, este ordenamiento debe facilitar la lectura. El desarrollo de la información alude a la virtud de contar con información suficiente y pertinente para explicar el caso propuesto. En este nivel, la presencia de definiciones, ejemplos, datos, estadísticas y demás ayudan a cumplir la intención comunicativa central. Estos son los principales problemas que hemos detectado y, naturalmente, son en los que nos focalizamos.
El proyecto “Taller de redacción como proceso en AOP” se empezó el año 2019 y, en un inicio, estaba restringido a profesores de colegios públicos, y de Fe y Alegría. Desde este año se ha abierto para cualquier docente interesado en recibir la capacitación. “La principal ayuda que hemos recibido ha sido el de la UPC -dice Aldo-, en especial de nuestro director, Ricardo Morais, quien fue quien nos brindó las partidas para poder ofrecer a los profesores los almuerzos y cafés que se distribuían sin costo entre los participantes. Los capacitadores brindamos nuestro trabajo, porque no cobramos a la universidad nuestras horas tradicionales de dictado. En este taller logramos capacitar a 50 docentes. Nos gustaría poder llegar a 100 para el 2021, pero para eso será necesario contar con algún tipo de apoyo adicional”. – agrega.
Leo los temas a trabajar en el Proyecto:
- Redacción por proceso
- Redacción digital
- Uso de las TICs en la redacción
- Búsqueda de información
- Aprendizaje por proyecto
- Aprendizaje colaborativo
- Trabajo por competencias
- Técnicas de comprensión lectora
¿Cuáles creen que son las fortalezas del proyecto?
Creo que la principal fortaleza de un proyecto como este son las personas. Hemos contado con profesores de 32 colegios distintos de la capital y todos con dudas, inquietudes y problemas semejantes. De hecho, lo más rico siempre fue la discusión y compartir experiencias. Muchas veces, era alentador encontrar colegas con la misma vocación y entrega por la docencia, descubrir que no se está solo en esta lucha.
Otra fortaleza fue, a mi humilde entender, la lógica del taller: por un lado, se capacitaba a los docentes en temas de producción escrita; por otro, se les pedía que elaboren una unidad de aprendizaje que contemple los saberes que estaban refrescando o adquiriendo. Esta duplicidad de aprendizaje-enseñanza fue vital para aterrizar los conocimientos, pensar en lo que hará el estudiante y desarrollar la unidad a la medida de estas exigencias. Fue muy rico esta forma de trabajo, porque volvía a los docentes en estudiantes y los recontextualizaba en un proceso de instrucción que iban a replicar en marzo.
Mmm.. era como vivenciar y modelar el proceso de producción de textos para comprenderlo. ¿Cómo lo percibían los directores y docentes a los que iba dirigido el proyecto-taller?
Creo que bastante buena. Luego del taller, aplicamos una encuesta y hemos obtenido un promedio de aceptación de 4.81 sobre 5. Además, los profesores nos comentaron que, si bien reciben muchas capacitaciones en comprensión lectora (un poco empujado por el Plan Lector), casi no han sido capacitados en temáticas de redacción, mucho menos sobre didáctica textual. Además, están muy interesados en temáticas de argumentación, pues la producción de un ensayo es parte del Currículo Nacional, así que es un pendiente para muchos profesores de Comunicación.
Claro, la argumentación y contra argumentación es un tema en el tapete y que se relaciona con algo en lo que se insiste en el Currículo Nacional: el desarrollo del pensamiento crítico como transversal a todas las competencias. Y como no todo es flores, dime, me da curiosidad, ¿cuáles son esos retos que han tenido que afrontar en el proyecto?
Logísticos, principalmente. Por suerte, hemos contado con laboratorios y cada docente tenía acceso a una computadora para el taller. Fue aquí donde lograron aprender y profundizar en el manejo de Google Drive y otros recursos tecnológicos. Todo el taller fue en la UPC del campus Monterrico y, por suerte, tuvimos acceso a todos los recursos: aulas, materiales impresos, proyector, aire acondicionado, computadoras, iPads, etc.
Desde el punto de vista del docente, sus saberes previos eran muy comunes a los nuestros en temáticas de metodología y aprendizaje centrado en el alumno. Esa, de entrada, ya fue una victoria para nosotros, pues, con esa disposición hacia el estudiante, el resto será más sencillo. Si bien es cierto que algunos presentaban algunas lagunas gramaticales, luego del repaso general se sobrellevó de muy buena manera. Por otro lado, la discusión sobre las rúbricas de evaluación y la corrección conjunta generó mucho debate, pero la polémica aterrizó en acuerdos que todos prometimos llevar a nuestros espacios educativos.
Y para terminar esta entrevista ¿qué logros y satisfacciones les ha traído este proyecto?, ¿cómo se sienten?
Los principales son los personales. Los profesores nos agradecieron mucho lo aprendido en el taller. Si bien es cierto que valoraron lo aprendido, lo que apreciaron más fue la buena disposición que los capacitadores siempre tuvimos durante el taller, las respuestas extensas que dábamos a sus preguntas, el acompañamiento sincero y honesto que tuvimos durante el curso. Tan buena fue la química que, al terminar el taller, cenamos juntos y nos agradecieron lo aprendido en esas dos semanas. Todo fue muy emotivo.
Y es más emotivo echar raíces. Dos profesoras, que participaron del taller del año pasado, nos comentaron que había logrado convencer a todo su colegio de instaurar el proyecto de redacción digital durante el 2019. Los resultados fueron fan pages que los alumnos compartían con sus compañeros, padres y maestros. No solo compartían textos, sino también fotos, videos y experiencias sobre los problemas alimentación saludable. Este fue un proyecto que impactó en 1000 alumnos aproximadamente. Fue solo necesario un profesor para llegar a 1000 estudiantes. Queremos con este proyecto sembrar árboles buenos que produzcan 1000 o más frutos.
Lima, 9 de marzo de 2020