Patricia Andrade | EDUCACCIÓN
“Acosador intenta quemar a una mujer en calle de La Victoria”, dice el titular del diario. Luego, la nota explica que el agresor atacó a una vendedora ambulante porque una de sus hijas se había negado a entablar una relación sentimental con él. Nos recuerda a Eyvi Ágreda y Juana Mendoza y muchos casos más, de mujeres cuya vida es arrebatada por el simple hecho de decir NO. Sobrecoge la recurrencia de los casos, sobrecoge que, de un tiempo a esta parte, este tipo de noticias se han vuelto frecuentes en los diarios y en los noticieros de la mañana, sobrecogen los titulares y las descripciones. Sobrecoge la manera como estos hechos son tratados por los medios de comunicación: “caminaba sola”, “vestía de tal manera…”, “bajo los efectos del alcohol…”.
Violento el hecho, violenta también la manera de abordarlo. Al respecto, un estudio encargado por el proyecto FORGE a la Asociación Civil Almáciga, publicado en marzo del 2018 y titulado «Balance de noticias sobre educación con lentes de género», analizó una muestra de más de dos mil noticias difundidas el 2016, buscando respuestas a tres preguntas: ¿quiénes aparecen en las noticias?, ¿quiénes las construyen? ¿cómo aparecen? El estudio destaca que ese año en particular hubo un contexto que favoreció la visibilidad de las mujeres, como la marcha Ni Una Menos y el debate que se desató en torno al enfoque de género del Currículo Nacional. Estos hechos dieron lugar a numerosas noticias sobre mujeres y, excepcionalmente, a noticias con algún nivel de análisis.
Si bien es cierto, dice el estudio, ese año se empezó a visibilizar más a las mujeres en el ámbito educativo, en comparación al año anterior, «llama particularmente la atención la cantidad importante de noticias sobre violaciones, feminicidios, golpizas, etc. (y que) En su gran mayoría, estas notas no presentan ningún análisis ni cuestionamiento, y son, sin proponérselo, vehículo para que aflore el sentido común de periodistas y personas consultadas… En general hay muchos datos estadísticos sin análisis».
No se puede negar que los hechos de violencia contra las mujeres se han incrementado en los últimos años y/o han empezado a recogerse y destacarse más por la prensa. Tampoco podemos negar que son presentados como delitos y en un tono de denuncia. Sin embargo, tendríamos que preguntarnos si la sola exposición mediática de estas agresiones o asesinatos basta para crear consciencia en los ciudadanos de que existe una cultura muy arraigada y extendida que los justifica y naturaliza. «Ella me estaba engañando», «no regresó a la casa a la hora que le dije», «solo quería darle un escarmiento», son frases frecuentes de los criminales, captadas al paso por los periodistas.
El estudio de FORGE no cuestiona la difusión de estos hechos, cuanto su presentación sin análisis. La ausencia de reflexión y de una postura clara termina convirtiéndolos en anécdotas tan habituales como el robo al paso de un celular y con lo que hay que habituarse a vivir, o como situaciones excepcionales producto de una enfermedad mental. Esta sensación aumenta cuando la prensa convierte los casos, en efecto, en historias novelizadas, hurgando una y otra vez en el dolor de las víctimas o sus familiares.
Las autoras llevan esta reflexión a la teoría que expone Rita Segato sobre la “pedagogía de la crueldad”. Con ello se refieren a la manera como la prensa aborda los hechos que involucran a mujeres. Los medios de comunicación tendrían que explicarnos, dice esta antropóloga argentina, por qué el empeño en reproducir los detalles más mórbidos “expuesta (la mujer) a la rapiña en su casa, en la calle, en la televisión de cada hogar”[1].
Segato da otro argumento. Dice que los mismos medios que colaboran en apariencia con la causa de la no violencia contra la mujer, difundiendo y denunciando estas agresiones, son los mismos «que rapiñan el cuerpo de las mujeres, dando lección de burla, de crueldad y de ataque a su dignidad». Esto abona a la hipótesis de que detrás de estas denuncias públicas no hay tanto una toma de posición real y un compromiso coherente contra el machismo.
Ana Luisa Burga, Vanessa Chiappo y Guadalupe Pérez, las autoras del balance de FORGE, señalan que, si la educación es el mejor instrumento para prevenir y crear conciencia, no basta con defender el currículo, pues tendríamos que indagar en los imaginarios predominantes sobre el tema entre maestros y maestras, que son los encargados de implementarlo. Segato, justamente, llama la atención al hecho de que hemos peleado mucho en América latina en favor de leyes e instrumentos normativos favorables al respeto al derecho de las mujeres, pero bastante menos en la conciencia de los ciudadanos. Esa es la tarea que sigue pendiente para los educadores.
Lima, 12 de octubre de 2018
[1] Entrevista a Rita Segato (2016), La pedagogía de la crueldad, Diario Página12. En: www.paginal2.com.ar
Para citar este artículo en APA:
Andrade, P. (2018). Con el mazo dando. Educacción, Año 4 (46). http://ow.ly/XUHM30mfSH9