Adolfo Plasencia / El Mundo
Por sus obras y sus textos, antes de su reciente visita a España, yo ya intuía que Francis Ford Coppola era un innovador excepcional, además de un gran creador en la literatura y el cine. Tras su tertulia de Gijón de la semana pasada con jóvenes españoles donde pudo hablar con inusitada libertad, ya no tengo ninguna duda. Ahora, además, probablemente por su bagaje y experiencias acumuladas no sólo es un innovador, sino también es un maestro y acaba de demostrar que el talento para innovar no es cosa sólo de jóvenes, también puede ser producto de haber vivido una vida llena de experiencias de creación intensas y arriesgadas. Sus palabras en el diálogo que allí sucedió, integran una serie de lecciones que vale la pena reflexionar. Se pueden extrapolar al campo de la innovación fácilmente, porque en realidad, aun más que el cine, a Coppola lo que le interesa ahora es la creación, el aprendizaje, la experimentación, el hacer cosas que nunca se han hecho antes, o sea, la materia prima de la innovación, bien para el cine, para el arte o para cualquier acto creativo, es decir, para las acciones que le son propias a un innovador.
Coppola habló también del contexto, de las tecnologías que producen los cambios, y también de las dificultades y contratiempos, que es como decir de la economía, que él o cualquier innovador se van a encontrar en su camino, en su intento de crear algo nuevo o encontrar una nueva solución. Naturalmente, el contexto semántico de sus palabras es el cine y el arte. Citaré algunas de sus palabras exactas que podremos fácilmente interpretar desde el contexto de innovación porque, entre otras cosas, los lugares comunes para cualquier creador como él, lo son siempre también para un innovador.
Sobre la tecnología:
Empezando por la tecnología y el cine, dijo Coppola: “El futuro del cine está en el escribir, en el guión. No está en el 3D, que ha tenido varias resurrecciones ya, sino en otros campos como la escritura. La novela tiene cuatrocientos años y ha sabido reinventarse constantemente. Así que, es en el guión donde aún hay mucha innovación posible”. Es decir, la tecnología sólo es un instrumento; cambiante, eso sí. Es lo natural. Pero hay algo importante en su visión. Más que en la tecnología, que evoluciona por sí misma, es en los procesos creativos en lugar de en la ‘maquinaria’ donde hay un gran espacio para innovar. Cambie el lector ‘cine’ por el nombre de otra industria y quedará igual de claro cuál es la lección al respecto.
Sobre las empresas y las plataformas digitales:
Afirma Coppola: “Durante años hablamos de TV y cine como algo separado. Pues hoy, prácticamente, son casi lo mismo. En el cine ya no tienes latas que contienen los rollos de la película, sino archivos digitales”. Sobre las redes sociales afirmó que él ya se imaginaba que “llegaría un momento en que las redes sociales acabarían perdiendo el interés de la gente, como vemos que esta ocurriendo hoy”… “Al final las empresas digitales globales necesitan contenidos nuevos. El cine siempre estuvo en venta y, en tres años, Yahoo, Google y Apple, (probablemente), comprarán los estudios. Pienso en las series y creo que todo es cine: dure un minuto, o cien, o un mes”. Esta lección es clara.
La digitalización lo invade todo, es un efecto ‘transmedia’ (Jenkins), un efecto múltiple y horizontal. Igual ocurre con los sectores empresariales. No hace mucho, Apple era una empresa de informática; vendía ordenadores: hoy vende, sobre todo, teléfonos móviles inteligentes y también canciones y películas. Ha empezado a vender relojes y está trabajando en un proyecto semi-secreto de un coche autoconducido. Pero, en el sentido en que habla de esto Coppola, ¿es un iPhone sólo un teléfono móvil? No exactamente. ¿Es iTunes simplemente una tienda online de canciones? No exactamente. ¿Es el Apple Watch simplemente un reloj?. No exactamente. Lo mismo que ocurre con el cine está ocurriendo en otros sectores de negocio. La innovación también es ‘transmedia’.
Sobre la creatividad:
La actividad creativa es centro de interés principal de Coppola. Sobre ello, su lección es: “Cualquier proyecto creativo tiene detrás una idea grande, un tema. Debes tenerlo muy claro desde el comienzo. En La conversación (la película de Coppola que protagonizó Gene Hackman) era la ‘privacidad’. En El padrino, la ‘sucesión’. Simple, sólo una palabra. El director ha de tomar millones de decisiones cada día. De vez en cuando te llega una pregunta para la que no tienes respuesta y debes volver a la ‘idea’ “… “La respuesta que recibí por aquellas antiguas películas, que hoy son celebradas, fue nefasta. Tuvieron que pasar muchos años antes de ser reconocidas. Con esto, quiero decir que un creador, un artista, tiene que trabajar para el futuro. No se puede conformar con el presente”.
Aunque hoy no es fácil, porque “estos que vivimos son momentos difíciles para los creadores personales”. Y, advierte, no hay que olvidar que “la idea de hacer un trabajo creativo sin limitaciones es ciencia ficción”. Bueno, todo esto se lo podría aplicar, también, por ejemplo, cualquiera que quiera conseguir ser un emprendedor de éxito. Su proyecto ha de tener una ‘idea grande’. En su desarrollo surgirán, como le ocurre a un director de cine, multitud de preguntas: cuando no se halle la respuesta satisfactoria en medio del proceso de innovación, hay que volver, como aconseja el maestro, a la idea principal. Y así sucesivamente. Y todo ello en un marco de ‘obstinada’ visión creativa de, -importante-, largo plazo. “Hay que hacer todas las cosas que a uno le gusten, -señala-, porque todo eso algún día será útil, entrará en ebullición, eclosionará”.
Para innovar y para emprender hay que ‘trabajar’ con esperanza y tenacidad, y mirando a la cara al futuro. En contra de lo que se cree, ser innovador no es cuestión de edad. Coppola lo explica muy bien con un ejemplo de cine: “A un director continuamente le están recordando que, haga lo que haga, antes lo hizo mejor”, y añade con ironía, “me pasa a mí como le ocurría a Federico (Fellini). Por eso es importante reinventarse a cada momento como hizo Verdi quién, ya con 80 años, escribió Otelo y Falstaff”.
Muchas de estas frases pronunciadas en España por Coppola, parecen obvias, pero, en la práctica, podemos mirar a nuestro alrededor y comprobar que muchos, casi la mayoría, aunque hablan constantemente de ello, actúan como si no lo fueran. Por eso los innovadores y la auténtica innovación, aunque está en boca de todos, se da en casos, siempre sorprendentes, y más bien escasos.
Sobre el continuo aprendizaje:
El aprendizaje es para Coppola la base necesaria para forjar la capacidad creativa. En un país donde la educación aún no es una ‘cuestión de Estado’, de toda la sociedad; donde hay multitud de jóvenes estudiando una carrera en segunda, tercera y hasta cuarta opción, resulta hasta subversivo lo que nos ha dicho esta semana Coppola: “Es un error pedir al niño que se especialice, algo a lo que, como padres, nos impulsa (nuestro) miedo a un mal futuro laboral. No importa con qué disfrute un crío. Que le guste ya hace que tenga sentido”…”Intentar que los jóvenes hagan solo aquello que les permita ganarse la vida es un error que cometemos con ellos, y tiene que ver con la economía”…”Nuestro actual modelo educativo procede de la Alemania del siglo XIX. ¿Dónde acaba la química y comienza la biología? ¿Dónde finaliza la filosofía y empieza la literatura? ¿Por qué trocear las materias? Nunca deberíamos dejar de estudiar, y menos en este nuevo mundo”…” Sólo disfrutando con lo que se hace se consigue lo que se desea. La educación tiene que cambiar porque vivimos en un tiempo que ha cambiado”… “El aprendizaje es uno de los grandes placeres de la vida”. Es decir, el aprender es un placer y no un castigo.
Así debe ser la educación, algo placentero. Y además, cada uno debe dedicarse a lo que más le guste que, por tanto, será lo que hará con más ganas y, en consecuencia, lo que acabe haciendo mejor. “Siempre he educado a mis hijos en esto. Hay preguntas que se pueden dejar sin contestar. No hace falta responder a todo. Eso sí, si se dice algo tiene que ser verdad”… “Lo más importante es la honestidad”, -señala Coppola-. Si la inmensa mayoría de gente que trabaja en nuestra sociedad, lo hiciera honestamente en lo que más le gusta, este país sería otro, y nuestro sistema productivo también. Porque como dice Coppola, esto tiene que ver con la economía.
Sobre el futuro. El pasado siempre fue peor
Primero, Coppola hace una crítica de este difícil presente: “Tenemos una crisis de salud mental en el mundo occidental”; después, hace un voto muy optimista sobre la condición humana: “Deberíamos estar orgullosos de lo que ya hemos hecho como especie” y recuerda que “Las cosas más terribles pasan, quedan atrás. Siempre ha ocurrido esto cuando hablamos de la humanidad”. A continuación, nos pide confianza: “Estamos mejorando. Yo mismo. -dice-, soy incapaz de recordar un momento mejor que el de hoy en día”. Finalmente, nos pide la misma mirada hacia el futuro que los creadores, porque “los artistas son el radar de la Humanidad”. Y, como conclusión, propone que sintamos la misma pasión que siente él por la vida. Es el consejo que les dio a los jóvenes que le escuchaban en Gijón: “La vida es un banquete. Comed hasta hartaros”.
Gracias por las lecciones, maestro Coppola.
FUENTE: El Mundo / Madrid, 28 de octubre de 2015