Edición 92

Corazones en la encrucijada: navegando el enamoramiento adolescente y su impacto en el rendimiento académico

Es necesaria una relación de confianza, pero disciplinada y con límites entre los padres y los hijos

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En el turbulento viaje de la adolescencia, un período de transición marcado por cambios físicos y psicológicos profundos, los jóvenes emprenden un fascinante viaje de autodescubrimiento. En este intrincado tejido de emociones y transformaciones, emerge un aspecto particularmente intrigante: el florecimiento de atracciones románticas. A medida que las hormonas bailan en sus venas y los sentimientos se entrelazan en un lienzo de confusión y euforia, los adolescentes se aventuran en un mundo desconocido de relaciones y emociones intensas. Es por ello que es necesario explorar con curiosidad y análisis crítico el fenómeno del enamoramiento adolescente, su profundo impacto en el mundo interior de los jóvenes y, en particular, cómo esta montaña rusa emocional puede influir en el delicado equilibrio de sus competencias académicas. Por lo tanto, los vínculos románticos moldean los corazones adolescentes y sus trayectorias educativas.

Si bien el enamoramiento adolescente es un fenómeno natural y común, es importante comprender cómo puede afectar las competencias académicas de los jóvenes. Recuerdo que hace un año, una profesora comentó sobre un compañero de clase ausente, expresando: “¿Qué le estará sucediendo a Manuel? Al principio del año, mostraba dedicación en sus estudios, pero a medida que avanzó el semestre, su promedio académico ha disminuido”. En ese momento, recordé que Manuel había comenzado una relación sentimental con una chica hacía unas semanas. Nadie puede negar la alegría del primer amor, pero esto, si no se maneja con la adecuada responsabilidad, conlleva a distracciones emocionales, las cuales pueden dificultar la concentración de los estudiantes en las áreas académicas.

No obstante, el enamoramiento estimula la motivación de los adolescentes, puesto que experimentan una sensación de euforia y alegría. Durante una lección, un docente habló acerca de un estudiante de un nivel superior que está involucrado sentimentalmente con una compañera. Esta compañera brinda asistencia en las materias que él encuentra complicadas o no comprende bien, lo que motiva al estudiante a dedicar tiempo al estudio de dichas materias para poder apoyarla. La esencia del enamoramiento adolescente radica en la percepción de responsabilidad del chico o chica; el estudiante es líder de su propio tiempo y solo él o ella es capaz de organizarse y decidir sus prioridades. Es ahí donde se connota las diferentes realidades de los adolescentes de hoy en día, aunque muchas veces, estas se ven influenciadas por la falta de comunicación o confianza hacia los padres.

Según una columna de opinión de Hernández (2017) las relaciones de pareja turbulentas afectan el rendimiento académico adolescente al dificultar separar emociones de los estudios; reconocer y abordar estos problemas de manera anticipada es crucial para un desempeño óptimo. Pero ¿dónde están los principales guías? Los docentes NO son niñeros de ninguno de sus alumnos/alumnas.

Los padres son los formadores del carácter objetivo de sus hijos. Recuerdo que, de niña, mis tías me decían: “¿y quién es tu enamorado?”, como una forma de avergonzarme o hacerme soltar alguna “niñada”, algo que muchas veces es apoyado por los padres como una mera forma de diversión. Por otro lado, el ejercicio de esto hace que el adolescente no conozca las barreras que determinan la confianza de sus padres impuestas en ellos, pensando que todas sus acciones son aprobadas y defendidas. Por ejemplo, un docente hace llamar a un padre de familia porque encontró a su hija sentada en una posición muy sugerente junto a un compañero y la reacción de éste es de “son solo amigos”, debilitando la autoridad del docente en la escuela; debido a ello, los estudiantes de hoy en día se atreven a descuidar las áreas académicas por dedicar su tiempo en los amoríos de la adolescencia.

Hace días, pasaba por la esquina frontal de una institución educativa secundaria, grande fue mi sorpresa al ver a una pareja de adolescentes, de no más de catorce años, besándose apasionadamente cerca a la puerta. Esto me hace pensar en cómo el enamoramiento adolescente también hace perder el respeto hacia el segundo hogar y cómo este se convierte en un lugar de amoríos en vez de estudio. ¡Dónde están los padres! Y es que, hasta en redes sociales, la pelea de dos estudiantes por un “novio” es hoy en día una burla para los “adultos” que, en vez de mostrar madurez y sancionar este tipo de comportamientos inadecuados, lo toman a broma y hasta alientan a “luchar” por esa “relación”, olvidando que están en una etapa en la que el estudio debe ser la principal y única preocupación.

Por lo tanto, es necesaria una relación de confianza, pero disciplinada y con límites entre los padres y los hijos. ¡Ellos no son igual en la casa que en el colegio! ¿Verdaderamente conoces a tu hijo o hija? ¿Sabes cuáles son sus límites? ¿ÉL/Ella sabe tus límites? Es por ello que se exhorta a una comunicación asertiva y a una escucha activa en el ambiente familiar para que el adolescente no descuide los aspectos valiosos de su vida por sentimientos pasajeros.

Lima, 25 de agosto de 2023

REFERENCIAS

Hernandez, J. (2017). Impacto de las relaciones amorosas en el rendimiento académico. https://www.ipsuss.cl/columnas-de-opinion/javiera-hernandez/impacto-de-las-relaciones-amorosas-en-el-rendimiento-academico

Pajuelo, C. (2014). Adolescentes enamorados: ¿qué hacemos los padres?. https://blogs.hoy.es/escuela-de-padres/2014/01/20/adolescentes-enamorados-que-hacemos-los-padres/

Jhoselyn Quispe Atoccsa
Tengo 16 años, nací el 22 de mayo de 2007. Soy de un centro poblado del sur de Ayacucho-Perú, Chaquipamapa. Mis padres son campesinos quechuas hablantes y tengo un hermano menor con de 13 años. Viví en mi pueblo natal ayudando a mis padres en el campo con mis animales y la siembra de alimentos. Estudié en mi pueblo hasta segundo de secundaria donde ocupé los primeros puestos y pude inscribirme para postular a un Colegio de Alto Rendimiento (COAR) en Ica, al que pude ingresar, por lo que tuve que mudarme a vivir a Ica con mis tíos. Mis padres se quedaron en mi pueblo natal, donde mi hermano también estudia. Hasta la fecha sigo estudiando en el COAR, voy en cuarto de secundaria.