Sabino Tinta Ayma | EDUCACCIÓN
La pandemia sin duda puso en jaque no solo el sistema de salud pública, sino sobre todo la educación pública y privada. Todos los actores educativos y políticos coinciden plenamente en que, la rápida propagación del COVID -19 nos han agarrado desprevenidos y mal parados. Lamentablemente, donde más se ha estallado y se ha abierto la grieta social es en el ámbito rural, una población totalmente vulnerable donde los resultados de políticas públicas y reformas educativas no han logrado reducir significativamente las brechas del aprendizaje. En otras palabras, esta crisis nos ha enrostrado en nuestras propias caras lo poco que se ha hecho en estas últimas décadas años por fortalecer el servicio de la educación rural pese al crecimiento económico que el Perú ha gozado.
El Ministerio de Educación, a través de la estrategia “Aprendo en casa”, ha dispuesto que:
“En las zonas rurales o de dispersión geográfica, se implementen mecanismos de comunicación a través de la radio y la televisión. Asimismo, se complementen con orientaciones pedagógicas elaboradas por el Minedu dirigidas a los profesores y el desarrollo de sesiones de aprendizaje mediante la radio y televisión local, para lo cual las UGEL deben establecer comunicación con los directivos, profesores y auxiliares de educación, con el propósito de articular acciones a fin de dinamizar el servicio educativo en las Instituciones Educativas de su ámbito”
Sin embargo, un porcentaje de los estudiantes de las zonas más apartadas a nivel del país estarían impedidos en acceder a este servicio educativo, por un lado, por falta de recursos tecnológicos y/o señal de la radio y TV; por otro lado, por el desconocimiento de los padres de familia en el uso de estos recursos y temas pedagógicos, pese al esfuerzo encomiable de los docentes.
En estas últimas semanas, diferentes medios de comunicación y redes sociales se han encargado de difundir imágenes y videos donde decenas de niños y estudiantes de diferentes regiones del país, con la ayuda de sus padres, vienen escalando (largos kilómetros) cerros, montañas y quebradas para captar la señal de un medio que les permite recibir los contenidos educativos de “Aprendo en casa”. Esto ocasiona en cierta forma angustia, estrés, ansiedad y frustración en los estudiantes, sobre todo en los niños y niñas de educación primaria. Las brechas digitales en estas zonas realmente son alarmantes. Según el INEI, sólo el 39% de los hogares a nivel nacional tienen acceso a Internet y en el área rural sólo el 5% (UNESCO, 2020), este dato nos muestra de que, pese a los avances de las tecnologías de la información y comunicación, el Estado peruano poco a nada ha hecho en promover políticas educativas sobre las TIC, orientadas al desarrollo del aprendizaje de los estudiantes.
El ministro de Educación ha señalado que los Tablets que el gobierno ha ofrecido serán entregados a partir del mes de julio del presente año. Estos dispositivos informáticos y/o electrónicos con servicio de Internet, según los criterios para la focalización de beneficiarios de educación básica regular, serán entregados a nivel institucional e individual, tanto a los estudiantes y docentes. Para tal efecto, ya se cuenta los criterios de focalización aprobados, que permitan identificar a los estudiantes y docentes beneficiarios, según corresponda[1]. Sin embargo, a pesar de esta iniciativa favorable, los estudiantes que no lograron acceder a este servicio prácticamente ya tienen perdido medio año, con ello se abre la posibilidad de perder todo el año. En efecto, la tasa de abandono escolar destacaría el incremento.
A la fecha, según el testimonio de muchos docentes del ámbito rural, efectivamente, un gran porcentaje de estudiantes (por región) no estaría accediendo al servicio educativo, aunque ninguna de las regiones ha publicado datos exactos. Entonces, es de carácter imperativo que, el ministerio de Educación, las Direcciones Regionales de Educación y las Unidades de Gestión Educativa, en coordinación con los gobiernos locales, realicen el mapeo de comunidades y/o poblaciones vulnerables donde el servicio educativo es precario o nulo a falta de la cobertura de las redes móviles. Se trata de articular una coalición intergubernamental para asegurar la continuidad de los servicios educativos y mejorar el aprendizaje de los estudiantes.
Estas cruciales circunstancias también ponen en prueba el compromiso y la capacidad creativa e innovadora de las autoridades educativas. Es decir, el COVID-19 abre una gran oportunidad para poner fin las brechas del aprendizaje, las alarmantes brechas digitales en el aprendizaje a distancia y la pobreza en nuestro país. Las medidas adoptadas como respuesta no pueden ser paliativos y coyunturales, necesitamos propuestas sostenibles de largo alcance. En ese sentido, nos queda dos caminos: innovar o morir. Aunque la frase suena dura, desafiante y muy retadora, hoy se debe tomar decisiones drásticas; en consecuencia, seremos cómplices en arrastrar por años los magros resultados del aprendizaje y como país seguiremos estancados en cuanto al desarrollo socioeconómico.
Según Aguerrondo (2002) citado por FONDEP (2014) “La innovación es la posibilidad de cambiar los principales ejes de la escuela, es romper con lo viejo, para buscar un nuevo equilibrio, destinado a alcanzar mayores logros, mayores niveles de calidad. Se trata de un proceso permanente, espiralado, complejo y contradictorio, nunca libre de conflictos. Innovar es así romper con los aspectos estructurales de la escuela, es producir ideas nuevas y recrear las viejas, es un acto de creatividad permanente”. En ese sentido, hoy más que nunca necesitamos movilizar liderazgos, creatividades, nuevas estrategias, nuevos recursos, nuevos enfoques, nuevas competencias; son tiempos cruciales para tomar decisiones.
Y para ella necesitamos construir políticas educativas en forma conjunta a fin de:
- Garantizar la infraestructura tecnológica enfocada al aprendizaje de los estudiantes que asegurar los recursos tecnológicos, es decir, garantizar la conectividad del internet, dotar dispositivos informáticos y/o electrónicos a los docentes y estudiantes, sobre todo a aquellos que se encuentran en situación de pobreza y extrema pobreza. Asimismo, a los estudiantes que se encuentran con necesidades especiales asociadas a la discapacidad. El objetivo es que todas las escuelas rurales cuenten con la conectividad de internet y ningún estudiante se quede sin acceder el servicio educativo.
- Brindar asistencia técnica a los docentes y estudiantes en cuanto al uso de las TIC., diseñar programas de fortalecimiento de capacidades en el uso de las TIC dirigido a los docentes y a los estudiantes a fin de que las sesiones online sean pertinentes y de calidad.
- Promover el trabajo colaborativo entre la escuela y el hogar y/o comunidad, implica diseñar procesos de sensibilización a la toda la comunidad educativa sobre la importancia y la necesidad de fortalecer la educación remota y sobre todo el acompañamiento a sus hijos durante el desarrollo de las actividades a distancia.
- Promover comunidades de aprendizaje entre los docentes de diferentes instituciones educativas, diseñar iniciativas de intercambio de experiencias y crear redes de comunidades virtuales de docentes, familias y directores de centros educativos para fortalecer la practica pedagógica en situación remota.
- Gestionar recursos tecnológico adecuados y pertinentes, se trata de gestionar los aprendizajes, pero con los recursos tecnológicos disponibles y a los que los estudiantes pueden tener acceso. Lo cual implica asegurar un trabajo seguro, ágil y pertinente, evitando abrumar muchas actividades a los estudiantes y a los padres pidiéndoles quienes día tras día están acompañando a sus hijos; entre otros aspectos a favor de la educación rural.
Ninguna de estas recomendaciones será posible si no se construye desde una mirada comunal, desde el mismo corazón de la escuela rural, desde esos paisajes de grandes celebraciones culturales, junto a la pasión y alegría de los maestros y de la gente. No basta que desde el Ministerio de Educación se diseñen plataformas con contenidos desde una mirada elitista y unilateral y que los docentes hagan esfuerzos para adaptarse a las nuevas circunstancias. Necesitamos escuchar las voces de muchos líderes pedagógicos sobre todo de las escuelas rurales que vienen transformando aprendizajes y están cambiando vidas. A lo largo y ancho de nuestro país hay experiencias exitosas que pueda fortalecer los procesos de innovación educativa, sumando los recursos tecnológicos. Sería un paso maravilloso. Necesitamos, entonces, que el Estado invierta para asegurar las condiciones necesarias: infraestructura, mobiliarios, bibliotecas, accesibilidad al Internet en forma gratuita y procesos de acompañamiento, como ya lo dijimos en el párrafo anterior. Que la gran empresa se sume a este esfuerzo, pague las deudas millonarias e impuestos a la gran riqueza y con ella hacer un plan de emergencia innovadora.
Si, hoy no se toma la decisión en invertir y aprovechar para innovar la escuela rural, las brechas se profundizarán entre la escuela urbana y rural y los enormes esfuerzos que vienen haciendo los docentes y padres de familia quedarán estancadas. Quienes serán afectados, como siempre, son los estudiantes que ahora pasan “vía-crucis” para acceder al servicio educativo, y con ello la frustración será grande y la posibilidad que los sueños mueran sin ver el éxito en la vida es alta. Innovar o morir son nuevos desafíos que nos pone la pandemia para sacar adelante la educación rural.
Sicuani, 31 de mayo del 2020
[1] DECRETO SUPREMO Nº 006-2020-MINEDU