Mercedes Mateo-Berganza / Blog del BID
En Paraguay, la mayoría de las escuelas públicas tiene una jornada escolar corta, de apenas cuatro horas. Los niños que van a clases, ya sea por la mañana o por la tarde, pasan el resto de su día en casa o en las calles, muchas veces sin la supervisión de un adulto. Y, lamentablemente, las posibilidades de estos niños de recibir estimulación de calidad fuera de la escuela suelen ser muy diferentes entre niveles socioeconómicos. Pero hay buenas noticias: se está haciendo un gran esfuerzo al respecto.
El Ministerio de Educación (MEC) ha desarrollado un ambicioso plan de reforma de la educación para hacer frente a la baja atención y la alta deserción y repetición de grado de los estudiantes que resulta en un bajo aprendizaje. Uno de los principales componentes de este plan de reforma es ampliar la jornada escolar de cuatro horas diarias a un total de ocho. Los estudiantes recibirán refuerzo escolar en las materias básicas, pero también recibirán horas adicionales de formación en nuevas disciplinas que añadan valor a su formación y a su comunidad, tales como deportes, artes y valores cívicos (VIDEO: Ver la experiencia reciente con el BID y Scholas Occurrentes).
¿Por qué ampliar la jornada escolar?
Un reciente documento de Holland, Alfaro y Evans (2015) revisa 15 estudios que miden los efectos de reformas educativas similares en otros países de América Latina. Los autores reconocen a la jornada escolar extendida como una medida que genera impactos positivos y ganancias en los niveles de aprendizaje del estudiante, pero dicen que es probable que haya reformas más rentables para obtener resultados similares.
Mientras leíamos este documento, Angus Deaton fue galardonado con el Premio Nobel de Economía, y nos recordó que “el mundo es un lugar complicado y que reducirlo a teorías simples casi siempre es peligroso”. De hecho, dijo que “la historia del bienestar humano, por lo que realmente vale la pena vivir, no se logra mirando solo una parte de lo que es importante”, y volvimos a convencernos que prestar atención únicamente a los resultados de las pruebas de aprendizaje en las vidas de estos chicos, claramente, no era todo lo que importaba.
Veamos más de cerca los números de Paraguay. Las pruebas nacionales estandarizadas muestran que, entre el 30% y el 45% de los grados 3, 6 y 9 los estudiantes paraguayos apenas llegan a su nivel I de IV en lectura. Y en matemáticas, este grupo es casi el 50%. Según TERCE, Paraguay está por debajo del promedio de América Latina.
Por otro lado, las estadísticas señalan que aproximadamente un 24% de los niñosviven en hogares de bajos ingresos; que casi el 12% de todas las familias son monoparentales, en gran mayoría encabezadas por mujeres (85%); que hay incidencia de pobreza en estos hogares y que la probabilidad de que la madre deba trabajar es mucho mayor. También se muestra que 150 mil niños están fuera de la escuela primaria, y que, de ellos, la mayoría están en los hogares más pobres. Casiuno de cada seis niños de entre 10 y 14 años de edad trabajan (15%), el 6% de las adolescentes dará a luz un niño, y que la delincuencia juvenil representa aproximadamente un 5% del total de los arrestos.
En estos contextos, la escuela debe ser mucho más que solo pruebas y exámenes. Un análisis económico razonable en educación debe tener en cuenta otras ganancias como que los niños se mantengan en un lugar seguro como la escuela, en vez de las calles.
La evidencia muestra que más horas en la escuela puede traer como beneficios la reducción de los embarazos de adolescentes y las tasas de delincuencia juvenil. Incluso podría aumentar la participación femenina en la fuerza laboral, ya que se ofrecerían opciones de cuidado de calidad a los padres y madres que trabajan. Y, debido a que hay grandes diferencias en las posibilidades entre niños ricos y pobres de hacer algo útil con su tiempo fuera de la escuela, extender la jornada escolar puede obtener importantes mejoras en la equidad, ya que los impactos de la misma tienden a ser mayores en las escuelas más desfavorecidas y en los estudiantes más pobres.
La escuela no puede resolver todos estos problemas, pero como Marta Lafuente, Ministra de Educación de Paraguay, lo ve: la escuela puede tener un papel en la comunidad que vaya más allá de la contribución educativa tradicional. En el programa propuesto por el gobierno, la extensión de horas se complementa con innovaciones pedagógicas y otras actividades que tradicionalmente son consideradas como extracurriculares. Esperamos ver un impacto no solo en las habilidades cognitivas, sino también en las habilidades blandas que son cruciales para asegurar una buena transición de la escuela a la fuerza de trabajo.
El BID está apoyando esta ambiciosa agenda mediante la asistencia técnica y el proyecto PR-L1097 recientemente aprobado. Paraguay se ha comprometido a llevar una mejor y más inclusiva educación para abarcar a más niños de las generaciones más jóvenes, y también producirá la primera evidencia experimental de los efectos de la ampliación de la jornada escolar en América Latina y el Caribe. Los resultados de este estudio proporcionarán más información para las reformas existentes y futuras en extender la jornada escolar no sólo para la región sino también para cualquier país que quiera recorrer este camino.
Fuente: Blog del BID / 1° de marzo de 2016