Edición 70

Cuando los números no tienen sentido

La prevención, el diagnóstico temprano y la intervención son la mejor política que podemos construir alrededor de nuestra infancia temprana

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Priscila Talavera Lacunza | EDUCACCIÓN

El tema de los trastornos específicos del aprendizaje siempre me llamo la atención debido a la gran influencia que tienen dentro de la vida de una persona. Tanto para bien como para mal, ser diagnosticado o no de uno de estos trastornos puede significar el éxito o el fracaso de la vida no sólo escolar, sino también emocional y a largo plazo. La influencia que este tipo de afectaciones tienen sobre el aspecto emocional de una persona puede ser tan grande que puede llevarlos a determinar su vida adulta.

Recuerdo siempre el caso de un joven que llegó a consulta privada debido a que era la segunda vez que dejaba una carrera universitaria a medias. Los padres se sintieron siempre muy frustrados debido a que ellos consideraban que él era el “más inteligente“ de sus tres hijos. Ellos no se explicaban como después de haber ingresado dos veces a distintas universidades el joven aún sintiera que no había encontrado la carrera que le apasionaba. Cuándo lo evaluamos pudimos observar que el  simple hecho de enfrentarse a los números lo ponía en un estado de muchísima ansiedad y era como si se congelara. Las matemáticas le aterrorizaban.

Cuando hablamos de trastornos específicos del aprendizaje el primero que se nos viene a la mente es la dislexia, hay numerosos estudios alrededor de esta condición y en los últimos años se han visto multiplicados los esfuerzos para contrarrestar las dificultades de los niños que sufren de este diagnóstico. Sin embargo dentro de este grupo de trastornos específicos podemos encontrar uno bajo el nombre de discalculia, este trastorno poco conocido y mucho menos estudiado que la dislexia, tiene consecuencias igual de severas y de tanta importancia como el anterior.

Las afectaciones pueden incluir dificultades, no sólo en el ámbito académico, sino que también afecta en la vida personal, emocional y social de aquellas personas que sufrieron con los síntomas de esta condición y no tuvieron el apoyo adecuado para poder sobrellevarlo, es muy común observar adultos jóvenes dejando la educación superior debido a que los cursos de matemática se les hacen difíciles o incluso imposibles de entender y aprobar. Son muchos los adultos que crecieron pensando que eran “tontos “por el simple hecho de no poder resolver las matemáticas que le correspondían a su grado de instrucción.

Si bien es cierto, existe la falta de metodología por parte de algunos profesores y otros distintos factores que afectan el aprendizaje del cálculo matemático, no podemos centrarnos únicamente en estos problemas, debido a que gran parte de esta población que nunca pudo aprender matemática se encuentra dentro del grupo de personas a las que les correspondería el diagnóstico de discalculia.

De manera simple y resumida la discalculia es aquella dificultad para poder realizar cálculos, estimaciones, comparación de magnitudes, reconocimiento y lectura de los números así como escritura de los mismos. Siempre es importante resaltar que los trastornos específicos del aprendizaje no tienen absolutamente nada que ver con la inteligencia, de hecho, uno de los indicadores dentro del DSMV para diagnosticar estas condiciones es que la inteligencia sea promedio o más alta (aunque actualmente algunos autores afirman que podemos diagnosticarlos incluso cuando existe un déficit intelectual).

Hace unos meses vimos un episodio en televisión nacional en donde es una periodista tuvo dificultades para leer un número que aparecía en pantalla, las redes sociales y demás medios de comunicación se encargaron en ridiculizar y criticarla. Lanzando frases como: “no debería ser periodista si es que no sabe leer”y “¿Cómo una persona si llego a la televisión?”. Más allá de la simpatía que la periodista pueda o no causar en las personas, en ese momento se pudo apreciar como una dificultad para leer los números ocasionó una serie de críticas a un personaje público. Si podemos trasladar esto a la vida de los niños y adolescentes que también tienen esta dificultad podríamos pensar que las críticas son permanentes y las ridiculización es son las que terminan por mellar su autoestima.

Investigaciones en el Reino Unido han demostrado que las personas que sufren de discalculia son también aquellas personas que tiene más posibilidad de sufrir un accidente dentro del trabajo. Esto se debería a la dificultad que tienen para poder estimar espacios, alturas, fuerza y peso.  Podemos entonces imaginar como un operador en una obra podría ocasionar un accidente fatal debido al mal cálculo al momento de manejar una maquinaria pesada, o podría ocasionar millonarias pérdidas a una empresa al momento de manejar una apiladora o montacarga.

Claro, podría parecer que estas personas al tener estas dificultades serían las únicas responsables al no ser contratadas, o al ser despedidas de algún empleo. Pero lo cierto es que nosotros como sociedad somos los responsables de qué es de qué ellos no se puedan desenvolver del todo bien en un trabajo. La discalculia, como todo trastorno del Neurodesarrollo, puede ser tratado incluso antes de que pueda ser diagnosticado, y aunque pueda sonar contradictorio nosotros como educadores y parte de la comunidad educativa debemos entender que los primeros años de vida son vitales y esenciales para poder cambiar el transcurso de una condición como esta

Existe evidencia que nos demuestra que ciertas conductas son precursoras al cálculo matemático, como la comparación de cantidades o la subutilización e incluso de manera más primaria la agrupación. Entonces se convierte en nuestra responsabilidad poder encontrar aquellos niños que tengan problemas con estos procesos mucho antes incluso de ingresar a la educación primaria y poder intervenir de la manera más adecuada para ayudar y prevenir que puedan tener problemas en el aprendizaje de los números y los cálculos

Es bien conocido que tanto el aprendizaje del cálculo como el de la lectura es como una escalera en espiral. El primer escalón sirve de base para que el aprendizaje se vaya construyendo encima de él, pero en algún momento el aprendizaje pasará por la posición en donde se encontraba ese primer escalón sólo que de manera más compleja y utilizando todos los demás escalones que nos llevaron hasta esa posición. Esto se traduce en una enorme importancia que recae sobre los procesos precursores. La prevención, el diagnóstico temprano y la intervención son entonces la mejor política que podemos construir alrededor de nuestra infancia temprana.

Lima, 10 de mayo de 2021

Priscilla Talavera
Licenciada en Psicología de la Universidad Continental. Estudiante de la Maestría en Psicología Educativa con mención en psicología escolar y problemas del aprendizaje de la Universidad Cayetano Heredia. Coordinadora del área de Psicología de la Asociación Compartir con experiencia de más de 03 años en Trastornos del Neurodesarrollo.